Hoy me puse a reflexionar un poco sobre algo que me siempre me ha parecido de lo más curioso en la forma de actuar del ser humano. Estoy hablando de la validación ajena y la necesidad de ella como característica innata del ser humano. Esto es algo que a simple vista puede parecer un tema sencillo de analizar, pero que hay que darle una mirada lo suficientemente profunda para poder entenderlo a cabalidad en todas sus implicaciones.
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La necesidad de validación: ¿En qué consiste?
Antes que nada, hay que decir que la necesidad de validación ajena es un aspecto intrínseco y esencial en la vida del ser humano, ya que todos requerimos (de una manera o de otra) sentirnos aceptados, amados, apreciados y valorados por las demás personas de nuestro entorno y circunstancias. ¡Vaya secreto! ¿No? Después de todo, ¿Quién no quiere sentirse apreciado realmente?
Y en esto, es entonces cuando nos damos cuenta de que contar con la validación externa tiene una importante misión en la vida del ser humano, ya que se trata nada menos de una de las cosas que nos hace sentir que tenemos un lugar en el mundo y que tenemos un propósito de ser. Y analizándolo aún más, entendemos que evolutivamente esto ha tenido una razón de ser; ya que desde la antigüedad, el ser humano primitivo aprendió (en algún punto) que debía aliarse con otros para poder satisfacer mejor sus necesidades y sobrevivir.
La comodidad y conveniencia ameritaban esto, y para poder cohesionarse en un grupo, el ser humano debía adaptarse y someterse a las reglas y manera de ser y pensar del mismo como conjunto. Entonces, hablando en términos generales la validación no es más que dicha necesidad de reconocimiento, aceptación y aprobación por parte de los demás que todos tenemos, y que tiene sus bases nada menos que en la naturaleza social del ser humano.
Dicha naturaleza está suscrita en el adn del ser humano e implica la interacción, el acuerdo y el apoyo de otros (y con otros) como medio de supervivencia y bienestar. Por lo que la validación es algo que el ser humano busca de manera inconsciente y natural; y tiene que ver, como ya dije, con la necesidad de cubrir nuestras necesidades, pero también de sentirnos parte de algo, de nuestro entorno, de nuestras circunstancias.
Así que la necesidad de validación también tiene todo que ver con la necesidad de sentido de pertenencia que todo ser humano tiene.
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Las necesidades de validación de persona a persona
Ahora, entender que todo ser humano tiene necesidad de validación, es una cosa curiosa. Porque entonces tendríamos que hacer un inciso; ya que resulta que no todos los seres humanos tienen el mismo nivel de necesidad de validación externa. Y lo que es más, existen seres humanos que parece que no sienten en absoluto esta necesidad, mientras que existen otros que tienen esa necesidad exacerbada por ciertos factores que causan tal condición.
Ya que una persona puede sentirse validada cuando recibe una sonrisa, una palabra de aprecio, un gesto amable o un acto de solidaridad y apoyo, mientras que otra puede sentirse validada solo cuando es reconocida por sus acciones en un campo específico del conocimiento. Pero luego están las personas que no necesitan validación de ningún tipo, que en cierto modo demuestran un grado de sociopatía, ya que les importa poco o nada lo que se diga o piense respecto a ellas, sin importar lo incómodo, asocial, o poco adecuado de sus comportamientos a nivel general.
Y en el otro lado del espectro, tenemos a la personas que se someten demasiado al escrutinio ajeno, al punto de ser demasiado sugestionables y enajenables a causa de la opinión ajena. Son personas que se dejan afectar en demasía por lo que dicen los demás, a tal punto de volverse disfuncionales en todos los sentidos. Entonces, estamos hablando de dos tipos de disfuncionalidades aquí; ya que una persona a la que no le importa nunca la opinión de los demás tiene un problema, como también lo tiene la persona que es afectada en sobremanera por lo que otros puedan comentar, hacer o creer respecto a ella.
Claro que la mayoría de las personas están en el medio de los dos espectros o disfuncionalidades que acabo de mencionar aquí, lo que nos dice que la mayoría de las veces, la gente suele sentir la necesidad de validación en niveles normales (por decirlo de alguna manera).
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La validación en los tiempos modernos: El problema
Bueno, como parte de esto que les mencionaba de los extremismos en cuanto a lo que la necesidad de validación se refiere, tenemos que agregar el que en la sociedad actual la validación ajena se promueve en exceso. Y es que se ha convertido en algo todavía más relevante debido a la tecnología, ya que la influencia de las redes sociales y la presión social para destacar y ser reconocido es algo cada vez más notable hoy en día.
