La inteligencia emocional es un concepto de la psicología moderna, en donde se resume básicamente nuestra capacidad de dominar las emociones propias para nuestro bien y provecho, haciendo de nuestra vida más amena con menos estrés y un poco más feliz. La psicología se ha transformado en este nuevo siglo, pues va en contra de mis ideas decir que esta ciencia avanza, pero si se ha convertido en una más teórica y simple cuyos procesos básicos pueden ser interpretados por cualquier persona, además de los métodos arcaicos y violentos que ya no se usan para tratar trastornos emocionales, sino por el contrario se busca aflorar las emociones y encaminar a las personas hacia una vida idónea.

Partiendo desde el concepto básico de una persona inteligente emocionalmente, podemos darnos cuenta que teniendo la capacidad de sujetar los impulsos emocionales de nuestro cerebro podremos enfrentar situaciones de la vida en la que muchos pueden estancarse o hundirse; una persona ignorante de esta inteligencia emocional es más propensa a tener una vida llena de problemas y una salud mental mucho más dañada. Por otro lado ¿No se considera una persona mentalmente dañada a aquellos que a pesar de que dominan sus emociones no son capaces de utilizar la razón? Lo menciono porque hay algunos que al ser supuestamente inteligentes en esto del dominio de las emociones, también tienen una perspectiva totalmente distorsionada de la realidad, y con esto me refiero a aquellos que viven dentro de una burbuja creada por sus mentes que no les permiten darse cuenta que vivimos en un mundo donde no todos tenemos las mismas oportunidades, capacidades o aptitudes para lograr la olímpica inteligencia emocional.

He presenciado hechos en donde uno dice a otro que puede lograr lo que quiere sólo con la voluntad, como tener un automóvil del año o un departamento en Palm Beach, por ejemplo esos sujetos que manejan las cuentas en redes sociales donde envenenan las mentes de las personas con el materialismo banal acompañado de frases supuestamente motivadoras en donde un personaje manejando un Lamborghini es una representación de éxito inminente. Esta compañía italiana de automóviles produce al año unos 10.000 vehículos, en el mundo somos casi ocho mil millones de personas, entonces me surge una duda ¿Cuántas personas podrán adquirir un automóvil de estos teniendo las condiciones, oportunidades y aptitudes que tienen? Imaginemos por un momento que todos en el mundo tenemos la voluntad económica para adquirir uno de estos vehículos cuyo precio oscila entre los 400.000 dólares estadounidenses ¿Sería realmente posible que todos tuviésemos el privilegio de ser seres exitosos en nuestras vidas adquiriendo este símbolo del éxito materialista?

Muchas veces los seres de la inteligencia emocional no piensan más que en el negocio que implica reformar la mente de las personas en una absurda ideología positiva, porque se lucran valiéndose de la flaqueza racional que puede tener la mayoría de la población en cuanto estos temas. Casi nadie se cuestiona su existencia en sí, y esto implica las limitaciones que tenemos todos como seres arrojados dentro de un sistema que nos determina según nuestra sociedad, economía, ideología política, raza, etnia, cultura y demás factores que nos colocan en una casilla de espera para ser felices.

Partiendo de esta idea poco explicada, pero que podría encontrarse más desarrollada y mejor fundamentada en libros de Filosofía, muchas personas malgastan sus vidas intentando alcanzar una forma de vida que jamás van a tener por los métodos convencionales; aunque algunos si lo logran por otros medios como la prostitución, la delincuencia, la corrupción, la estafa, la venta de drogas, etc. Los demás que no tienen el alma enferma por el mundo en el que vivimos, sólo se quedan mirando como sus sueños materiales nunca se cumplen, y mueren en un profundo letargo de inhibición de la felicidad llamado existencia inauténtica por el pensador Martín Heidegger. Se convierten pues, en destructores emocionales aquellos que promueven lo imposible para quienes no están dispuestos a hacer lo inmoral por alcanzar sus sueños, son destructores de mentes, de vidas y de sueños; pero como dijo el filósofo Jean-Paul Sartre: "Somos lo que hicieron de nosotros". Es por eso que debemos decidir cuando es preciso ser unos seres inteligentemente emocionales, y cuando debemos ser unos seres inteligentemente racionales.