¿Cuáles son mis recuerdos de los días más felices? Vaya, que me hace reflexionar sobre la fragilidad de mis recuerdos. ¿O será que los años encima redefinen cómo los asumo hoy?

Sin duda, hay eventos felices, dignos de recordar, y, sin embargo, uno no los recuerda. Por ejemplo, cuando nacimos. En alguna ocasión, vi u oí a alguien decir que lo recordaba. Bueno, en realidad, si no falla mi memoria, lo leí del Dr. Brian L. Weiss en su libro «Muchas vidas, muchos sabios», todo un éxito de ventas en su época. Así que, para los efectos de estas crónicas, no cuenta, o sí. Déjenme explicarme, por favor. Cuando llega mi cumpleaños, mamá, ya octogenaria, se emociona al felicitarme y recordar lo feliz que fue con brillos intensos en los ojos. Y entonces, corroboro la sabia sentencia sobre lo que significa ser padres, al estremecerme de la emoción, al recordar el nacimiento de mis propios hijos. Cada uno con su singularidad y circunstancias. Por fortuna, felices. Ayer, uno de mis hijos cumplió 30 años. Los días, meses y años se esfuman. Bueno, eso quisiera yo. Ja, ja. Ja. Y la pasamos genial, sin fiestas suntuosas, en una reunión íntima, en un compartir vespertino, comiendo pizza y torta de chocolate. Como curiosidad, esa fue la continuación del pasado 28 de octubre, cuando mi hija menor cumplió 28. Ya entran en mis recuerdos felices.

¡Y cómo olvidar los eventos alegres vinculados con logros académicos! Tanto propios como de mi esposa e hijos. O aquellos relacionados con promociones en el trabajo. Bueno, ahora cesantes por la jubilación. Claro, no me quejo por ello. Todavía celebro los logros dentro de Hive en cada post que comparto con las comunidades a las que pertenezco.

Asimismo, ya he comentado en una de las crónicas de esta serie lo feliz que era cuando me reencontraba con mi abuela paterna en cada temporada vacacional. Aún sonrío al recordar las peripecias y las travesuras. Bueno, creo que exagero en cuanto a las travesuras; siempre fui un niño muy tranquilo y obediente.

En tal sentido, y para terminar estas crónicas, creo que la felicidad en la vida se compone de aprovechar los pequeños momentos y encuentros para fundirnos en una sonrisa y una emoción. Sin complicaciones ni preocupaciones, solo la intención y la voluntad de vivir el aquí y el ahora en armonía.

Quizás, el mejor momento de mi vida fue cuando experimenté que el vacío de una vida comprometida con las demandas sociales era una falacia. No estamos solos nunca cuando nos adentramos en nuestra esencia. No fue un día específico; quizás una revelación continuada que me llevó a aceptarme tal como soy hoy, ayer y mañana.