El síntoma o resultado de esto es que las personas procuran y persiguen constantemente (de forma enfermiza), la aprobación de los demás por medio de likes, comentarios, seguidores en las redes sociales y otros tipos de interacciones digitales. Ahora, esto no sería grave si no tuviera (como tiene) una indiscutible influencia en la autoestima, comportamiento y autoconcepto de la gente. Y ello nos demuestra que la validación externa se ha transformado en una suerte de moneda social, cuyo problema en esencia es que se valora y pondera más la opinión de los demás que la propia opinión y satisfacción personal.
Y es tan así que la falta de validación ajena puede tener repercusiones negativas en la salud mental de las personas de formas muy graves, ya que puede generar sentimientos de inseguridad, estrés, baja autoestima y depresión. Porque la necesidad de sentirse valorado por los demás puede generar ansiedad y estrés, llevando a una perenne búsqueda de aprobación, aceptación y validación en cada faceta de la vida.
La consecuencia explicada de manera resumida es que las personas pueden llegar a sentirse incompletas, incómodas o insatisfechas cuando no obtienen la validación que buscan, y ello les frustra, lo que termina afectando su bienestar y equilibrio emocional y psicológico a muchos niveles.
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La solución: Aprender a quererse y estimarse uno mismo
Es importante darnos cuenta de que la validación ajena no es la única fuente de satisfacción, completitud y felicidad en la vida. Es crucial entonces que aprendamos a valorarnos y apreciarnos a nosotros mismos y nuestros esfuerzos, reconociendo nuestras propias fortalezas, defectos y logros, sin importar lo que piensen los demás al respecto.
Esto se llama autovalidación, y es un proceso interno normal y propio de toda persona psicológica y emocionalmente sana. Implica aceptarse, apreciarse y quererse a uno mismo, más allá del juicio o la aprobación de los demás, o sea, independientemente de lo que los demás puedan pensar u opinar sobre nosotros.
Esto es parte de lo que debemos aprender en esta vida para desarrollar una autoestima saludable que razonablemente nos ayude a confiar en nuestras propias capacidades. Debemos acostumbrarnos a reconocer nuestros propios méritos y cualidades a fin de no depender de la aprobación externa para sentirnos y considerarnos valiosos.
Pero ante todas las reflexiones que acabo de hacer sobre el tema, lo que me queda más que claro es que la necesidad de validación ajena es una realidad en la vida del ser humano, y por ello es importante encontrar un equilibrio entre la validación externa y la autovalidación, para no depender excesivamente de la aprobación de los demás para sentirnos valiosos y completos. Ya que aprender a valorarse a uno mismo y a confiar en nuestras propias capacidades es el camino hacia niveles de autoestima saludables y normales y un mayor nivel de satisfacción personal.
Entonces recalcando, como pudimos ver a lo largo del post, la necesidad de validación ajena no es un problema en sí mismo, ya que es algo naturalmente ligado al ser humano desde siempre, el problema es que debe haber un equilibrio entre el nivel de influencia que ello puede implicar para nosotros, a fin de que no sea ni excesivo, ni demasiado escaso. La justa medida radica, opino yo, en el sentido común. No nos debe importar el mundo tan poco que perdamos toda empatía y todo sentido de importancia de los demás, pero tampoco nos debe importar tanto que perdamos todo sentido de nuestra valía y autoconcepto. Espero haya quedado claro el punto.
Porque si bien es importante sentirnos aceptados, a cierto nivel, también tenemos que entender que nunca le vamos a caer bien a todo el mundo, y en el entendimiento y aceptación de ello, también deberemos fortalecer nuestro carácter y nuestra personalidad.
¿Qué opinas sobre el tema tratado? Por favor comenta.
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Buenas noches @piensocrates. Como bien señalas, la palabra y el sentir clave es el equilibrio, llegar a este equilibrio puede ser un proceso largo y escabrosos, sobre todo cuando desde pequeño se vive la experiencia de desvalorización o poca valoración de quién se es.
Interesante tema para reflexionar.
Buenas noches @damarysvibra. Exacto, ese es el problema por el que (por un factor o por otro) muchos no logran ese equilibrio entre ambos tipos de validación. Muchas gracias por aportar tu comentario amiga. Saludos.
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