Hispaliterario / Un encuentro con el destino

in CELF Magazine11 months ago (edited)


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   Una sombra surgió de los arbustos del patio, adoptó la forma de un hombre y caminó hacia la puerta trasera de la casa. El hombre pensó en su objetivo, recordó a su amada, respiró profundo y giró el pomo de la puerta, comprobó que estaba sin llave y entró sigilosamente.

   La sala estaba en orden y limpia. Lisa no podía creerlo. Luego de pensarlo varias veces, la noche anterior había espiado por la ventana de sus nuevos vecinos y tuvo que llevarse una mano a la boca para no gritar por lo que descubrió. No durmió en toda la noche y pasó el día entero pensando en eso. Quería contárselo a alguien, pero no encontraba palabras para describir lo que había visto. Aun así, había regresado al lugar para tomar fotos, después que sus vecinos salieron en el coche, como hacían todos los viernes por la noche desde que se mudaron.

   El hombre abandonó la cocina y llegó al pequeño vestíbulo que daba hacia la puerta de entrada. Miró las escaleras que había a su izquierda y pensó que tal vez lo que buscaba se encontraba arriba, en el dormitorio principal. Escuchó un ruido proveniente de la sala y sacó el arma que tenía guardada en la cintura, estaba cargada y lista para ser detonada. ¿Quién podía ser? Se asomó con cuidado a la sala y vio a una chica que tenía un teléfono en la mano, con la linterna encendida, como si estuviera grabando o buscando algo en la penumbra.

   —¿Qué demonios haces aquí, niña? —preguntó, dudando entre bajar el arma o seguir apuntando con ella. Se trataba de la chica que vivía al lado, una adolescente de dieciséis años, la había visto esa semana mientras vigilaba la casa.

   Lisa gritó, asustada. Se volteó hacia dónde provenía la voz y alumbró con su teléfono al extraño que acababa de hablar. ¿Quién era ese hombre? Llevaba un sombrero ancho de cuero, una chaqueta, unos vaqueros y botas rockeras que le llegaba a la mitad de la pantorrilla. Vestía completamente de negro y tenía el cabello largo. En el lado izquierdo de su rostro, había una horrible cicatriz que bajaba desde la sien hasta la comisura de los labios. Su ojo izquierdo permanecía cerrado, como si hubiera perdido la visión.

   Lisa sintió un escalofrío al ver aquella cicatriz.

   El hombre no podía verla bien por la luz de la linterna. Regresó al momento en que su vida había cambiado, como si el tiempo no hubiera pasado, y tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para permanecer en el presente y no jalar el gatillo.

   —Deja de alumbrarme, niña —ordenó, haciendo un gesto de fastidio con la mano que tenía libre—. Apaga esa linterna y sal de aquí.

   —Lo siento —dijo Lisa, nerviosa, y apagó la linterna de su teléfono.

   —¡Ahora vete! —exclamó el hombre, con voz temblorosa—. ¡¿Qué esperas?! ¡Huye! ¡Vete lo más lejos que puedas! Fuiste muy estúpida al venir aquí. Ahora tu olor está por toda la casa. Sabrán que los visitaste y te perseguirán.

   Tras escuchar esas palabras, Lisa sintió que su mundo se venía abajo. ¿Cómo no lo había pensado antes? Si lo que había visto era cierto, su vida no solo estaba comprometida por estar ahí, sino que corría verdadero peligro.

   —¿Cómo sabes…? —alcanzó a decir, pero su voz fue interrumpida por el aullido de un lobo.

   —¡Maldición! Ya están aquí —dijo el hombre, y comprobó que su arma estuviera bien cargada.

   —¿Quiénes? —preguntó Lisa, todavía de pie en medio de la sala, aunque sabía la respuesta.

   El hombre la miró, irritado. No estaba entre sus planes proteger a una niña, pero se sentía obligado a hacerlo.

   —No tenemos tiempo para explicaciones, tampoco espero que me creas, pero tus vecinos no son lo que aparentan. No son médicos, ni músicos, ni actores de televisión o lo que sea que te hayan dicho. Tienen más de mil años viviendo en este mundo bajo la apariencia de personas normales, pero no lo son: la mujer es una bruja y su acompañante es un hombre lobo, o mejor dicho, un pobre perro que tiene de esclavo.

   Lisa volvió a sentir un escalofrío, recordó la sangre esparcida por toda la sala y a la bestia que devoraba un cuerpo humano sobre uno de los sofás. Así que era eso: un hombre lobo.

