Qué cómico, como aquel evento creo en mi hermano, ese afán por mantener intacta la tradición de poner el pesebre cada año, ja, ja, ja. Él tenía de 4 a 5 años, porque Pancho no existía en aquel entonces.
Gracias mami, por regalarme navidades tan felices y bonitas.
Ah, estaba más pequeño aún, tengo tantas historias con las navidades. Lo del caramelo fue una locura.
Gracias a ti porque tienes manos maravillosas y mantienes la tradición.