A greeting to the friends of this community. I come to tell you that I have taken steps forward in the search for and solution to well-being in my home, in the development of my work, and in my personal growth.
Material things do not define who I am, but they are the means to humanize my performance, and in that, I have focused with the fruit of my effort and the help and enthusiasm of Leo, my boyfriend, who always plans something new. If it weren't for him, I would have given up on many things because difficult tasks exhaust me.
Comfort is synonymous with dignity. All the time, I strive to live better. It's not just about acquiring food, hygiene items, or clothing, but about creating a more pleasant environment, traveling, and sharing. Sometimes, I don’t achieve everything I desire—I live in an inflationary economy—but I put my effort into being better.
Improving is an act of preservation. The pursuit of well-being at home, at work, or in small daily rituals is not superficial; it is, in essence, an acknowledgment that our existence deserves to be kind to ourselves. In that humanization lies the paradox: we need objects and tools to remember that we are neither objects nor tools.
These days, Leo fixed a broken crystal in the door that had been damaged for over six months; he repaired the sink installation and encouraged me to buy the equipment to climate-control my bedroom, as the high temperatures are taking a toll on our bodies.
The split-unit AC acquired to combat the high temperatures is not just an appliance that regulates the climate—it is a gesture of self-care. Excessive heat doesn’t just exhaust the body; it erodes patience, clouds concentration, and turns the home, that place that should be a refuge, into a trap of discomfort.
By deciding to invest in something that mitigates that suffering, there is an implicit declaration: my comfort matters. And in that simple affirmation lies a condensed philosophy of life that we often neglect: comfort as a right, not a privilege.
We struggle too much to allow ourselves these gestures. There is a distorted morality that equates sacrifice with virtue and pleasure with frivolity. We are taught to glorify endurance, to undervalue physical needs in the name of ruthless productivity.
Yet, it is wiser to recognize that a cool, rested, and balanced body performs better. That a mind freed from unnecessary torment thinks more clearly and creates more freely. The split-unit, in this case, is not a whim—it is a silent ally in building a livable life.
Comfort acquires its true value when it is the result of personal work, not chance or imposition. There is dignity in being able to say: I achieved this myself. That satisfaction transcends the material; it is the emotional reward of knowing that one can shape their environment to serve them, rather than submitting to it. The home ceases to be an inert space and becomes a living project, a reflection of battles won.
That said, comfort should not be confused with excess. It’s not about accumulation, but about conscious selection. A space oversaturated with objects loses its restorative function; it becomes chaotic, overwhelming. True comfort lies in the right measure.
The split-unit doesn’t solve all problems, but it tackles a concrete one—heat—and, in doing so, frees mental energy to face other challenges. That is the essence: eliminating unnecessary obstacles to focus on what truly matters.
In the end, the need for comfort is a need for autonomy. To decide, in a world that constantly decides for us, how we want our days to be. Every choice—a fan, a blender—is an act of self-care.
Comfort reveals itself not as an end, but as a path. A reminder that taking care of ourselves is not selfishness, but the foundation from which we can care for everything else and make our stay at home more pleasant.
Thank you for visiting my blog. I am an art critic, social researcher, and lover of cooking. I invite you to learn more about me, my country, and my writing. Text and photos are my own.
Bienestar en mi hogar
Un saludo para los amigos de esta comunidad. Vengo a contarles que he dado pasos de avance en la búsqueda y solución del bienestar en mi hogar, en el desarrollo de mi trabajo y en mi crecimiento personal.
Lo material no define quién soy, pero es la vía para humanizar mi desempeño y en ello me he enfocado con el fruto de mi esfuerzo y la ayuda y entusiasmo de Leo, mi novio quien siempre se planifica algo nuevo. De no ser por él hubiese desistido de muchas cosas porque me agotan las obras difíciles.
El Confort es sinónimo de dignidad. Todo el tiempo me esfuerzo para vivir mejor. No solo se trata de adquirir alimentos, aseo, vestuario sino de crear un entorno más agradable, viajar y compartir. A veces no alcanzo todo lo que deseo, convivo en una economía inflacionaria, pero pongo mi empeño en estar mejor.
Mejorar es un acto de preservación. La búsqueda del bienestar en el hogar, en el trabajo o en los pequeños rituales cotidianos no es superficial; es, en esencia, un reconocimiento de que nuestra existencia merece ser amable con nosotros mismos. En esa humanización radica la paradoja: necesitamos objetos y herramientas para recordar que no somos objetos ni herramientas.
Por estos días Leo me ubicó un cristal en la puerta, quebrado hace más de seis meses; arregló la instalación del lavamanos y me animó a comprar el equipo para climatizar mi dormitorio pues las altas temperaturas van pasando factura a nuestro cuerpo.