   —Te creo —dijo—. Desde que se mudaron sospeché de ellos, se presentaron en mi casa y dijeron que eran vendedores de bienes y raíces, pero no pude creerles una sola palabra. Y anoche, escuché gritos y me asomé a la ventana de esta casa y...

   Otro aullido, esta vez más cerca, como si la bestia rondara por el patio.

   —Shhh —espetó el hombre. Caminó hacia las ventanas de la sala, miró hacia fuera y regresó a donde estaba la chica—. Hemos sido engañados —susurró—, saben que llevo tiempo buscándolos y quizás te vieron anoche. Saben que los vigilábamos y ahora estamos aquí, en esta trampa. Por eso no regresaron en coche, pero aún podemos salir con vida. Sin embargo, necesitaré que me ayudes. Yo me quedaré a entretenerlos, mientras tú subes al segundo piso y buscas un cofre en las habitaciones.

   —¿Y qué haré cuando lo consiga? —preguntó Lisa, sin poder creer todavía la situación en la que se había metido.

   El hombre sacó una llave y una daga que tenía guardada en los bolsillos de su chaqueta.

   —Con esto abrirás el cofre y con esto apuñalarás lo que hay dentro —dijo, mientras le entregaba los objetos a la chica—. Es la única forma de matar a la bruja.

   La cerradura de la puerta delantera de la casa se quejó, como si estuvieran intentando abrirla, y el hombre salió al vestíbulo para enfrentar a quienes acababan de llegar.

   —¡No te quedes ahí parada! —gritó—. ¡Corre, niña! ¡Se nos acaba el tiempo!

   Lisa obligó a sus piernas a moverse y subió corriendo las escaleras, mientras el hombre permanecía de pie en el vestíbulo, apuntando hacia la puerta. Cuando llegó arriba y volteó a ver qué sucedía en el rellano de la entrada, observó que la puerta se abría y aparecía su vecina vestida de rojo, acompañada de la bestia que había visto la noche anterior; era tan hermosa como la recordaba. Luego entró en una de las tres habitaciones que había en el segundo piso y comenzó a buscar el cofre.

   —¿Qué tenemos aquí? —exclamó la bruja, mirando sonriente al hombre—. ¿Acaso no estás cansado de este juego, hermanito?

   El hombre se llevó una mano hacia la cicatriz de la cara, sintiendo un repentino dolor, y miró con odio a la bruja y a su acompañante.

   —¡He venido a matarte Griselda! ¡A ti y a tu maldito perro! ¡He venido a vengar la muerte de mi amada! ¡Y no descansaré hasta lograrlo!

   La bestia, que había llegado en cuatro patas, se irguió, lanzó un gruñido y mostró sus afilados dientes. Era tan grande como un oso, con el pelaje negro y los ojos amarillos.

   —Sabes que no puedes hacerlo, Henry —dijo la bruja—. ¿Cuántas veces lo has intentado y has fracasado? —Soltó una carcajada y chasqueó los dedos. Sus ropas se transformaron en una larga túnica negra y un báculo dorado apareció en su mano derecha—. Ya no sé qué hacer contigo, hermanito. Dejaré que Egil se encargue de ti, mientras me divierto un rato con nuestra vecina —añadió sonriente. Después golpeó tres veces el suelo con el báculo y desapareció.

   Lisa entró en la siguiente habitación. Estaba sudando y temblando de miedo, pero apretaba con fuerza la llave y la daga que el extraño hombre le había dado. Escuchó dos detonaciones provenientes de la sala y se apresuró a encender la luz de la habitación. Estuvo a punto de desmayarse cuando vio a la mujer sentada frente a la peinadora, alisándose los cabellos, con una túnica negra en vez del vestido que lucía antes.

   —¡Dios mío! —exclamó, al ver que el reflejo de la mujer en el espejo era el de una vieja de cabellos plateados, aunque seguía siendo hermosa. Luego miró hacia la cama y observó con desesperado anhelo el cofre que estaba sobre la mesita de noche.

   —Así que mi hermano te contó sobre el cofre —dijo la bruja, viéndola a través del espejo.

   —¿Tu hermano? —inquirió Lisa, confundida.

   La bruja dejó de peinarse, bajó de la silla, agarró el báculo que había dejado a un lado de la peinadora y caminó hacia el centro de la habitación. Lisa estaba hipnotizada por la belleza y magnificencia de aquella mujer, su corazón se debatía entre admirarla o temerla.

