Las personas tienen la mala costumbre de acudir a otras personas cuando presentan algún inconveniente, hay una idea falsa de que cada quien tiene una especialidad que puede complementar nuestra existencia; así como en el amor tenemos esa idea de que necesitamos a otra persona que pueda funcionar como una pareja que mantenga nuestras emociones al tope, y cuando se rompe la relación toda la estabilidad emocional se va a la basura. Por supuesto, hay personas que se dedican a estudiar ciertos oficios en los que se hacen maestros y ofrecen un trabajo impecable, como los fontaneros, albañiles, técnicos, mecánicos entre otros que acuden a nuestro llamado de socorro cuando algo en la casa no está bien; pero en muchas ocasiones son estafadores que entran en nuestra vivienda para solventar un problema al mismo tiempo que generan otro para luego ser llamados nuevamente y cobrar por el servicio tantas veces sea necesario.

Lo bueno de no tener dinero para gastarlo en estafadores es que de una manera u otra te especializas en muchas cosas de forma autodidacta, pero sólo cuando se tiene la voluntad de hacerlo. Mi madre me contaba que en casa de su abuela se observaban en las paredes donde estaba el tanque de agua la marca de sus dedos en el cemento porque ella misma hacía los trabajos menores de albañilería al no tener la capacidad de gastar dinero para algo tan sencillo. La mayoría de las personas cuando tienen poder adquisitivo optan por volverse inútiles y contratar a cualquier tipo de estos especialistas por más simple que sea una tarea como lavar la ropa, plancharla y guardarla en un closet; sí, hay personas tan inútiles que contratan a otras personas para que laven su ropa, laven sus platos, y hasta laven sus mascotas. Esas mismas personas están ofreciendo un servicio al costo de su pereza, benefician en cierto modo a los que no pueden conseguir trabajo en una empresa y usan sus destrezas para laborar como jardineros, ama de llaves, niñeras, bedel, etc; estas personas no son el problema a menos que sean delincuentes que buscan estafar a los perezosos, o tienen otro propósito como el de sumergerse dentro de una casa para secuestrar o robar a sus habitantes.

El problema sería que, dentro de toda la pereza del adinerado, fomenta la propagación de la inutilidad humana y la idea de que se necesita un especialista para todos los problemas. Ya es peligroso dejar entrar a alguien desconocido a nuestros hogares sólo por el hecho de creernos incompetentes de realizar alguna tarea hogareña, ahora pensemos lo peligroso que sería dejar entrar a un desconocido a nuestra mente y nuestras emociones como pueden hacerlo los psicólogos, que con la premisa de que la psicología es una ciencia y debe ser tratada por especialistas se encargan de tratar con las afecciones de la mente y las emociones. Las enfermedades mentales existen, con esto no quiero decir que la depresión, la ansiedad, el cansancio, no tengan un espacio como enfermedades mentales pero no son comparables con la esquizofrenia, el autismo, y otros trastornos mentales que requieren un trato especial serio y se consideran enfermedades de alto impacto en la salud mental.

Al igual que la gripe, la migraña, los cólicos, no es necesario acudir a un especialista para curarse porque podemos encontrar tratamiento para esto en cualquier libro de medicina básica, y más cuando en otras ocasiones hemos padecido de estos males y ya conocemos cómo podemos mejorar nuestro estado de salud, pero si persiste luego de haberlo tratado o se empeora si es necesario acudir al especialista. Lo mismo pasa con las emociones, las personas piensan que por estar deprimidos, ansiosos, cansados, deben acudir a otra persona que les cobre un dinero por inmiscuirse entre sus pensamientos y manipularlos de una u otra manera buscando una cura o un tratamiento. Algunos son profesionales que cumplen con su deber de la manera más ética posible, pero muchos más son igual que los técnicos o mecánicos que dejan un cable suelto para volver a cobrar más adelante y tener siempre a esa persona no como un paciente, sino como un cliente.

Es realmente un peligro entregrarle nuestra mente emocional a un desconocido que, por más profesional que parezca, no deja de ser una persona como cualquiera, incluso como tú mismo, con todas las posibilidades y capacidades de aprender a estar contigo y saber cuándo es necesario acudir a un especialista porque el problema es realmente grave. Todo es cuestión de identificar nuestros problemas y conocernos lo suficiente para corregirnos a tiempo. Hay super hombres y mujeres que no necesitan de otro para arreglar los cables de su cabeza que se cruzan cuando se deprimen, o cuando están ansiosos, ellos mismos tienen la voluntad y experiencia de curar las malas emociones que les causan esos resfriados de la mente, y sanan progresivamente por su cuenta; otros por el contrario pagan sumas de dinero innecesarias para hablar de sus emociones y continuar padeciendo los males que les afectan sus vidad, y otros pocos logran de verdad encontrar un especialista que les reconstruya sus emociones, pero lo cierto es que con voluntad todos pueden lograr cambiar un grifo en una casa, recomponer un auto averiado y reestructurar sus pensamientos en pro de su salud mental.