No hace falta inventar un nuevo sistema educativo para lograr una educación de calidad en Venezuela; lo tenemos a horas de vuelo, por ejemplo en Finlandia. Su sistema está funcionado; copiémoslo, seamos prácticos, no perdamos más el tiempo en encontrar una fórmula magistral si ya existe.
Sin lugar a dudas, al desafío más importante al que se tiene que enfrentar nuestro futuro gobierno en esta legislatura es a la mejora de la educación. Y en este desafío debe entrar la educación en la diferencia, en la equidad y en la igualdad, porque si no, estaría mal llamada educación de calidad. El sistema deberá adaptarse a las características del alumno, y no el alumno al sistema.Uno de los objetivos que se debería dejar resuelto en esta inminente legislatura, es la despolitización total de la educación, como ocurre en otros países de la CEE, una educación igual para todos los Venezolanos.
Estaremos todos de acuerdo, -y el que no lo esté que se vaya haciendo a la idea-, que nuestro sistema educativo ha fracasado, no funciona, está obsoleto y manipulado. Los maestros deben recuperar su prestigio social y los alumnos tenemos que estar atendidos y motivados. Por lo que un pacto entre todos los partidos políticos, en el que se comprometieran a no tocar la educación sería un buen principio. El futuro de los proyectos educativos no puede depender de quién gane las elecciones. Si un proyecto, sea del partido que sea, es bueno para todos, debe aprovecharse; es de sentido común.
Un sistema educativo ‘real’ de calidad sería libre de ideales políticos, con maestros de vocación; reconocidos socialmente, bien preparados y remunerados, y con las necesidades individuales de cada alumno atendidas. Nadie debe quedar descartado ni por razones intelectuales ni económicas, porque entonces no sería ni igualitario ni equitativo. El talento no entiende de clases sociales, las oportunidades sí; esas son las que hay que retocar para que a ellas podamos acceder todos por igual.
Actualmente, en la escuela pública, no se evalua la creatividad, la iniciativa, el compromiso, el entusiasmo, la capacidad de liderazgo, las habilidades tecnológicas, la adaptación al trabajo en equipo, y por supuesto,no se tienen en cuenta nuestras propuestas ni contribuciones. El cambio tiene que llegar por sustituir la rígida y anticuada mentalidad de “yo hablo y tú me escuchas”, a una emprendedora, en la que todos podemos aprender de todos.
Esto ya comentado, para muchos es pensado como un imposible, la tarea es comenzar por alli. Es decir, cambiar ese constructo mental y pensar en ello no como un imposible sino como un arduo trabajo que debemos emprender lo más pronto posible.