😨😜😲😳👹NO ES LO MISMO LLAMAR AL DEMONIO, QUE VERLO LLEGAR 😲😳👹// IT'S NOT THE SAME TO CALL THE DEVIL AS IT IS TO SEE HIM COMING😨😜😲😳👹

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Deseo también volver a captar la atención de ustedes amigos lectores, quiero agradecer de antemano su apoyo. El título de este post es un refrán que suele usarse en la jerga venezolana; para referirse al hecho de que uno desea que ocurra algo (hecho, situación, acontecimiento) con mucha vehemencia y convicción, con ciertas expectativas y cuando ese "algo" ocurre sucede todo lo contrario a lo que uno se había imaginado, o peor aún, no es ni la sombra de lo que esperábamos.

Los pongo en contexto, además les explico seguidamente a que me refiero específicamente. Me presento nuevamente, porque ya perdí el hilo y quizás mis seguidores ya olvidaron a lo que me dedico, soy profesora, empleada directa del Ministerio de Educación en Venezuela, con 27 años y 8 meses de servicios para el mes de marzo, que fue cuando salió mi tan ansiada jubilación. Para nadie es un secreto que la educación en Venezuela dejó de cumplir el rol importante que debería ser, por muchos factores; comenzando por el bajo salario que le cancelan a los docentes, motivo principal por el cual decidí jubilarme.

Durante estos últimos 20 años hemos venido observando con mucha tristeza, impotencia y preocupación como el sistema educativo en Venzuela ha ido desmejorando y anulando al docente dentro del aula, a la profesión como una opción para estudiar en las universidades y al estudiante lo ha ido incapacitando para pensar, resolver problemas simples y complejos, desarrollar hábitos de estudios y tomar decisiones sencillas en su entorno diario. Así como también ha satanizado la autoridad del docente convirtiendolo en posible agresor, si algún estudiante o su representatnte con ciertas tendencias suceptibles deciden denunciarlo por el solo hecho de cumplir con su trabajo y solicitar orden en el aula.

Cualquier docente venezolano sabe que lo que estoy describiendo aquí no es exageración y mucho menos vilipendio, por el contrario si sigo enumerando la cantidad de factores perjudiciales del sistema educactivo venezolano, tendría que hacer una segunda parte. Pero esto no es realmente de lo que quiero hablar, solo los estoy contextualizando porque éstas, en realidad fueron las causas que me llevaron a solicitar mi jubilación.

El año escolar pasado en el mes de julio, en el liceo público donde trabajaba ocurrió un incidente con un colega, un profesor mucho más joven que yo, con menos años de servicios; pero con una vocación por la profesión y una pasión por enseñar que yo, me quito el sombrero. Siempre lo felicité y alabé su entrega, su dedicación y la manera tan innovadora con la que desarrollaba sus clases y muy especialmente las actividades evaluativas que se inventaba para que esos jóvenes aprobaran. Que lamentablemente un grupo de estudiantes no valoraron y mucho menos aprovecharon, porque no cumplieron con las actividades propuestas para tal fin.

Este sistema educactivo en su afán de graduar cantidad y no calidad, sometió a dicho profesor al escarnio público, lo sancionó, lo hostigó hasta el punto que lo acorraló hasta que lo hizo renunciar. Yo, por mi parte muy indignada, decepcionada y de manos atadas ante tal injusticia fue la gota que derramó el vaso y sumó una causa más para que en el mes de septiembre, yo introdujera la jubilación; debí haber salido en diciembre, pero Dios no lo consideró así y me mantuvo tres meses más en el sistema.

El 12 de marzo llegó a mis manos el listado, fue una mañana normal como cualquier otra; estaba en el liceo y por un grupo de whatsapp pasaron el archivo, lo revisé detalladamente y vi con ojos admirados mi número de cédula, grité, salté, bailé, aplaudí y se lo mostré a la directora. Acto seguido me quedé pensando en frío! y me dije. ¿Y ahora? hablé con la directora, faltaban dos semanas para culminar el segundo lapso.
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Cuadré con los estudiantes y cerré el ciclo de evaluaciones, totalicé y la semana siguiente entregué notas y me despedí de todo el personal. Cerré un ciclo de casi 28 años, salí por la puerta grande, con un carrera profesional limpia, sin problemas legales de ningún índole, como quería, como lo soñé, como lo trabajé.

