Sí, definitivamente mucho ha cambiado el mundo desde mi infancia hasta hoy. Cuando era niño todavía el machismo imperaba en el planeta, por lo tanto los sexos tenían roles muy definidos y si te sales de esos patrones simple, eres un paria social . En tal sentido a los varones se nos enseñaba a jugar y practicar cosas de hombres: peleas, fútbol, béisbol, mientras a las niñas se les encaminaba a participar en disciplinas como la gimnasia, voleibol, nado sincronizado, deportes estos que no implicaba algún tipo de demostración de virilidad aderezada con testosterona.
Pero mi hermana mayor se negaba siempre a ser como los demás querían que ella fuera, no sé si era por rebeldía, porque quería demostrar que es distinta a los demás o por su naturaleza en sí, pero lo cierto es que a ella siempre le gustaron los juegos y deportes que la sociedad definía como para niños. A diferencia de hoy en día en nuestra infancia los niños jugábamos en la calle, veníamos de la escuela, comíamos, tomábamos una siesta, luego las tareas y para la calle a jugar (aunque lo de la tarea en mi caso generalmente lo omitía).
Imagen tomada de Freepik
Tras nuestra casa había una especie de patio vacío, allí los chamos nos dirigíamos para jugar y hacer deportes. Generalmente habían más varones que hembras y las chicas siempre se divertían saltando la cuerda, jugando con las manos o peinando muñecas, cosas que a Veru (mi hermana) le aburría a muerte. Siempre nos pedía jugar con nosotros y en seguida la pandilla le advertía que nuestros juegos se de niños, que no respondemos si recibe un golpe un "mal golpe", a ella no le importaba, se unía a nosotros como si fuera uno más.
Mi madre vivía angustiada por ella, "hija tienes que jugar con niñas, los varones son muy brutos", "hija, las señoritas no juegan así, ¿por qué eres tan porfiada? En lo particular adoraba jugar a los carritos, al fútbol y al béisbol con ella, no me sentía solo, como apartado por ser el único varón con dos hermanas, pero mis padres insistían en cegregarnos: "las mujeres deben jugar con cosas de mujeres y los hombres las suyas, punto". Supongo que a los viejos les preocupaba que ella se hiciera "marimacha", ni pensar en la idea que de crecer se hiciera lesbiana.
Recuerdo una navidad por alguna causa recibí de regalo un balon muy raro, era de fútbol americano, no sabía nada de ese deporte pero en seguida pensé que los muchachos sabrían de qué se trata. Al mismo tiempo podía ver la decepción de Veru cuando rompió el papel de su regalo y sale a la luz un juego de tacitas y platitos rosa para el té, ella quería algo más varonil, por ejemplo mi balón de fútbol américano el cual en seguida le pareció la cosa más divertida del mundo.
Obviamente lo llevé al terraplén con la pandilla, uno de ellos medio nos explicó cómo se juega y en seguida Veru se nos unió porque quería participar en el primer juego de fútbol americano en el barrio. Yo le advertí que este juego es rudo pero ella simuló que me prestaba atención mientras me quitaba el balón para dirigirse al campo con la pandilla. Recuerdo que todos recibimos golpes, raspones y moreetones, también ella pero estaba eufórica porque nadie la alcanzó corriendo. Mi madre nos gritó a mi por no defender a mi hermana y a ella por no ser una dama.
Con el tiempo fuimos creciendo, ella a la larga se hizo profesional, femenina y tan independiente y emprendedora como cuando era niña, sigue siendo una loca por los deportes, especialmente los de contacto pero otros intereses acapararon su vida: un esposo y su propia familia (!ufff¡ respira mi madre). Afortunadamente esa división retrógrada con que crecimos los de mi generación las siguientes no la aceptan, ya no se ve mal que las chicas se integren a los juegos y deportes de los niños aunque sigue siendo un tabú cuando pasa lo contrario (varones en actividades de chicas). Quizás el confinamiento nos otorgue momentos para reflexionar y dejar que esas diferencias estúpidas mueran con el COVID-19.
