Relato: Las últimas horas del planeta (I)

in CELF Magazine25 days ago


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Cara contempló con serenidad el cielo estrellado desde uno de los balcones del Palacio de Los Recuerdos, ubicado en lo alto de los Montes Vinantinos, en el planeta Hatte. Ella no era una princesa, pero vivía en el palacio como parte de la corte del rey Comanthe I. Era la esposa de un comandante del ejército real, quien en esos momentos estaba reunido con el rey y otros expertos para discutir un asunto muy delicado.

Un asteroide estaba en camino, con altas probabilidades de estrellarse contra Hatte. Los científicos más brillantes dijeron que podría hacerse algo si el tiempo no estuviera en contra, pues el asteroide chocaría con el planeta en espacio de 96 horas. El marido de Cara, el comandante Nyx Socli, sugirió una evacuación masiva inmediata, priorizando a las mujeres, los niños y los ancianos. Algunos ministros coincidían en el plan de evacuación, mas existía un inconveniente: las naves eran insuficientes para toda la población.

El rey estaba enfrentándose a una decisión francamente difícil, si evacuar a unos pocos y dejar morir a los demás, o quedarse todos a enfrentar el destino cruel que el universo había firmado con su puño y letra.

Cara apoyaba fervientemente la decisión de su esposo de evacuar a los que se pudieran; incluso pensaba que quizás sería posible reunir a grandes cantidades de expertos para construir más naves. Por desgracia, construir naves nodrizas era una tarea titánica para el tiempo tan corto que tenían, pues se requería elaborar planos, material, pruebas de resistencia y peso, entre otros detalles necesarios.

¿Qué hacer entonces si la situación es demasiado apremiante?

"Cara".

Ella se volvió. Nyx se acercó con una mirada particularmente sombría; en sus ojos oscuros podía notarse destellos de resignación.

"Nyx... ¿Qué ha pasado?, ¿qué decidió el rey?"

El comandante volvió su mirada hacia el paisaje urbano de la ciudad de Violante, iluminado de forma brillante e imponente al amparo de la noche. "Habrá evacuación selectiva", dijo con una voz tensa. "Se priorizarán a las mentes más brillantes del planeta, así como a ingenieros especializados en la construcción".

"¿Qué...? ¿Y el resto del pueblo?, ¿qué pasará con él?", cuestionó Cara, entre asombrada y horrorizada.

"Las naves son insuficientes, Cara. No podemos salvarlos a todos".

"¿De qué sirve una mente brillante cuando decides que son desechables aquellos que ejercen las tareas más sencillas pero indispensables para el buen funcionamiento de la sociedad?, ¿qué hay de las mujeres y los niños que quedan atrás?, ¿acaso ellos deben perecer mientras un pequeño grupo se salva?"

"Cara, entiende que no es una decisión fácil la que se ha tomado. Por más que quisiéramos salvarlos a todos, no van a caber todos en las naves".

Cara desvió la mirada. Nyx, acariciando los brazos de su esposa, añadió: "Entiendo que te enoje la situación. Yo también ando disgustado, pero tuve que comprender que el rey no la tuvo fácil al tomar esa decisión..."

"Comandante Socli", interrumpió un soldado. "Discúlpeme, pero debo informarle que tenemos un problema".

"¿Qué problema?"

"Las naves nodrizas, señor... Fueron saboteadas".