Mi san Valentín siempre será comercial.

Hola mis chicos de esta linda comunidad,no soy de celebrar San Valentín, lo confieso. Soy de esas personas que ven el 14 de febrero como un día más en el calendario, una invención comercial para impulsar las ventas de flores y chocolates. Soy más bien una 'grinch' de esas fechas. Aunque en el fondo, mi corazoncito tiene su lado romántico. Pero para mí, el amor se respira en el aire, se siente en cada gesto, en cada mirada, y no necesita de un día en el calendario para crecer. Yo creo en el amor del día a día.

En mi hogar, el amor se respira en cada rincón, aunque a veces las mañanas sean un torbellino de prisas y carreras. Entre el sueño, el desayuno a medio hacer y los "¡me voy, me voy!" de mis hijos, a veces los besos se nos quedan olvidados en la intensidad del día a día

Mi familia... ellos son mi motor y mi melodía. Pero bueno no importa, el amor siempre encuentra su cauce. Un mensaje a media mañana, un "te estoy esperando" dicho con el corazón, una caricia inesperada... y sus respuestas, ¡ah, sus respuestas! son la más hermosa sinfonía que endulza mi día.

Y así, un día después de San Valentín, celebramos el amor a nuestra manera. Salimos de paseo, como cada vez que podemos, a explorar tiendas, a romper la rutina y a regalarnos un respiro de risas y complicidad. Ellos por su parte cuando saben que seguro voy a escribir una historia para ustedes nos les gusta salir en las fotos, aunque me apoyan dándome algunas ideas. Teníamos algunas compras pendientes, y como mamá previsora, con mi radar de ofertas activado, sabía que una tienda departamental nos esperaba con utensilios de cocina a precios irresistibles.

En ese mismo centro comercial, la tienda de telas nos llamó con su canto de sirena. Mi esposo, con la ilusión de un niño, quería retapizar el cojín de su moto, que el cuero había dicho basta. con el sol y la lluvia estaba todo destruido. Entre telas de mil colores, agujas e hilos, encontramos todo lo necesario para su proyecto. Y yo, como una niña en una juguetería, me perdí entre las máquinas de coser, ¡oh, las máquinas de coser!

Una en particular me transportó a la casa de mi abuelita, ¡era como un viaje en el tiempo! Una máquina antigua, de esas negritas, que aunque allí no se accionan con pedal, como una bicicleta para coser estaba en exhibición y llamó mi atención. Y luego, las modernas, con sus pantallas y sus funciones mágicas, capaces de cortar, bordar y hacer maravillas con la tela. ¡La tecnología es asombrosa!

Después de las compras, el hambre nos atacó, y como por arte de magia, aparecimos en un lugar donde hacen unas tortas que son un pecado celestial. El ambiente era tan acogedor que invitaba a quedarse horas, con un café en la mano y la charla fluyendo como un río en primavera.

Así fue mi día después de San Valentín, un día para celebrar el amor en familia, un día para crear recuerdos que quedaran por siempre.

Hello my guys of this nice community,I am not one to celebrate Valentine's Day, I confess. I am one of those people who see February 14 as just another day in the calendar, a commercial invention to boost sales of flowers and chocolates. I'm more of a 'grinch' of those dates. Although deep down, my little heart has its romantic side. But for me, love is in the air, it can be felt in every gesture, in every glance, and it doesn't need a day on the calendar to grow. I believe in day-to-day love.

In my home, love is breathed in every corner, even if sometimes the mornings are a whirlwind of rushing and running. Between sleep, half-finished breakfast and my children's “I'm leaving, I'm leaving!”, sometimes kisses are forgotten in the intensity of everyday life.

My family... they are my engine and my melody. But it doesn't matter, love always finds its channel. A message in the middle of the morning, a “I'm waiting for you” said from the heart, an unexpected caress... and their answers, ah, their answers! are the most beautiful symphony that sweetens my day.

And so, one day after Valentine's Day, we celebrated love in our own way. We go out for a walk, as we do every time we can, to explore stores, to break the routine and to give ourselves a break of laughter and complicity. For their part, when they know that I will surely write a story for you, they don't like to be in the pictures, although they support me by giving me some ideas.

We had some shopping to do, and as a forward-thinking mom, with my bargain radar activated, I knew that a department store was waiting for us with kitchen utensils at irresistible prices.

In that same mall, the fabric store called out to us with its siren song. My husband, with the illusion of a child, wanted to reupholster the cushion of his motorcycle, the leather had said enough, and the sun and rain had destroyed everything. Among fabrics of a thousand colors, needles and threads, we found everything he needed for his project. And I, like a little girl in a toy store, got lost among the sewing machines, oh, the sewing machines!

One in particular transported me to my grandmother's house, it was like a trip back in time! An antique machine, one of those little black ones, that although there are not pedal-operated, like a sewing bicycle was on display and caught my attention. And then, the modern ones, with their screens and their magical functions, capable of cutting, embroidering and doing wonders with fabric. The technology is amazing!

After shopping, hunger attacked us, and as if by magic, we appeared in a place where they make cakes that are a heavenly sin. The atmosphere was so cosy that it was inviting to stay for hours, with a coffee in hand and the chatter flowing like a river in spring.

That was my day after Valentine's Day, a day to celebrate love as a family, a day to create memories that will last forever.

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