Redescubriendo el alción (Homenaje al escritor Pedro Henríquez Ureña)

in Ecency4 days ago (edited)

Hace muchos años hicimos en la Casa Ramos Sucre (Cumaná, Venezuela) un recordatorio del escritor dominicano Pedro Henríquez Ureña en el centenario de su nacimiento, para lo cual invitamos al filósofo y escritor venezolano, ya fallecido, José Manuel Briceño Guerrero. Su tratamiento del autor hispanoamericano fue a partir de dos imágenes: la del alción y su muerte en el vagón del tren, lo que me llamó mucho la atención y me pareció una exposición magistral (de la segunda no podré hablar aquí).

Reconozco que en aquel tiempo, aun siendo un estudiante de literatura y lector de textos relacionados con mitología griega, no tenía la valoración amplia de la significación del alción. El maestro Briceño Guerrero dejó sembrada esa semilla. Ahora, recordando a Pedro Henríquez Ureña, me volvió esa imagen. Pero antes de seguir con ella, un poco del autor que quiero honrar.


Fuente


Se cumplen 140 años del nacimiento de quien fuera uno de los más grandes humanistas e hispanistas de nuestra América. Nacido en Santo Domingo el 29 de junio de 1884, vivió casi toda su vida, debido a diferentes causas, fuera de su tierra natal; realizó sus estudios doctorales en EUA; se radicó en México, donde dio relevantes contribuciones, como participar en la reforma educativa propuesta por José Vasconcelos. En Argentina, también cumplió una labor resaltante, aunque no fue reconocida del todo, como lo merecía (de ello dan cuenta Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato en artículos), lo que es, lamentablemente, una actitud reiterada en nuestra historia.

Siendo, sobre todo, un académico, sus principales obras destacan en la investigación y la crítica, tales como La utopía de América (1925), Seis ensayos en busca de nuestra expresión (1928) y Las corrientes literarias en la América hispánica (1949). Pueden leer más sobre su biografía en la referencia indicada.


Alcíone, de Herbert James Draper (1915) - Fuente - Dominio público


Volvamos al alción y seguimos también con Pedro Henríquez Ureña.

Como ya he dicho, la figura del alción estaba en la mitología griega (y en otras tradiciones antiguas). En síntesis, Alción era hija de Eolo, dios de los vientos, y se casó con Ceix, hijo de Eósforo, la estrella de la mañana. Cuando Ceix pereció en un tormentoso naufragio, ella se arrojó al mar y se ahogó. Los dioses Júpiter y Juno se apiadaron de ellos y los trajeron a la vida, convirtiéndolos en alciones. El alción grecolatino es nuestro martín pescador.

Pero más. ¿Por qué Briceño Guerrero tomó la imagen del alción para hablar de Pedro Henríquez Ureña? Aquí viene, para mí, lo más cautivador.

En la tradición occidental se creó la imagen de los "días del Alción". Como los alciones tienen huevos y crías en el mar durante siete días en el invierno, y las olas amenazaban con destruir sus nidos, Eolo contenía sus vientos y el mar permanecía calmado entonces. Esos días fueron llamados por los marineros "días alciónicos", de ahí que esta ave se convertiría en símbolo de la tranquilidad y de cierta bonanza.

Cuando volvemos a Pedro Henríquez Ureña, encontramos en sus textos de joven una sección titulada "Horas de estudio", de 1910, donde aparecen dos textos, de carácter ensayístico y biográfico, bajo el título "Días alcióneos". A ellos me referiré muy brevemente.


Martín pescador.jpg
Martín pescador o alción - Fuente


El primer texto está dedicado a sus contemporáneos, Antonio Caso y Alfonso Reyes, ambos intelectuales mexicanos de gran calibre, que fueron sus amigos. De él extraigo:

Cuando el cielo vesperascente palidece con la caída del sol, del ocaso comienza a ascender un tinte róseo. El extraño tinte, de suavidad y ternura milagrosas, crece por instantes, invade todo el occidente, y se desvanece por fin en las sombras que avanzan. En el bosque, la grave masa arbórea, en que se perfilan las copas redondas, sugiere la visión de un pintor panteísta; la majestad terrible del pinar evoca el espíritu de Turner.

