Cierto que nos acostumbramos a ver los aretes o pendientes en los lóbulos de las orejas femeninas, pero las generaciones más jóvenes nos acostumbraron a verlos tatuados y con perforaciones corporales, sin distinción de sexo.
Ya no son solo aretes o pendientes en las orejas, que a veces llevan más colgantes que arbolito de Navidad, sino en las cejas y otras los dilatados túneles que terminan deformando los lóbulos por el peso. Unos jóvenes hijos de una familia evangélica, se perforaron la lengua como símbolo de rebeldía y una dulce jovencita que gusta de pintarse el cabello con colores de fantasía, en un día de calor que llevaba una blusa ligera, advertí que tenía aretes en los pezones. No dije nada, pero no termino de entender la razón para someterse al dolor por llevar un adorno que se puede enganchar y lastimarla, pero yo ya tengo más de medio siglo y ni siquiera me gustan los anillos.
Al parecer, muchos seres humanos sienten fascinación por marcarse y ponerse accesorios permanentes.
Algo que viene desde tiempos remotos en distintas civilizaciones y si bien hace unas décadas era algo marginal, hoy se ha vuelto muy frecuente. Creo que todos los adultos que conozco menores de 35 están tatuados y usan algún colgante en las orejas o la nariz.
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La rebeldía expresada en el arte corporal creo que es la menos preocupante, aunque perforarse los pezones debe ser algo doloroso y hasta un autocastigo de cierta manera.
Todo depende de las culturas, pues en algunos países no se suele perforar los lóbulos a las niñas, sino que es una decisión que cada quien toma cuando tiene pleno uso de sus facultades mentales.
En todo caso, hay una cierta satanización con respecto al uso de piercings por personas que dicen que JAMÁS lo harían, pero llevan aretes como si nada.
Cierto, en nuestra cultura, perforar los lóbulos de las niñas no se ve como un piercing, aunque lo es tanto como cualquier otra perforación. Quizás quienes se unen a estas prácticas, lo hacen como una manera de castigarse, una nueva forma de flagelación al estilo de las mortificaciones medievales y cilicios que se imponían los creyentes. ¿Moda emo, no sé? Deseos de llamar la atención, creo que lo más saludable es que los jóvenes esperen a la mayoría de edad, para no inculpar a nadie de posibles consecuencias, si se arrepienten. Y que asistan a un profesional reconocido y en condiciones de higiene, en especial si lo que pretenden es perforarse partes sensibles y delicadas, como por ejemplo ¨ un príncipe Alberto¨.
Digo yo.
Gracias por tu participación.