Los indiferentes | The indifferent [ESP/ENG]

in Catarsis2 years ago

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Con mirada compungida veo a Francisco en la puerta de su casa. Levanta la mano con el gesto de siempre en señal de saludo. Cuando está de buenas lo primero que hace es acercarse hasta la acera, una de las cosas que le gusta es charlar un rato. Al verlo tan retraído no puedo evitar preguntarle qué le pasa…

—¿Cómo van las cosas, Francisco…?

—Bien..., profe. Bueno…más o menos. Me siento un poco decepcionado. Esta gente a veces cansa…

—¿Y qué pasó ahora…? Cuénteme…

Francisco a sus setenta y cuatro años es un entusiasta líder vecinal. Está pendiente de esos detalles que los demás pasan por alto. Es un convencido que con empeño se pueden mejorar muchas cosas para que la vida en la comunidad sea más placentera.

—Cónchale profe… Ya tenemos varios meses con esta calle como boca de lobo. Al caer la noche no se ve nada y hasta da miedo asomarse a la puerta de la casa. De tanto insistir logré un acuerdo con la gente de Elecentro (la compañía estatal de electricidad). Allá dijeron que pusiéramos nosotros los bombillos y ellos mandaban los instaladores. Con dos bombillos pudiéramos alumbrar casi toda la calle. Pero son cuarenta dólares, profe… Y en la calle viven como treinta familias. Necesitaríamos que cada familia aportara un poco más de un dólar. Pero…

—¿Y qué ha dicho la gente…?

—Lo de siempre profe…que no tienen, que están limpios. Yo entiendo que la situación está difícil, pero si reuniéramos un Bolívar semanal en mes y medio tendríamos esa plata. Caramba profe, no creo que una familia no pueda dar un Bolívar semanal…No les interesa profe…Les da igual vivir a oscuras…

Mientras veo la desesperanza en la cara de Francisco comienzo a pensar en la indiferencia. Yo al igual que él creo que es perfectamente factible que una familia pueda aportar un Bolívar semanal para resolver una situación que los beneficia a todos. Pero si no hay interés, no hay nada que hacer.

Una de las cosas que impactó a mi madre cuando llegó a Caracas, por allá en los años cincuenta, fue encontrarse con la indiferencia de la gente, ver que podían ocurrir cosas a su alrededor sin que eso alterara la rutina de los demás.

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Eso para ella era toda una novedad porque en los campos donde había vivido la solidaridad era la primera norma. Allí era impensable que alguien fuera indiferente ante la situación de los otros. Pero en la vida agitada de la ciudad cada quien anda en lo suyo, pendiente de sus asuntos, sin prestar mucho interés por lo que ocurre más allá de la puerta de su casa.

La indiferencia habla muy mal de los vínculos sociales. Solo en sociedades con tendencia a la soledad es pensable la indiferencia. Mientras más nos aislamos menos interés desarrollamos por ocuparnos de los demás.

Algunos ven en esto el triunfo de un modelo de vida cuya propuesta es encerrarse en sí mismo, y que cada quien se cree su propia burbuja donde pueda sentirse bien sin problemas. Pero la realidad es que por muy solitarios que seamos no es conveniente desentenderse del mundo que nos rodea.

Hay problemas pequeños como el que nos relata el amigo Francisco. Allí la indiferencia solo puede ocasionar una caída por un tropezón en la noche oscura. Pero hay otros asuntos de mayor envergadura, como puede ser, por ejemplo, el de los profundos cambios climáticos producidos por la irracionalidad en el modo de vida, lo que compromete nuestro futuro como especie.

Claro, si somos indiferentes en lo micro será muy difícil que no lo seamos en lo macro. Si no ponemos un grano de arena para resolver el asunto de nuestra calle, pues menos vamos a ponerlo para un problema de talla mundial.

Quizá la indiferencia se alimente por la creencia de que somos impotentes para resolver los problemas del entorno. Pero no es así. Todos tenemos alguna posibilidad de contribuir a mejorar las cosas, las pequeñas y las grandes.

Convencernos de que nuestra acción sí puede producir cambios, que puede ser importante y necesaria es un gran paso para vencer la indiferencia.

