PASEO A LA PLAYA DE PUERTO CABELLO

Salimos equipados desde Naguanagua a cumplir con la planificación familiar de darnos el regalo de playa y sol. Ocupamos, Natalia, Irina, Alejandro y yo; Hiram Antonio, un bus desde el puente de Bárbula rumbo hasta las playas del litoral carabobeño, Puerto Cabello; ese era el destino para nuestra recreación y libre esparcimiento. Las montañas de las Carialindas tenían una inmensa corona acordonada que desbordaba las nubes como un torrente espumoso de avena blanquecina muy abundante. A la izquierda el monumento del héroe de Bárbula con una águila muy blanca, el neogranadino Manuel Atanasio Girardot Díaz, natural de Candelaria, Medellín, Antioquia, un paisa. Qué manera tan extraña de venir a derramar su sangre y su vida por Venezuela, un militar que dio su vida por su comandante Simón Bolívar. La cosas de la vida y de la historia. La historia se escribe así de esa a su manera. Me atrajo su biografía que fue abatido el 30 de septiembre de 1813 por las tropas del Coronel realista español Bobadilla. Yo nací el 30 de septiembre de 1953.

Que cosas tiene la vida y sus circunstancias. Continuamos en el bus con el chofer que mantenía animada a la tripulación con un ambiente musical de salsa caribeña de artistas borinqueños. La autopista estuvo fluida. La llegada fue especial, allá a lo lejos está el Castillo con su carácter de guardián de todos los movimientos de las embarcaciones en el infinito. Desde el bus nuestros cuerpos se movieron como marionetas para disfrutar del lienzo del paisaje suave de la mar, el color de la inmensidad invadió mí osado espíritu. Él lo oteo. No era tan azul como especulan la inconsciencia humana. Tiene su cuantidad de masa y ese color que desde niño me preocupo, el azul marino que no se confunde con el color del cielo, no es tan azul, tiene lo que siempre supe, es verde agua marina.

El autobús se estaciono en la entrada del Terminal de Pasajeros de la ciudad porteña, su paisaje y urbanismo se parece a todos los pueblos ciudades las costas venezolanas. Nos movilizamos con nuestros equilibrado bolsos playeros para susténtanos de algunos ingredientes para estimular la estancia a la orilla de la arena y especial el resguardo de Alejandro por su prioridad de infante de “Castilla y Aragón”. Fuimos atendidos con una recepción muy amable de un toldo y sillas. Natalia e Irina Teresa su mami se dedicaron al debido y consabido anidamiento femenino en los toldos, destaparon unas bolsas de confites y unas bebidas para darle un sentido más profano al encuentro con la intemperie acuática. En mi condición de conocer unas prácticas ancestrales practique unas asanas para alimentar mis pulmones y purificar mi sangre, aumentar la fortaleza y optimizar el sistema inmunológico. Con el aire marino se renueva el sistema linfático, se eliminan toxinas y combatimos las infecciones. Como todo no puede ser tan místico y espiritual Irina se reía, feliz o por graciosa de mis concentraciones con la brisa y el color que conseguí en vasta inmensidad de agua e infinito cielo ¿Que tal?

Siempre me decían de niño que al bañarse se nos quita la” mabita”, desde que escuche ese lema siempre voy a la mar a sacarme la “mabita”. Arremetió duro contra las aguas marítimas que se columpiaba con una ingenua manifestación de placer y pareciera que la arena la mecía. Era la mar que tenía su potencia y su carácter y su alma caliente, viva y preciosa. Alejandro desenfundo su bolso y se decidió a recibir las primeras abluciones del oleaje, se limpió los ojos, trago agua, se le llenaron los oídos del mágico líquido. Jugaron los niños en la orilla como si se conocieran siempre en una verdadera hermandad. No hubo conflictos. Todo estuvo por la manta de las aguas. Se llegó al tiempo esperado. El almuerzo, el más pequeño del convite exigió ostras para el almuerzo que no faltaran las ostras. Nos deleitamos en familia un espectacular pargo frito. Alejandro ya le tenía las escamas en la piel y el sol lo doraba como un camarón. Me exigió que lo enterrara como una tortuga. Se consumó la orden. Después se fue a limpiarse de la arena y la mar lo estaba esperando para batirlo y regresarlo contra la costa. Así pasamos la tarde, sin sacarnos la sal de la piel decidimos retornar y despedirnos, muy amablemente de las atenciones recibidas en Puerto Cabello.