Al día siguiente dormí hasta tarde, feliz, tranquila; sin la angustia de tener que levantarse temprano, sin la preocupación de preparar la clase del día siguiente, sin la preocupación de corregir trabajos, de regresar con hambre a cocinar el almuerzo, ni nada por el estilo. Así estuve un par de semanas, hasta que el aburrimiento, la pereza, la monotonía y el no hacer nada me tocaron la puerta.

"...Porque no es lo mismo llamar al diablo, que verlo llegar...🙄😲🤦‍♀"

Las imágenes son mías editadas en Canva y ToonMe
Los separadores fueron editados en Canva
Traductor Deepl

I would also like to once again capture your attention, dear readers, and thank you in advance for your support. The title of this post is a saying often used in Venezuelan slang to refer to the fact that one desires something (an event, situation, occurrence) to happen with great vehemence and conviction, with certain expectations, and when that “something” happens, the opposite of what one had imagined occurs, or worse still, it is not even a shadow of what we had hoped for.

I will put this into context and then explain what I mean specifically. Let me introduce myself again, because I lost my train of thought and perhaps my followers have forgotten what I do for a living. I am a teacher, directly employed by the Ministry of Education in Venezuela, with 27 years and 8 months of service as of March, which is when my long-awaited retirement came. It is no secret that education in Venezuela has ceased to fulfill the important role it should play, due to many factors, starting with the low salaries paid to teachers, which is the main reason why I decided to retire.

Over the last 20 years, we have watched with great sadness, helplessness, and concern as the education system in Venezuela has deteriorated and undermined teachers in the classroom, the profession as a university study option, and students' ability to think, solve simple and complex problems, develop study habits, and make simple decisions in their daily lives. It has also demonized the authority of teachers, turning them into potential aggressors if any student or their representative with certain sensitive tendencies decides to report them for simply doing their job and requesting order in the classroom.

Any Venezuelan teacher knows that what I am describing here is not an exaggeration, much less vilification. On the contrary, if I continue to list the many harmful factors in the Venezuelan education system, I would have to write a second part. But this is not really what I want to talk about. I am only contextualizing them because these were, in fact, the reasons that led me to request my retirement.

Last school year in July, at the public high school where I worked, an incident occurred involving a colleague, a teacher much younger than me, with fewer years of service, but with a vocation for the profession and a passion for teaching that I take my hat off to. I always congratulated him and praised his commitment, his dedication, and the innovative way in which he developed his classes, especially the assessment activities he devised to help these young people pass. Unfortunately, a group of students did not appreciate this, much less take advantage of it, because they did not complete the activities proposed for that purpose.

This educational system, in its eagerness to graduate quantity rather than quality, subjected this teacher to public ridicule, punished him, harassed him to the point of cornering him until he resigned. I, for my part, was outraged, disappointed, and powerless in the face of such injustice. It was the last straw and added another reason for me to retire in September. I should have left in December, but God had other plans and kept me in the system for three more months.

On March 12, I received the list. It was a normal morning like any other; I was at school and the file was sent through a WhatsApp group. I checked it carefully and saw my ID number with admiration. I screamed, jumped, danced, applauded, and showed it to the principal. Then I started thinking calmly! And I said to myself, “Now what?” I spoke with the principal. There were two weeks left until the end of the second semester.
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I settled up with the students and closed the assessment cycle, calculated the totals, and the following week I handed out the grades and said goodbye to all the staff. I closed a cycle of almost 28 years, I left on a high note, with a clean professional career, without any legal problems whatsoever, just as I wanted, just as I dreamed, just as I worked for.

The next day I slept late, happy and peaceful, without the anxiety of having to get up early, without the worry of preparing the next day's class, without the worry of grading papers, of coming home hungry to cook lunch, or anything like that. I spent a couple of weeks like that, until boredom, laziness, monotony, and doing nothing knocked on my door.

"...Because it's not the same to call the devil as it is to see him arrive...🙄😲🤦‍♀"

The images are mine, edited in Canva and ToonMe.
The separators were edited in Canva.
Translator: Deepl