(...)

¡Esplendor fugaz de los días alcióneos! ¿No sorprendes, poeta, un ritmo jocundo en la gran palpitación de la fecunda madre? ¿No adviertes, filósofo, una súbita revelación de suprema armonía? La magia del ambiente despierta el ansia de erigir sobre el aéreo país sideral, el libérrimo, el aristofánico olimpo de los pájaros. Es que anida Alción, el ave legendaria, la doliente esposa de Ceix, a quien otorgaron los dioses el don de difundir tales beneficios en mitad de la estación brumosa.


Un texto de una innegable belleza, con imágenes muy influidas por el modernismo rubendariano en boga todavía entonces, en el que, luego de sus descripciones muy líricas, nos encontramos con la figura mítica del alción como un modo de confirmar ese estado de calma espiritual que vive el autor, a conciencia de que ese estado no es permanente. Lo que confirma al cerrar el ensayo con una cita de Sócrates: "(...) no somos competentes para hablar de alciones y ruiseñores" (pueden leer el texto completo en la referencia dada al final).


Edición de obra de Pedro Henríquez Ureña.jpg
Fuente


El segundo texto de lo publicado por PHU bajo el título "Días alcióneos" está dedicado a Leonor M. Feltz, a quien fuera una especie de "ductora" en su adolescencia –y luego en su vida futura–, amiga de su madre, que los reunía para leerles. Veamos dos fragmentos:

No os digo que sois la única influencia que reconozco. Pero las otras han sido, cuando personales, familiares; cuando extrañas, sólo de ambiente. ¿Qué no ejercíais de maestra en las lecturas de vuestro salón? ¿Que muchas veces no las escogíais vos, pues mi hermano y yo buscábamos los libros? Nuestra misma libertad de acción daba más eficacia a vuestro influjo. Max y yo apenas habíamos salido de la adolescencia, y vos, con diez o doce años más, con vuestra perspicacia y vuestro saber y vuestro refinamiento, marchabais ya segura en las regiones del pensamiento y del arte. Vuestro amor a la solidez intelectual, vuestro don de psicología, vuestro gusto por el buen estilo ¿no habían de orientar nuestras aficiones?

(...)

(...) Antes tuve para el estudio todas las horas; hoy sólo puedo salvar para él unas cuantas, las horas tranquilas, los días serenos y claros, los días alcióneos.

Y esta labor de mis horas de estudio, de mis días alcióneos, va hoy a recordaros todo un año de actividad intelectual que vos dirigisteis y cuya influencia perdura; va hacia vos, a la patria lejana y triste, triste como todos sus hijos, solitaria como ellos en la intimidad de sus dolores y de sus anhelos no comprendidos.


Un ensayo con tono de carta a esa atractiva joven (le llevaba apenas diez o dos años más), a la que agradece con una afectividad muy delicada y sincera –quizás cercana a la del amorío propio de un adolescente, como el que hemos tenido muchos con alguna maestra de nuestra infancia–. La rica experiencia de entonces, ahora revalorada grandemente, es un motivo de serena emoción en el que el espíritu del escritor se adensa.

Pedro Henríquez Ureña nos atrae también no solamente con sus textos historiográficos y críticos. En estos está el poeta, que quizás quedó atrás.


Referencias:
Henríquez Ureña, Pedro (1981). Obra crítica. México: Fondo de Cultura Económica.
https://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_Henr%C3%ADquez_Ure%C3%B1a
https://es.wikipedia.org/wiki/Alc%C3%ADone
http://www.cielonaranja.com/phu-dias.htm
https://cincuentopia.com/la-leyenda-alcione/
http://www.cielonaranja.com/paginaphu.htm


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