La costumbre de reunirnos en Navidad, viene del tiempo de la niñez. Recuerdo mucho y con una sonrisa esos días que nunca se olvidan. Las hallacas, el pan de jamón, la ensalada de pollo o gallina, y todas las delicias que mi madre nos preparaba para esa cena. Aunque no es un dulce tradicionalmente navideño, mi madre nos preparaba el quesillo tradicional, nuestro postre favorito, el que sustituía a los que casi siempre se colocan en la mesa navideña.

Salíamos a patinar en el estacionamiento de la urbanización y compartíamos con los demás niños, hasta que llegaba la hora de irse a la cama, pues, había que esperar al Niño Jesús con los regalos, esta era la ilusión infantil de todos nosotros.

La infancia es una época que debemos preservar para nuestros hijos. Es un tiempo realmente bonito, que siempre va a formar parte de los mejores recuerdos de todo ser humano al momento de evolucionar hacia su adultez. Que emoción tan bonita es ver a los chiquitos de la casa, despertarse el día 25 y en una alegría incomparable, correr al árbol de navidad del hogar, a abrir sus regalos. Esa emoción no tiene precio ni punto de comparación.

Antes de la pandemia, solíamos compartir en familia la época de navidad. Nos reuníamos en casa de mi hermano en una ciudad vecina. Recuerdo esos días con inmensa alegría y a la vez, con profunda nostalgia porque después de este tiempo, con la separación obligatoria por la aparición del virus, no hemos podido volver a reunirnos como en esos tiempos.

Debo confesar lo mucho que extraño esos momentos previos a la preparación de la cena familiar. A cada quien se le asignaba una tarea y en la noche, todos nos poníamos guapos para la respectiva sesión de fotos familiares junto al árbol de navidad y luego, a cenar, compartir y sobre todo, agradecer por esos momentos tan maravillosos en unión. Momentos especiales que, sin duda alguna, están guardados en ese rincón bonito de nuestro corazón.

The custom of getting together at Christmas comes from the time of my childhood. I remember with a smile those days that are never forgotten. The hallacas, the ham bread, the chicken salad, and all the delicacies that my mother prepared for us for that dinner. Although it is not a traditional Christmas sweet, my mother would prepare for us the traditional quesillo, our favorite dessert, the one that replaced the ones that are almost always placed on the Christmas table.

We would go skating in the parking lot of the urbanization and we would share with the other children until it was time to go to bed because we had to wait for Baby Jesus with the gifts, this was the childhood illusion of all of us.

Childhood is a time that we must preserve for our children. It is a really beautiful time that will always be part of the best memories of every human being as he or she evolves into adulthood. What a beautiful emotion it is to see the little ones of the house, wake up on the 25th and in incomparable joy, run to the Christmas tree at home, to open their gifts. That emotion is priceless and incomparable.

Before the pandemic, we used to share the Christmas season as a family. We would gather at my brother's house in a neighboring city. I remember those days with immense joy and at the same time, with deep nostalgia because after this time, with the obligatory separation due to the appearance of the virus, we have not been able to meet again as in those times.

I must confess how much I miss those moments before the preparation of the family dinner. Everyone was assigned a task and in the evening, we all made ourselves beautiful for the respective family photo session by the Christmas tree and then, dinner, sharing, and above all, giving thanks for those wonderful moments together. Special moments that, without a doubt, are kept in that beautiful corner of our hearts.