Gracias por tu tiempo.

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I see Francisco at the door of his house with a sad look on my face. He raises his hand with his usual gesture as a sign of greeting. When he is in a good mood, the first thing he does is to approach the sidewalk, one of the things he likes to do is to chat for a while. Seeing him so withdrawn, I can't help but ask him what's up with him?

-How are things going, Francisco...?

-Fine..., teach. Well... more or less. I feel a little disappointed. These people are sometimes tiring...

-And what happened now...? Tell me...

Francisco, at seventy-four years old, is an enthusiastic neighborhood leader. He is attentive to those details that others overlook. He is convinced that with hard work many things can be improved to make life in the community more pleasant.

-We've had this street like a wolf's den for several months now. At nightfall you can't see anything and it's even scary to look out the door of the house. I insisted so much that I reached an agreement with the people from Elecentro (the state electricity company). There they said that we should put in the light bulbs and they would send the installers. With two bulbs we could light almost the whole street. But it's forty dollars, teach... And there are about thirty families living in the street. We would need each family to contribute a little more than a dollar. But...

-And what have people said...?

-The same as always, teach... that they don't have any, that they are clean. I understand that the situation is difficult, but if we would gather one Bolivar a week in a month and a half we would have that money. Gee professor, I don't believe that a family can't give a weekly Bolivar...They don't care, professor...They don't care about living in the dark...

As I see the hopelessness in Francisco's face I begin to think about indifference. Like him, I believe that it is perfectly feasible for a family to contribute one Bolivar a week to solve a situation that benefits them all. But if there is no interest, there is nothing to do.

One of the things that struck my mother when she arrived in Caracas, back in the fifties, was to find the indifference of the people, to see that things could happen around her without disturbing the routine of others.

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This was a novelty for her because in the camps where she had lived solidarity was the first rule. There it was unthinkable that anyone could be indifferent to the situation of others. But in the hectic life of the city, everyone goes about their own business, minding their own business, without paying much attention to what is going on outside their front door.

Indifference speaks very badly of social ties. Only in societies with a tendency to loneliness is indifference thinkable. The more we isolate ourselves, the less interest we develop in caring for others.

Some see in this the triumph of a model of life whose proposal is to close in on oneself, and that everyone creates his own bubble where he can feel good without problems. But the reality is that no matter how lonely we are, it is not convenient to ignore the world around us.

There are small problems like the one that our friend Francisco tells us about. There, indifference can only cause a fall due to a stumble in the dark night. But there are other larger issues, such as, for example, the profound climatic changes produced by irrational lifestyles, which compromise our future as a species.

Of course, if we are indifferent in the micro level, it will be very difficult for us not to be so in the macro level. If we do not put a grain of sand to solve the issue of our street, we are not going to put a grain of sand to solve a global problem.

Perhaps indifference is fed by the belief that we are powerless to solve the problems around us. But this is not so. We all have a chance to contribute to making things better, small and large.

Convincing ourselves that our action can make a difference, that it can be important and necessary is a big step in overcoming indifference.

Thank you for your time.

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Todos tus comentarios son bienvenidos en este sitio. Los leeré con gusto y dedicación.

Hasta una próxima entrega. Gracias.


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Las fotos, la edición digital y los Gifs son de mi autoría.


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La indiferencia no nos permite avanzar, y se nos muestra en lo mas macro de este pais llamado Venezuela. Saludos

Sí. Para nosotros es un gran problema. La indiferencia explica mucho porque hemos llegado a la situación que tenemos en la actualidad. Muchas gracias por pasar y comentar, estimada @erilej. Que estés bien. Un fuerte abrazo desde Maracay.

Esto ocurre en casi todas partes y eso es lo triste, siempre hay unos que quieren ser solidarios pero solos no pueden hacer mucho y se terminan cansando como Francisco, muy buena su reflexión

Aguantar mientras los demás no apoyan es difícil, mucha gente termina tirando la toalla. Muchas gracias por pasar y comentar, estimada @yole. Que estés bien. Un fuerte abrazo desde Maracay.

