Desprenderse del apego.

Incertidumbre, jugar a la ruleta rusa sin saber qué es lo que se quiere y siempre terminar ganando. La vida nos endurece con el tiempo, bien sea por decisión propia o por obligación personal. Cuando le haces frente a momentos difíciles sientes tu vida desvanecerse como la grava en un reloj de arena pero, si no existiesen los malos momentos, podríamos elegir a las mejores personas, podríamos saber diferenciar entre quién te quiere y quien te utiliza. Quizá sin esos momentos no sabríamos elegir a esa persona que nos quiere para un café por la mañana y no para ratos por la noche.
Desprenderse, de eso se trata la paz mental, soltar aquello que no te conviene, que no te aporta nada; quedarse siempre con aquello que te suma y no te resta. Nunca agachar la cabeza ante la tempestad y sobretodo no encontrar más excusas que motivos para irte de donde no te hace bien estar.