   —Hace muchos años —relató la bruja, golpeando varias veces el suelo con el báculo. Una nube de humo inundó la habitación y en ella aparecieron imágenes de una vieja villa—, cuando el hombre vivía en armonía con todos los seres mágicos, nacieron dos hermanos, hijos de magos, condenados a vivir y morir juntos. Eran dos niños hermosos. Ella, bendecida con el don del conocimiento, llamada Griselda, traería paz al mundo. Él, bendecido con un corazón noble y valiente, llamado Henry, se encargaría de que la luz de su hermana no se corrompiera jamás. Para asegurarse de que estuvieran juntos, a pesar de los años y las guerras venideras, sus padres lanzaron un poderoso hechizo sobre ellos. Ataron los corazones de los niños, el uno al otro, y los encerraron en un cofre que ambos deberían proteger si querían vivir eternamente.

   Lisa no podía creer lo que estaba viendo. Las imágenes formadas por el humo se sucedían unas a otras y mostraban todo lo que la bruja iba contando, como si se tratara de una película.

   —Los niños crecieron y se convirtieron en una bella mujer y un guerrero valeroso. Sus nombres eran conocidos por todos en aquellas tierras. Su fama era tan grande, que a menudo eran visitados por viajeros de otras partes del mundo que buscaban la cura de una horrible enfermedad o la solución a una disputa que había ocasionado centenares de muertes. Pero un día, fueron visitados por una mujer llamada Beatriz, que buscaba sanar el cansado y viejo corazón de su padre. Ambos se compadecieron de ella y la ayudaron.

   Lisa notó lo bella que era Beatriz. Sus cabellos eran negros y su rostro campechano, pero angelical. Su cuerpo delgado y frágil, invitaba a protegerla de cualquier cosa que pudiera dañarla.

   —Luego Henry declaró que se había enamorado de ella y le propuso matrimonio. Griselda estaba muy feliz por su hermano y llenó de regalos al nuevo matrimonio. Sin embargo, Beatriz era una mujer egoísta y ambiciosa. Tras un mes de casados, Henry cambió por completo con su hermana y trató de robarle, por petición de Beatriz, el báculo dorado que permite realizar cualquier hechizo. Griselda se dio cuenta a tiempo de lo que ocurría y le pidió a su hermano que dejara para siempre a su esposa porque no le convenía. Él se negó e intentó matarla, pero la magia de Griselda era más fuerte que el coraje de su hermano. Al ver que él no cedería en su empeño, le quitó la vida a Beatriz y lo encerró en un calabozo, con la esperanza de que un día caería la venda que lo cegaba, pero el odio surgido a raíz de todo eso, creció como la mala hierba en tierra fértil.

   El hombre lobo se abalanzó contra Henry, mostrando las garras y dejando al descubierto los dientes. Henry lo apuntó con el arma y le disparó dos veces, una bala fue directa al cráneo y otra al pecho. La bestia cayó al piso y se retorció de dolor, gimiendo como un perro al que acaban de patear.

   —Balas de plata —dijo Henry—, mandadas a hacer especialmente para ti.

   Luego subió por las escaleras y buscó en cada una de las tres habitaciones a su hermana y a la chica. Cuando llegó a la última puerta, no podía abrirla. Intentó hacerla venir abajo con el peso de su cuerpo, pero parecía protegida por una especie de escudo invisible. Cambió el cartucho de balas de plata por uno normal y lo descargó contra el pomo, pero las balas rebotaron como si fueran de goma.

   —¡Maldición! —exclamó.

   La nube de humo se disipó y en el centro de la habitación volvió a aparecer la bruja, pero esta vez no parecía tan segura de sí misma como antes, sino más bien triste y afligida.

   —¡Griselda! —gritó Henry desde el pasillo—. ¡Abre la maldita puerta y terminemos con esto de una vez por todas!

   —Mi hermano tiene razón —dijo la bruja—. Creo que ya es hora de poner fin a nuestra historia. No es nuestra culpa que estemos condenados a vivir y morir así, por este amor enfermizo que nos une.

   Lisa no sabía qué pensar de todo aquello. Iba a decir algo, pero se contuvo. Estaba confundida y ahora no sabía de qué lado ponerse.

   —Quise matarte desde el primer momento que te vi —le dijo la bruja—. Pude notar en tus ojos que tarde o temprano nos descubrirías a mi fiel sirviente y a mí. Sin embargo, no contaba con la aparición de Henry. Es imposible deshacerme de él. Solo hay una manera, pero… ¿Te gustaría hacernos el honor de morir en manos de un alma inocente como la tuya?

   Lisa no respondió.

