Capítulo II — Gritos
— “¡¿Vas a seguir los asquerosos pasos de tú estúpida madre?! Me repugnas. Fuiste la razón del fin de su vida; nunca debiste nacer”. —Me miro con odio y desprecio. Ya era costumbre ese tipo de conversaciones. Un padre con remordimientos, un sinfín de insultos y actitud atroz.
Levantándome con cólera le grito. — “¡Te odio! ¡Eres un desgraciado! ¡No valoras a tú hija y mucho menos a tu difunta esposa! ¡Fuiste un cobarde con mi mamá! Es más, siempre serás uno”. —En lo cual siento un terrible dolor en mi rostro, el desgraciado me había golpeado. Levanto el rostro mirándolo a los ojos, retándolo. —“Jamás me hables así, escoria”. —
Me dejo mi ojo derecho morado y un pedazo de mi alma hecha añicos. Solo podría ignorar que me encontraba en un estado físico y emocional crítico.
Me sentía tan frágil y fragmentándome cada segundo que transcurría. Una vida tan corta hostigada y llena de cólera. No garantizaba una vida llena de esperanzas y sueños. Solamente grandes intervalos de sufrimiento.
Me vestí y me dirigí hacia la universidad. Sería una locura ir con un ojo morado. Pero daba la casualidad que tenía que presentar un examen de cálculo. Con el terrible profesor Antonio Salazar, me detesta por el simple hecho que lo interrumpo al corregirlo. ¿Es mi culpa que tenga una terrible ortografía?
Al llegar me percato que todos me observaban. Sentía que con cada mirada me perforaba como una espada, rompiéndome cada vez más. Aumento mi paso hacía el salón, agradecí que estaba vacío. Claro, era lógico faltaba una hora para clase. Tomo los últimos asientos de la fila mientras me acomodaba. Ya no podría seguir fingiendo más. Sentía que en cualquier momento caería en una crisis nerviosa. Solo pude llorar.
Ver como mis lágrimas caían como un gran diluvio, mis llantos como una gran tempestad. Me daba cuenta de lo miserable que había sido mi corta y descabellada vida.
En lo cual entra un compañero de clase, Vicent. No era muy bueno con las relaciones interpersonales así que decidí solo bajar mi cabeza y quedarme recostada por un buen tiempo… Hasta que me comentó: “No llores más”.
Todavía ocultada en la mesa y le respondo. —“No te metas”
—“Oye, solo trato de ser amigable, todos tenemos problemas. Por muy grandes que puedan ser, habrá solución. —comentó de manera relajada. En lo cual levanto abruptamente mi rostro para que lo observara. Todo se queda en un silencio incómodo. Me observaba con impotencia y su rostro reflejaba que quería golpear al que me había ocasionado esto. Pero solo se limitó a decir lo siguiente: “Tranquila”.
Aquella palabra resonó por toda mi alma, ocasionando eco en mi corazón. Una pequeña sonrisa de formo en mis labios, pero en un santiamén rompí en llanto. Me levanté de mi asiento lo más rápido posible para huir de allí, no deje que comentara algo.
Al momento de llegar a calle, por suerte visualicé un autobús. Solo me subí y me aproxime a sentarme en la parte trasera. Saque el frasco de píldoras, mientras las admiraba. Me contuve, no podría hacerlo aquí. Llamaría la atención, en lo cual me baje en la próxima parada y camine 6 calles para llegar a mi hogar.
Tuve que parar un par de veces por el cansancio. Medio día y un clima extremadamente sofocante.
Al llegar subí directamente a mi habitación, saqué el frasco de píldoras y de manera apresurada tiré todo lo demás al piso. Encendí mi reproductor de música y al son del violín de Antonio Vilvadi — La Stravaganza. Dejo mi cuerpo caer sobre mi recámara mientras tomo dos píldoras. Así podré escapar de esta realidad que carcome mi corazón.
Cierro mis parpados de manera más lenta que el minutero de un reloj hasta que caí en un profundo sueño.
Segunda noche — Piedras resbaladizas.
Cuando tomo conciencia, voy cayendo. Entro en pánico y desesperación. El miedo se apodera de mi cuerpo. Agitada me percato que no estoy cayendo. Estoy subiendo, después de unos segundos que sentí eternos logré divisar la luz solar, desemboque en un gigantesco rio turbio. Lo más probable es que había avistado la última vez en mi recorrido hacía el inmenso árbol. Mi cuerpo es llevado por su inmensa y brusca corriente en lo cual llego a un punto muerto en donde el agua es calmada y no se mueve. Observo grandes pierdas cubiertas de un moho verde olivo. Años pasaron para que aquel moho creciera con tal volumen. Que cubrían los alrededores de está. Intento escalar, pero por mucho que lo intente no logro tal cometido. Me había dado por vencida
Pero a lo lejos escucho una voz que había escuchado antes. —“¿Te ayudo?”— Comento en lo cual de pronto cae una cuerda, hago el intento de subir pero es muy complicado para mí. ¡Joder! Si solo hubiese colocado empeño en las clases de Educación Física. Sonreí hipócritamente burlándome de mi desgracia, entre varios intentos logré subir un poco mano, de pronto observo que alguien me extiende la mano, sin dudarlo dos veces apreté su mano y me subió con una fuerza descomunal, ya en pie al contemplar detenidamente a la persona que me ayudo, es sin dudas el chico de aquel momento, me observaba con un rostro de desprecio y solo comento: — Ese es el Rio de las Lágrimas, llamado así por el sufrimiento de las personas, cuando esta ya tiene el alma destruida, el rio te arrastrará con ímpetu hasta llegar a una zona calmada y tranquila, donde te aprisionará hasta que sucumbas ante él y seas parte de él. —
Me asusta por un instante, pero estaba en completa calma, el me retiro de ese final definitivo; No quisiera que este sueño terminase, no aún…
Le pregunto abstraída — ¿Por qué me ayudaste? —
A lo que el cotillea — *Estúpida, solo lo hice porque quise, no tienes nada de especial. *—
Con una cólera invadiéndome le respondo alterada: — No te conozco y ya te odio.