En algunas comunidades la gente son indiferente pero por aca cerca de la escuela donde trabajo recuerdo que había una tuberías de aguas negras brotando por toda la via, la personas de la misma comunidad en conjunto con los trabajadores de la alcaldía lograron reparar el problema, como se dice en la unión está la fuerza en este caso no son indiferentes. Pero cada quien està en su mundo igualmente esto lo afecta a pesar de que sea indiferente.

Cuando la comunidad se une es mucho lo que se puede hacer, la mayoría de los problemas se solucionarían con un poco de participación. Muchas gracias por pasar y comentar. Que estés bien. Bendiciones para la familia.

Amèn amigo

Aislarse, ser indiferente a lo que sucede a nuestro alrededor muchas veces es la respuesta a no obtener resultados como en el caso que relatas. Es cierto, en muchas oportunidades nos cuesta comprender que nuestra acción, por muy pequeña que sea, puede contribuir a la solución de un problema comunitario a la vez que se convierte en motivador para otros. Saludos @irvinc.

Sí, la gente se cansa y eso multiplica la indiferencia. Sin embargo, hay que insistir hasta donde alcancen las fuerzas porque la indiferencia contribuye a que las cosas empeoren. Muchas gracias por la visita y el comentario, estimada @damarysvibra. Que estés bien. Un fuerte abrazo.

Pero es que yo soy indiferente!

Sentí por un momento la deferencia hacia los necesitados, a los desposeídos (según yo) en mi resonaban las palabras “servir como el maestro” pero es que ¿acaso no esas palabras solo son de uso divino? Tuve un negocio pequeño que en poco tiempo se convirtió en una pyme con sus empleados y una centena de clientes B2B (Busines to Busines, de negocio a negocio) el cual fue exitoso durante un tiempo mientras los “necesitados” mis clientes no tenían una mejor opción que mi negocio donde comprar sus productos, pero llegando mi competencia, me dejaron en claro que los centavos valen más que cualquier servicio prestado, ya no digamos, las ayudas, las condonaciones de deudas, las enseñanzas, las alianzas, etc… ¿y que paso conmigo? ¡Quebré! ¡No por ellos si no por mí! Tuve la opción de negarme a seguir ayudando pero no lo hice. Después de mucho tiempo de dolor (fracasar duele) pensé en lo que había pasado y me di cuenta que, la caridad mal entendida de quien la brinda (mi caso) puede producir aletargados morales y que el hombre, todos los hombres, necesitamos el dolor como acicate para mejorarnos…Esos clientes que yo creí desamparados sin mí, siguieron su vida aprendiendo a golpes volviéndose mas recios, más fieros, pero a la vez mas burdos y hostiles aptos para sobrevivir a cualquier circunstancia… Y sobre tu Catarsis de hoy pienso ¿no será mejor dejar sufrir al barrio la desventura de la oscuridad para que encuentren en la inmundicia la oportunidad de redención?
Sin ser demasiado abstracto ¿no cuando caigan y se raspen las rodillas, no cuando sean asaltados al amparo de la noche, no cuando las mujeres de las casas aparezcan violadas y los niños desaparecidos, entenderán que el amor al prójimo es la mejor inversión que pueden hacer?...¿contrario al ahorro miserable que supone guardar en la vasija de la cobranza venidera unos cuantos dólares?
Por eso he decidido sufrir la indiferencia hacia los demás, porque sé que el dolor es un gran maestro.

Claro, todas las situaciones son distintas y es lamentable cuando las personas resultan desagradecidas. A veces se ayuda con buena voluntad y las personas no lo saben apreciar. No obstante, la indiferencia es una actitud que a largo plazo puede amenazar la existencia de la humanidad. Hay problemas de tal magnitud que exigen el compromiso de todos para poder resolverlos. Muchas gracias por pasar y comentar estimado @andresmancera. Que estés bien. Un fuerte abrazo desde Maracay.

Muchas veces la la indiferencia es comodidad, o no me muevo porque otro no lo hace.Y porque el estado tiene que solucionar y asi van pasando la vida.Esto se ve a diario amigo @irvinc , lo que enemos es que no formar parte de este grupo porque juntos y trabajando en equipo se loran las cosas.
Un abrazo