   La bruja sonrió tristemente, golpeó el suelo con el báculo y el cofre que estaba en la mesita de noche se elevó y salió disparado en dirección a ella, hasta llegar a sus manos. Henry seguía gritando que abrieran la puerta, sin poder hacer nada más. Lisa apretó el mango de la daga y por primera vez tuvo conciencia de lo que tenía en sus manos. Era un arma pequeña, pero mortal. Brillaba con una luz plateada especial, como si la luz de la luna estuviese contenida en la hoja.

   La bruja se paró frente a Lisa, con el cofre en la mano y sacó una llave que le colgaba del pecho.

   —Siempre tuvimos el poder de decidir cuándo pondríamos fin a nuestras vidas. Mi hermano ha querido hacerlo desde que asesiné a su querida esposa, pero yo quería vivir más, conocer el mundo y ver qué le depararía a la humanidad. Mis ojos ya han visto demasiado y mis manos están manchadas de sangre como la de cualquier otro mortal. Después de todo, la luz con la que fuimos bendecidos murió el día en que él contrajo matrimonio y nos separamos. Nunca se lo dije, pero sufrí mucho al no tenerlo cerca de mí.

   —Estabas… celosa —susurró Lisa.

   La bruja asintió y una lágrima se deslizó por su mejilla. Luego respiró hondo e introdujo la llave en el cofre.

   —De cierta forma, estaba esperando este día. Así que no te preocupes, niña, nos harás un gran favor.

   Lisa miró el interior del cofre y contempló los dos corazones atados el uno al otro por un hilo dorado, tan fino como el que se usa para cocer, pero reluciente como el oro bruñido; ambos latían al mismo ritmo. Miró de nuevo a la bruja y esta asintió, en señal de que podía proceder. Empuñó la daga y atravesó los dos corazones, sintiendo una amarga tristeza en su pecho.

   La nube de humo volvió a inundar la habitación y proyectó imágenes de un valle verde y frondoso. Cerca de una cabaña, a orillas de un río, un niño y una niña se encontraban pescando.

   —¡No es justo! —chilló la niña—. No he pescado nada y tú ya estás por llenar tu balde.

   El niño se echó a reír.

   —Te dije que sin magia no podías ganarme.

   —Tramposo —dijo la niña, a punto de llorar de pura rabia.

   El niño volvió a reír, esta vez con más ganas, y dejó la caña de pescar a un lado, sobre la piedra en la que estaba. Se acercó a su hermana y le dijo:

   —Esto lo hice para enseñarte que la magia no lo es todo en la vida, hermanita. Tienes que aprender a no depender de ella. Algún día no estaré aquí para cuidarte y aún te falta mucho para conocer todos los hechizos que existen.

   —Mentiroso —dijo la niña—. Lo hiciste para fastidiarme. Además, si un día me dejas sola, no te lo perdonaré.

   El niño repitió lo que su hermana había dicho, haciendo muecas graciosas y poniendo la voz la chillona. La niña se levantó y comenzó a perseguirlo por toda la orilla del río. Al rato, estaban jugando, riendo, brincando, metidos en el agua, salpicándose el uno al otro, mientras las horas pasaban plácidamente.

   La nube de humo se disipó y Lisa se descubrió sola en la habitación. La daga, las llaves, el cofre y el báculo habían desaparecido. La bruja no estaba por ninguna parte y los golpes en la puerta habían cesado. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se acostó a dormir y no pudo conciliar el sueño por querer ir a averiguar quién había gritado en casa de sus nuevos vecinos? ¿Será que en realidad estaba dormida, en su cama, y aquello no era más que un sueño? Se pellizco para comprobarlo, pero nada cambió.

   Salió de la habitación y vio que había algunos casquillos de balas en el pasillo. Bajó las escaleras y se encontró con el cuerpo desnudo de un hombre, que tenía dos impactos de bala, uno en el pecho y otro en el cráneo. Regresó a su casa, en medio de la oscuridad y el silencio de la madrugada, pensando en todo lo que había pasado. ¿A quién podía contarle sobre eso? ¿Tenía que reportarlo a la policía? ¿Era posible que alguien le creyera?

   —Maldición —dijo, cuando llegó a su habitación, tras recordar que no había tomado ni una foto; pero no quería regresar para hacerlo.

   Se acostó pensando en la historia de los hermanos, creyendo que tal vez se había vuelto loca y se había inventado todo aquello; aunque seguramente al día siguiente alguien descubriría el cuerpo del hombre lobo. Pensó otra vez en llamar a la policía, pero desistió. Estaba muy cansada para darle más vueltas al asunto.