El split adquirido para combatir las altas temperaturas no solo es un aparato que regula el clima, sino es un gesto de autocuidado. El calor excesivo no solo agota el cuerpo; erosiona la paciencia, nubla la concentración y convierte el hogar, ese lugar que debería ser refugio, en una trampa de malestar.
Al tomar la decisión de invertir en algo que mitiga ese sufrimiento, hay una declaración implícita: mi comodidad importa. Y en esa simple afirmación se condensa una filosofía de vida que muchas veces descuidamos: el confort como derecho, no como privilegio.
Nos cuesta demasiado permitirnos estos gestos. Hay una moralidad distorsionada que equipara el sacrificio con virtud y el placer con frivolidad. Se nos enseña a glorificar el aguante, a menospreciar las necesidades físicas en nombre de una productividad despiadada.
Sin embargo, es más sabio reconocer que un cuerpo fresco, descansado y en equilibrio rinde mejor. Que una mente liberada del martirio innecesario piensa con más claridad y crea con más libertad. El split, en este caso, no es un capricho, es un aliado silencioso en la construcción de una vida habitable.
El confort adquiere su verdadero valor cuando es consecuencia del trabajo personal, no de la casualidad o la imposición. Hay una dignidad en poder decir: esto lo conseguí yo. Esa satisfacción trasciende lo material; es la recompensa emocional de saber que uno puede moldear su entorno para que le sirva, en lugar de someterse a él. El hogar deja de ser un espacio inerte y se convierte en un proyecto vivo, un reflejo de las batallas ganadas.
Ahora bien, el confort no debe confundirse con el exceso. No se trata de acumular, sino de seleccionar con conciencia. Un espacio sobresaturado de objetos pierde su función reparadora; se vuelve caótico, agobiante. La verdadera comodidad está en la medida justa.
El split no resuelve todos los problemas, pero ataca uno concreto, el calor, y, al hacerlo, libera energía mental para enfrentar otros desafíos. Esa es la esencia, eliminar los obstáculos innecesarios para concentrarnos en lo que realmente importa.
Al final, el bienestar es una necesidad de autonomía. De decidir, en un mundo que constantemente decide por nosotros, cómo queremos que sean nuestros días. Cada elección, un ventilador, una licuadora, es un acto de autocuidado.
Cuidarnos no es egoísmo, sino la base desde la que podemos cuidar todo lo demás y hacer mas placentera la estancia en nuestro hogar
Gracias por visitar mi blog. Soy crítica de arte, investigadora social y amante de la cocina. Te invito a conocer más de mí, de mi país y de mis letras. Texto y fotos de mi propiedad.
Felicidades por tan necesaria adquisición. El confort no es un lujo sino, como bien lo planteas, forma parte de nuestro autocuidado y cuando lo obtenemos con nuestro esfuerzo más lo valoramos. Que lo disfrutes amiga @iriswrite
Gracias por tus buenos deseos.
No hay como un buen café y una historia interesante para abrir la mañana en dos como una naranja madura y perfecta que nos impulsa a conquistar el día ✨✍️
Muy apetitosa esa imagen
Me alegra tantísimo saber que avanzas, que mejoras. Coincido contigo en todo, de pi a pa. No podemos quedarnos inmóviles al lado del camino, el confort nos humaniza. Es agobiante tener que pasar trabajo hasta para trabajar.
Siii y más agobiante buscar quien sepa hacer la mano de obra. Pasaron tres jjj porque no enfriaba y mi agonía fue infinita hasta que el último vio algo extraño detrás de la máquina que decía "quitar cuando se instale" jjj no dejaba respirar la maquina. Ya esta felizmente para convivir con mis 50 grados de temperatura corporal.
Esooo amiga ☺️, felicidades por lo que has logrado para tu bienestar, todo lo que se consigue con esfuerzo vale el doble y además se siente la satisfacción de haberlo hecho por tu propia cuenta. Un abrazo 🧡
Gracias por tus buenos deseos
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Me alegra mucho por ti, claro que hay que buscar el bienestar tanto del cuerpo como de la mente. Te lo mereces, disfrútalo. Un saludo.
Gracias ❤
Que disfrutes el confort que te brinda lo que haz adquirido con trabajo es algo justo y necesario.
Lo mereces !!!
Gracias amiga querida 💜🤍
Felicidades por trabajar en tu bienestar y sin duda sentir confort en casa es vital. Un aire no es un lujo, es una necesidad en muchos lugares. Disfrútalo y gracias por compartir.
Gracias por apoyarme. Un saludo 💜
Que bien. También ando en esos menesteres. Felicitaciones 🎉