Kitana: El fin antes de la historia | Mortal Kombat

El silencio a veces puede ser escandaloso... tan fuerte que se podia oir el palpitar acelerado del corazón de la princesa Kitana, quien sin entender mucho, solo aguardaba callada como lo había ordenado su padre, el Rey Jerrod.

La oscuridad de la noche cada vez era más densa, mientras que solo podía oírse la respiración de los que estaban cerca y los gritos aterrorizantes de quienes vivían en las afueras de Edenia. El paraíso había perdido su brillo, había perdido la paz, ahora solo estaba sumergido entre las neblinas, gritos de horror y baños de sangre. La joven princesa ya no podía retener sus lágrimas.

La guardia de honor no pudo resistirse más, los gritos eran cada vez más cercanos. Los ojos de Kitana se turnaron grandes, llenos de un brillo nada mágico, estaba en shock, al punto de no poder parpadear, fue entonces cuando presenció la peor escena que una niña de su edad podia mirar y solo reaccionó cuando su rostro y cuerpo fueron cubiertos de sangre, una sangre que no era suya, aún cuando la misma corría por sus venas. Su padre había sido aplastado por un enorme martillo, mientras las fuerzas oscuras se llevaban su alma. Y entonces hubo nuevamente silencio, mientras Kitana en sus pensamientos decía:

"Padre, el aire ya no huele a flores, sino a ceniza. Dijiste que los dioses nos protegerían, pero no escucharon nuestras plegarias.
Entonces yo seré la justicia que ellos olvidaron.
Te juro que Edenia volverá a levantarse."

Cuando Kitana creía que lo peor había pasado, no podía creer lo que veían sus ojos. Un ser infernal posaba frente a ella, mientras sujetaba entre sus manos a su madre, el Rey había muerto, fue la escena que Kitana había presenciado hace tan solo unos instantes. El ser infernal llamado Shao Kahn quiso matarla, pero las suplicas de su madre la mantuvieron con vida, sin embargo Kitana se reprochaba el hecho de ¿para qué vivir así? El paraíso donde nació ya era cenizas, su padre que tanto la amo yacia en el piso bañado de sangre, mientras su madre era sometida y puesta en cautiverio y fue entonces cuando guardo silencio.

Mientras Kitana era llevada junto a su madre a la Torre de Shao Kahn en el mundo exterior, solo tenía en su memoria una imagen que la marcó para siempre y aunque creció como hija del asesino de su padre, cuando por fin le es confesada la verdad, ya tenía la suficiente preparación para revelarse y hacer justicia. Sus días nunca fueron fáciles, tuvo que vivir con su enemigo, tuvo que conocer la muerte, pues su destino estaba marcado por la venganza, la sangre y el trono que algún día sería nuevamente suyo.

Kitana nunca quiso ser mala, había algo en su interior que aclamaba por justicia. Luchaba día a día con los demonios de su pasado y presente, con su deseo insaciable de venganza, el cuál ni con la derrota de su enemigo pudo saciar, pero aún así, sosteniendo su cabeza entre brazos le dijo: “Tu reinado terminó donde comenzó mi dolor. Hoy, Edenia respira libre y yo reclamo lo que siempre fue mío”, dando fin a la historia del infernal Shao Kahn en el mundo exterior.