Encuentro de Talentos: Tema Libre. ¿Cuál es esa verdad que me hace libre?

Recuerdo que era una fresca mañana.

Bajo el cielo azul de Galilea, Jesús y sus discípulos se encontraban caminando por un sendero que culebreaba entre campos dorados de trigo, casi listos para la cosecha.

Aún siento el aroma de las flores silvestres que inundaba el aire, y el canto de los pájaros que formaba una cadencia con el murmullo del viento. La luz del sol, acariciaba suavemente el paisaje, proyectando sombras alargadas que danzaban al ritmo de la brisa y el canto fresco de las aves.

¡Qué momento tan grato!

De repente, el Maestro se detuvo en una colina, desde donde se podía ver perfectamente, el Mar de Galilea, el cual brillaba como un espejo frente a nosotros.

Sus nuevos discípulos, aquellos que se habían convertido en el templo, atentos y expectantes, formaron un círculo a su alrededor. Aunque algunos se sentaron en la hierba, otros permanecimos de pie, ansiosos por escuchar las palabras del buen maestro.

_{La verdad, es un estilo de vida, no una filosofía}
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Con una voz cálida, serena, pero contundente, Jesús comenzó a hablarnos sobre la importancia de la verdad y de vivir apegados a ella, como si en verdad ninguno de nosotros la conociéramos.

— "Si ustedes permanecen en las palabras que les digo, serán verdaderamente mis discípulos," dijo Jesús, y mirándonos a cada uno a los ojos; luego volvió a decirnos "y conoceréis la verdad, y la verdad los hará libres."

Nuestros pensamientos, como siempre, comenzaron a impacientarnos.

¿Cómo este dice que seremos libres? ¿Acaso no somos hijos de Abraham? ¿Si nunca hemos sido esclavos, cómo nos hará libres?

Mientras otros murmuraban:

¿De quiénes estará hablando?

Entre nosotros intercambiamos miradas, unas de incredulidad, pensando que el nuevo maestro se había vuelto loco, pero otros reflexionamos sobre el profundo significado de sus palabras, sin entender a cabalidad a lo que se estaba refiriendo realmente.

— Algunos de ustedes creerán, dijo Jesús alzando la voz, que conocen la verdad de la que les estoy hablando, sin embargo, no es la misma verdad que han escuchado desde siempre y que han creído que es la única que existe.

Jesús nos explicó cómo la verdad, no solo era un mero concepto filosófico, sino una fuerza liberadora que podía transformar nuestras vidas. Nos habló del verdadero amor al prójimo, la compasión, la justicia, y de cómo vivir, de acuerdo con estos principios, nos llevaría a una libertad interior que ningún gobierno opresor podría arrebatarnos. Entonces, seríamos verdaderamente libres.

— ¡Ahora sabemos que estás loco, Jesús! Nunca hemos sido esclavos, dijo uno de ellos, sintiéndose ofendido por el mensaje de Jesús.

— Si verdaderamente fueran libres, replicó Jesús, no tendrían problema alguno en aceptar lo que les estoy diciendo, serían discípulos míos y no procurarían matarme para callar las verdades que hablo públicamente.

Volvió a decirles:

— Esto no se trata de conocer alguna información que se supone, es la verdad absoluta sobre un asunto. ¡No! Simplemente, es entender y comprender cabalmente, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Es tener claro quiénes somos y cuál es nuestra misión de vida. Solo así, serán libres de prejuicios.

Luego, después de un minuto y mirándolos fijamente, les dijo:

— ¿Saben ustedes de dónde vienen, cuál es su misión en esta tierra y a dónde van cuando su tiempo aquí termine?

— ¿Acaso comprenden que, tienen el poder para cambiar sus vidas tomando las decisiones correctas? ¿Entienden que, la vida que tienen, es el resultado de sus decisiones y acciones del pasado?

_{La verdad solo nos hará libres cuando la apliquemos a nuestra vida}
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Y volvió a decirles:

— La verdad está escrita en vuestros corazones desde antes de la fundación del mundo, ¿Pueden entender esto? Esta verdad es la suave voz dentro de cada uno de ustedes, que los guía hacia el bien, a compartir el amor con los demás, y la justicia que cada uno de nosotros busca en cada acción que ejecutamos.

— Escuchen con mucha atención dentro de ustedes, y la encontrarán, porque no está en ningún otro lugar. El Padre no la puso lejos, ni en lo más alto de una montaña, y en lo más profundo del mar, sino que la escondió en cada corazón que despierta cuando comprende que procedemos de Él y a Él regresaremos.

No era una simple información la verdad de la que hablaba. No nos haría libres, aprenderla de memoria o vociferarla en cualquier lugar.

Conocer la verdad implica estar plenamente convencidos de que, cualquier cosa que creamos y nos limite en esta vida, nos esclaviza. Somos esclavos de nuestras limitaciones al pensar que no podemos ser exitosos en nuestros emprendimientos, en el amor, como padres, ni como amigos.

Soy libre al conocer que nada es imposible para el que cree, que la salud reside dentro de mí, y que la fe, es un acto que se practica a diario, recordándome cada mañana, que soy UNO con el Padre, y al mismo tiempo, UNO con todos los que me rodean.

Cuando conozco y entiendo estas verdades universales, estos principios espirituales que rigen todo lo que podemos ver, los podemos usar a nuestro favor para convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos, y vivir la verdadera libertad a la que fuimos llamados.

Yo estuve allí, escuchando cada palabra que se hundía en mi corazón e hizo que la venda que estaba ante mis ojos, se cayera.

Ahora... soy libre de verdad.

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