   Al cabo de unos minutos, se quedó dormida.


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Esta es mi participación en el Hispaliterario / LA TRAMPA, un concurso de escritura organizado por @hispapro, con el apoyo de @ecency y las demás comunidades aliadas: CELF Magazine, Literatos y Writing Club. Invito a participar a @nancybriti1 y @annafenix.

Aunque la historia no encaja por completo en la sinopsis que nos dieron para el reto, esto fue lo que salió cuando me senté a escribir y me ha gustado el resultado. Debido a la extensión de la misma, no traduje la publicación al inglés. Lo ideal hubiera sido escribir otra cosa, pero no quería dejarla guardada entre mis archivos.

Agradezco mucho la lectura, espero la hayan disfrutado.

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• Fotografías: I, II, III.

• Recursos gráficos: I, II.

• Diseño: Photoshop CS6.

• Traducción: Deepl (versión gratuita)

• Photography: I, II, III.

• Graphic resources: I, II.

• Design: Photoshop CS6.

• Translation: Deepl (free version)

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Wao, el contexto es tramposo porque me atrapó sin darme cuenta.
Lisa fue bien arriesgada, yo ni loca me acerco a un sitio bajo semejante atmósfera tenebrosa... pero bien reza una frase, la curiosidad mata al gato.

Tienes una habilidad muy grande para crear una trama que nos mantenga en suspenso de principio a fin, y ésta me dejó impactada. ¡Buenísima! Felicidades amigo. Gracias por la invitación.

Jeje me alegra saberlo. A la edad de Lisa, la mayoría somos arriesgados; aunque yo tampoco hubiera regresado a ese lugar después de ver lo que ella vio.

Gracias a ti por tu apreciación y comentario, amiga. Ojalá te animes a participar. Me contenta que hayas disfrutado la lectura. ¡Un abrazo!

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¡Gracias!

Muchas gracias por el apoyo. Saludos.

Una historia bastante interesante y con atención al detalle. Me gusta la manera en como vas desarrollando la historia y nos involucras sentimentalmente con los personajes, mostrándonos sus motivaciones y el porqué han llegado a ser lo que son.

Me parece algo triste que al final ambos hermanos se hubieron ido sintiendo rencor entre ellos.

¡Saludos!

Gracias. También disfruté conocer mejor a los personajes, no lo tenía previsto y de cierto modo ellos tomaron las riendas de la historia. Me gusta mucho cuando eso pasa. Aunque es una pena que las cosas hayan terminado así.

Agradezco que te hayas tomado el tiempo de leer y dejar un comentario. ¡Saludos!

Vaya que quede engañada al principio jaja no esperaba ese plot twist pero si que sabes como atrapar al lector con tus relatos. Esto deja como enseñanza que el amor enfermizo solamente lleva a destruccion, tarde o temprano esa obsesion y esa ligadura te consume y no tienes escapatoria, triste pero cierto.

Excelente relato amigo ❤️

Yo tampoco jaja. La historia se me fue de las manos cuando apareció la bruja y dijo que era el hermano del hombre extraño. A partir de ahí, solo podía escucharlos a ellos. Concuerdo contigo. De cierta forma, ninguno de los dos tenía la culpa de la carga que les pusieron, y tal vez por eso todo terminó tan mal.

Gracias por tu apreciación. Un abrazo ❤️

Un excelente rato, que presenta la trampa, con atrapantes situaciones intensas y luego se diluye en un final ambiguo, haciendo pensar sobre la realidad de los sucesos.
Me gustó mucho @juniorgomez
Suerte en el concurso

Gracias por la valoración y el comentario, estimada @mllg. Me alegra que hayas disfrutado la lectura. Un gusto tenerte de visita. Saludos.

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Gracias por el apoyo. Saludos.

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Me gustó mucho la historia, @juniorgomez, sobre todo ese giro de trama al final. Creí por un momento que la bruja iba a matar a Lisa, en verdad lo creí, pero al final fue todo lo contrario. Hasta pena me dieron los dos hermanos. Mucha suerte en el concurso, compañero. ¡Saludos y que pases un bonito día!

Me alegra mucho saberlo, estimada @vickaboleyn. Yo también sentí pena por ellos, es triste que todo haya terminado de esa manera. Gracias por tus buenos deseos y tu visita. Qué tengas feliz tarde. ¡Un abrazo!

Excelente historia @juniorgomez Me mantuvo atrapada durante toda la lectura, el manejo del suspenso es fenomenal. ¡Suerte!

Gracias por su lectura y apreciación, estimada @beascribe. Saludos.


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