Fotografía de mi autoría tomada por Redmi Note 8, editada en Polish Editor de Fotos. Modelo Verónica Contreras.
CASTELLANO
Hacía falta ir a despejar un poco la mente a otro lugar que estuviera lejos de la rutina ensordecedora de nuestra vida cotidiana, la cuestión que me hizo reflexionar al momento de llevar a mi familia a la playa a disfrutar un día distinto fue el costo que tuvimos que pagar para experimentar esto. Por supuesto no me estoy refiriendo a un costo monetario como el de los pasajes para viajar hasta el sitio, o de la comida que nos llevamos para el almuerzo, o de los helados que nos comimos viendo el horizonte marítimo, sino del costo emocional, físico y mental que lleva pasar un día común en las playas de Venezuela.
Elegimos ir un día martes, siempre tomamos un día de la semana para ir porque supuestamente las personas están trabajando y no debería haber mucha afluencia, pero no fue así, aunque tampoco es que la playa estaba llena en su totalidad pero había más gente de la que me esperaba para ese día. Soy una persona que le molestan las altas concentraciones de gente, me estresa por lo menos el Metro porque siempre en las horas que lo utilizo hay demasiadas personas, también me estresa caminar por los mercados porque hay muchos individuos caminando juntos que te entorpecen el paso, además no soporto los conciertos porque se reunen demasiadas voces y actitudes que me inquietan; por eso cuando busco disfrutar con mi familia lo intento mientras escapo de las multitudes y la molestia que estas pueden generar en mí para pasar un rato agradable, sin embargo, casi nunca logro vivir sin estrés cuando estoy fuera de mi casa.
Escuchar el batir de las olas, el agua golpeando constantemente la arena y las rocas del malecón, aspirar el salitre que deja la espuma en la orilla, admirar el vuelo de las gaviotas que se dedican a cazar peces en la bahía, sacarse los zapatos y llenar los pies de tierra son cuestiones que relajan enteramente el cuerpo de algunas personas, son placeres que produce nuestra añoranza por conectarnos con la naturaleza de una playa. Lamentablemente no pude disfrutar de estas pequeñas cosas, pues al momento de llegar al sitio ya la multitud me estaba sofocando aún más que el vapor del ambiente, ni siquiera alcanzo a recordar el momento en que me quité los zapatos para llenar mis dedos de arena porque me preocupaba más encontrar un buen lugar en donde no pudiese molestar a nadie para yo no sufrir molestias en pago; mi esfuerzo fue en vano porque igualmente a pesar de ser un día atípico para ir a la playa estaba rodeado de personas indeseadas.
El único disfrute que pude tener aparte de observar a mis hijos disfrutar de la arena y el agua, y admirar el hermoso cuerpo de mi esposa broncearse al sol y mojarse con las olas, fue el de beber una botella de sangría que apaciguó mi estrés por la cantidad de personas que habían botando basura al agua, lanzándose tierra unos a otros, tirando latas de cerveza en la arena; y realmente poco me importa lo que los demás hagan con sus vidas, el problema de mi estrés nace cuando pienso que tengo que bañarme con la basura de otros, le pueden caer tierra a mi esposa cuando está tomando el sol o mis hijos pueden cortarse con el aluminio mientras corren por la arena. No hay nada que se pueda hacer en estos casos más que lamentarse, pues no hay manera de erradicar décadas de malos hábitos en las personas que implican una mala convicencia, y en tal caso de reaccionar en contra de estos infortunios sería un problema a considerar porque el que está cometiendo la mala acción piensa que es algo normal, pues no hubo alguien que le dijera en su momento de crianza que el agua no es para ensuciarse, la tierra no es para lanzarse y la basura no es para olvidarla.