Fue un paseo conformado por un contenido de turismo histórico, tiene mucha riqueza de la cultura patrimonial esta región venezolana.- -

Te descubrí y no te olvido, tengo el color y al sabor de tu alma en la mia, eres suprema. En el mar la vida es más hermosa, dice la letra de una canción.

ENGLISH

We left equipped from Naguanagua to fulfill the family planning to give us the gift of beach and sun. Natalia, Irina, Alejandro, and I; Hiram Antonio, took a bus from the Bárbula bridge to the beaches of the Carabobo coast, Puerto Cabello; that was the destination for our recreation and free recreation. The Carialindas mountains had an immense cordoned crown that overflowed the clouds like a frothy torrent of abundant whitish oatmeal. To the left the monument of the hero of Barbula with a very white eagle, the neo-Granadian Manuel Atanasio Girardot Díaz, a native of Candelaria, Medellín, Antioquia, a paisa. What a strange way to come to shed his blood and his life for Venezuela, a military man who gave his life for his commander Simón Bolívar. The things of life and history. History is written that way in its own way. I was attracted by his biography that he was killed on September 30, 1813, by the troops of the Spanish royalist Colonel Bobadilla. I was born on September 30, 1953.

What a thing life and its circumstances have. We continued on the bus with the driver who kept the crew animated with an atmosphere of Caribbean salsa music by Puerto Rican artists. The highway was smooth. The arrival was special, there in the distance is the Castle with its character of guardian of all the movements of the boats in the infinite. From the bus, our bodies moved like puppets to enjoy the canvas of the soft landscape of the sea, the color of the immensity invaded my daring spirit. He glimpsed it. It was not as blue as human unconsciousness speculates. It has its quantity of mass and that color that since I was a child has worried me, the marine blue that is not confused with the color of the sky, it is not so blue, it has what I always knew, it is green seawater.

The bus parked at the entrance of the passenger terminal of the port city, its landscape and urbanism resemble all the towns of the Venezuelan coasts. We mobilized with our balanced beach bags to sustain us of some ingredients to stimulate the stay at the edge of the sand and especially the shelter of Alejandro for his priority as an infantryman of "Castilla y Aragon". We were attended with a very kind reception of a canopy and chairs. Natalia and Irina Teresa, his mommy, dedicated themselves to the due and customary feminine nesting in the awnings, uncovered some bags of candies and some drinks to give a more profane sense to the encounter with the aquatic weather. In my condition of knowing some ancestral practices, I practiced some asanas to nourish my lungs purify my blood, increase my strength and optimize the immune system. With the sea air, the lymphatic system is renewed, toxins are eliminated and we fight infections. As everything can not be so mystical and spiritual Irina laughed, happy or funny about my concentrations with the breeze and the color that I got in the vast immensity of water and infinite sky.

They always told me as a child that bathing takes away the "mabita" since I heard that slogan I always go to the sea to take off the "mabita". She lashed hard against the sea waters that swung with a naive manifestation of pleasure and it seemed that the sand rocked her. It was the sea that had its power and its character and its hot, lively, and precious soul. Alejandro unpacked his bag and decided to receive the first ablutions of the swell, he wiped his eyes, swallowed water, his ears were filled with the magical liquid. The children played on the shore as if they had always known each other in true brotherhood. There were no conflicts. Everything was by the blanket of the waters. The expected time was reached. The lunch, the smallest of the party demanded oysters for lunch that there was no lack of oysters. As a family, we enjoyed a spectacular fried snapper. Alejandro already had the scales on his skin and the sun was browning him like a shrimp. He demanded that I bury him like a turtle. The order was consummated. Then he went to clean himself from the sand and the sea was waiting for him to beat him and return him to the shore. Thus we spent the afternoon, without getting the salt off our skin, we decided to return and say goodbye, very kindly to the attention received in Puerto Cabello.

It was a trip made up of a historical tourism content, this Venezuelan region has a lot of richness of the patrimonial culture - - I discovered you and I do not forget you.

I discovered you and I do not forget you, I have the color and taste of your soul in mine, you are supreme. In the sea life is more beautiful, says the lyrics of a song.

• Todas las fotografías fueron tomadas por mi hija Irina @iritere.