El al oír esas palabras, sencillamente se dio a vuelta y se fue del lugar.
Alterada vocifere — No necesito tú ayuda — he inmediatamente me di la vuelta y me dirigí en sentido contrario a él.
Entre balbuceos y berrinches, observo ya a lo lejos, una torre, algo vieja, como mi curiosidad siempre ha sido un gran defecto mío, de pie faltando unos veinte metros ante aquella torre, pensé: ¿Qué habría en una torre en el medio de un bosque?, Solo habría una manera de averiguarlo, ir hacia allá.
En un santiamén me encontraba ahí, tenía alrededor de cinco pisos de altura, muy deteriorara, con pequeños derrumbes, a pesar de todo eso, aún se mantenía en pie, como si nunca fuese a caer, con cuidado y en un estado de alerta, abrí la gran puerta de madera, al tocarla me percaté que era de roble, era muy pesada y rechinaba al abrirla, al entrar la luz solar, entre polvo y telarañas solo había una escalera que subía los cinco pisos, entre pasos y escalones escuchaba un llanto, no muy escandaloso, era sutil y frágil, ya llegando al último escalón y observando una gran puerta de madera de nogal, un hermoso color marrón chocolate con un grano precioso; abriendo con extremo cuidado, detallo que el llanto provenía de una pequeña y dulce niña, me acerque lentamente y le comente con una mueca de sonrisa en mi rostro — *Pequeña, ¿Por qué lloras? — *
Ella solo me observaba como si ya me conociera y con una frágil y quebrada voz me responde: —* ¿Por qué lloro?, ¿Por qué nunca se acaba el dolor? ¿Por qué siempre derramo lagrimas?, simplemente no lo sé, hace mucho que no he parado de llorar.— *
Aquella niña me hacía romper mi alma, como puede llorar sin saber el motivo, sería solo un capricho; bueno aún no lo sé…
Observándola detalladamente que su tono de piel es muy blanca, casi transparente, su cabello un blanco opaco, y sus ojos color magenta, eran muy lúgubre, como si pudiera ver su alma atreves de ellos.
Intente varias veces de hacerla que sonriera, pero nada funcionaba, solo su llanto escuchaba y lágrimas derramaba como un inmenso diluvio, su dolor sin explicación, su llanto sin emoción, me hacían pesada, como si de un campo magnético se tratase, haciéndome arrodillarme y finalmente una pequeña y corta lagrima sale por mi ojo derecho, la pequeña niña solo se acercó, me limpio la lagrima y solo comento: — “No derrames más sufrimiento, tú agonía es mucho más grande que tu felicidad, tú te dejaste dominar, tú corazón no lo soportará mucho más, sucumbirás ante la oscuridad, y tus pesadillas se harán realidad”. —
Como puede esa niña tener un léxico tan excelente, y hablarme de esa forma, fue increíble, me dejo en un estado de shock, sin poder hablar solo baje la mirada y le respondí de manera sutil. — **“Podré tener una vida miserable, y sí, quizás mi corazón no lo soporte, pero no puedes hablar de mí, no conoces mi dolor, ¿Qué sabrás tú de felicidad?, Solo muestras soledad y dolor, quizás no sepas que signifique la felicidad, así que te enseñare, que no todo es dolor y agonía, entre partes fraccionadas hay momentos donde la felicidad te agobiara y sonreirás, se mi amiga, yo te prometo salir de esta soledad”. — Por una fracción de segundos su llanto calmo y a pesar de que aún brotaban lágrimas de sus ojos, pude observar una clara y sincera sonrisa de ella, entre sonrisas ella me comenta — “Quise antes salir de esta torre, pero nunca tuve el valor de poder hacerlo yo misma, por mucho que más lo intentaba, al llegar a la puerta, mil lagrimas brotaban de mis ojos, solo decidí quedarme aquí, hasta que ya deje de llorar más.” —
—“No estarás más sola, estaré a tú lado y te enseñare el significado de la palabra felicidad, y serás mi amiga… Por cierto Mi nombre es Nora, Nora Stella.” —
—Gracias Nora, mi nombre es Aura…—
De pronto mi cuerpo no respondió más, la luz se apagó, el sonido se extinguió, el aliento se me escapo, solo caí.
Pensamientos inundaron mi mente: ¿Quién soy?, ¿Por qué existo?, ¿Por qué vivo?, ¿Por qué lloro?, ¿Por qué siempre estoy cayendo a un vacío?...
Las imágenes no son de mi autoría, doy felicitaciones al artista.
¡Gracias!, Trato de hacerlo siempre lo mejor posible, por ustedes, los lectores.