El problema de disfrutar el mundo y sus maravillas siempre estará manchado por la actitud primitiva de ciertas personas, obviamente que en la riviera italiana, francesa, maltesa, y pare usted de contar, estos individuos si llegan a tener la oportunidad de ir no van a tener el mismo comportamiento porque quizás como tienen un peso cultural significativo en el mundo le dan más valor a estas playas que a las propias, además de que son sitios que guardan cierta exclusividad para evitar este tipo de personas que cometen estos actos; con esto no quiero decir que el ciudadano de otro país sea mejor que el del nuestro, porque todas las culturas tienen su escalafón más bajo y primitivo, sólo que siempre le hemos dado más valor a lo foráneo que a lo nuestro, y en lo particular, nuestros patrimonios culturales están a la altura —y hasta por encima— de cualquier otro que se pueda hallar en el mundo.
ENGLISH
It was necessary to go to clear our minds a little bit to another place that was far away from the deafening routine of our daily life, the question that made me reflect at the time of taking my family to the beach to enjoy a different day was the cost we had to pay to experience this. Of course I am not referring to a monetary cost such as the tickets to travel to the site, or the food we took for lunch, or the ice cream we ate watching the sea horizon, but the emotional, physical and mental cost of spending an ordinary day on the beaches of Venezuela.
We chose to go on a Tuesday, we always take a weekday to go because supposedly people are working and there should not be much affluence, but it was not like that, although it is not that the beach was completely full but there were more people than I expected for that day. I am a person who is bothered by high concentrations of people, it stresses me at least the Metro because always in the hours that I use it there are too many people, it also stresses me to walk through the markets because there are many individuals walking together that hinder the passage, also I can not stand the concerts because they gather too many voices and attitudes that disturb me; that's why when I try to enjoy with my family I try to escape from the crowds and the discomfort they can generate in me to have a nice time, however, I almost never manage to live without stress when I'm out of my house.
Listening to the lapping of the waves, the water constantly hitting the sand and rocks of the boardwalk, inhaling the saltpeter that leaves the foam on the shore, admiring the flight of the seagulls that are dedicated to hunting fish in the bay, taking off your shoes and filling your feet with earth are issues that relax the body of some people entirely, are pleasures that produce our longing to connect with the nature of a beach. Unfortunately I could not enjoy these little things, because by the time I got to the site and the crowd was suffocating me even more than the steam of the environment, I can not even remember the time when I took off my shoes to fill my toes with sand because I was more concerned about finding a good place where I could not bother anyone to not suffer discomfort in payment; my effort was in vain because also despite being an atypical day to go to the beach I was surrounded by unwanted people.
The only enjoyment I could have apart from watching my children enjoy the sand and water, and admiring my wife's beautiful body tanning in the sun and getting wet in the waves, was to drink a bottle of sangria which relieved my stress because of the amount of people throwing trash in the water, throwing dirt on each other, throwing beer cans on the sand; and I really don't care what other people do with their lives, the problem of my stress is born when I think I have to bathe with other people's garbage, dirt can fall on my wife when she is sunbathing or my children can cut themselves with the aluminum while running in the sand. There is nothing that can be done in these cases other than lamenting, because there is no way to eradicate decades of bad habits in people that imply a bad conviction, and in such a case to react against these misfortunes would be a problem to consider because the one who is committing the bad action thinks it is something normal, because there was not someone who told him in his moment of upbringing that water is not to get dirty, dirt is not to be thrown and garbage is not to be forgotten.
The problem of enjoying the world and its wonders will always be stained by the primitive attitude of certain people, obviously in the Italian Riviera, French, Maltese, and stop counting, these individuals if they have the opportunity to go will not have the same behavior because perhaps as they have a significant cultural weight in the world they give more value to these beaches than to their own, besides they are places that keep certain exclusivity to avoid this type of people who commit these acts; With this I do not mean that the citizen of another country is better than ours, because all cultures have their lower and primitive level, only that we have always given more value to the foreign than to our own, and in particular, our cultural heritage is at the height - and even above - of any other that can be found in the world.
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