Sábado en la mañana se escucha vocear con megáfono al chamarilero, trapero o ropavejero, según la costumbre local.

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Me asomé a la ventana, tratando de enterarme lo que decía y de qué compraba en realidad. Duro de oído, aún no descifro las palabras emitidas con distorsión, pero alcanzo a ver una camioneta cargada con un armario, una cocina, una nevera y un colchón.
Si no fuera por el megáfono rojo adosado a la baranda, hubiera pensado que se trataba de una pequeña mudanza, pero no, además pasa con puntual frecuencia, lo que me indica que el negocio es próspero.

Como bien sé, la basura de uno, puede ser el tesoro de otro.
Y este singular personaje, que yo contaba entre los extintos, sigue vivo en medio de la gran urbe y por otras observaciones como el Mercado de Pulgas y muchos negocios de antigüedades y muy diversos objetos usados, tiene nutrida competencia en el mercado de compra-venta de objetos usados.
Un negocio peculiar e interesante que requiere cualidades no muy abundantes, pues requiere de instinto para reconocer y evaluar las oportunidades y valorar cuánto está dispuesto a recibir el vendedor y cuánto pagará el comprador.
Capitalismo salvaje en estado puro. Oferta y demanda subiendo y bajando del cajón de la camioneta del más arriesgado intermediario.
Me lo imagino al final del día evaluando los resultados y considerando si algunos objetos merecen invertirles en limpieza o reparaciones para mejorar el precio y las ganancias.
Luego de descansar, sentarse frente al ordenador a estudiar el movimiento del mercado cripto y analizar hasta qué punto le conviene conservar un token o cambiarlos por otros.
No compró aquellos Satoshi cuando el Bit estaba en 50 y ahora que paso de 80, lamenta no haber dedicado el tiempo a crear la famosa billetera fría, pero según su amigo de infancia, cuando eso explote, no quedará ni humo. Por otra parte, el ruso, no está claro si es ruso o ucraniano, dice que 5 o 10 % en Bit de esos, un 20 o 30 % en billetes de verde y caras de presidentes y salvo lo necesario para el cotidiano vivir en monedas redondas de dorado o plateado color.
Por otro lado, está su mujer insistiendo en comprar una parcela en el campo donde tener un huerto y algunos animales, porque según dice ella, todas esas porquerías no se comen y tarde o temprano se volverán al pueblo, donde no les dan la cantaleta con las expensas.
Pero en el pueblo hay que lavar en el río y acarrear agua, cortar leña y no hay wifi para ver el partido de futbol.
Nada, al final se quedó dormido soñando con una estancia llena de vacas, una casa rodeada de árboles y en el prado, el helicóptero.

I buy, I buy, Madam. I buy Lost Souls

On Saturday mornings you can hear the junk dealer, ragman or ragman, according to local custom, shouting through a megaphone.

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I looked out the window, trying to understand what he was saying and what he was actually buying. Hard of hearing, I still can't decipher the distorted words, but I can see a van loaded with a wardrobe, a stove, a refrigerator and a mattress.
If it weren't for the red megaphone attached to the railing, I would have thought it was a small move, but no, it also happens with punctual frequency, which tells me that the business is prosperous.

As I well know, one man's trash can be another man's treasure.
And this singular character, who I counted among the extinct, is still alive in the middle of the great city and from other observations such as the Flea Market and many antique shops and very diverse used objects, he has a lot of competition in the market for buying and selling used objects.
A peculiar and interesting business that requires qualities that are not very abundant, since it requires instinct to recognize and evaluate opportunities and assess how much the seller is willing to receive and how much the buyer will pay.

Savage capitalism in its purest state. Supply and demand going up and down from the back of the truck of the most risky intermediary.
I imagine him at the end of the day evaluating the results and considering whether some objects deserve investing in cleaning or repairs to improve the price and profits.
After resting, he sits down in front of the computer to study the movement of the crypto market and analyze to what extent it is convenient to keep a token or exchange it for others.
He did not buy those Satoshi when the Bit was at 50 and now that it has passed 80, he regrets not having dedicated the time to create the famous cold wallet, but according to his childhood friend, when that explodes, there will be nothing left. On the other hand, the Russian, it is not clear if he is Russian or Ukrainian, says that 5 or 10% of those are in Bit, 20 or 30% in green bills with faces of presidents and except for what is necessary for daily living in round coins of gold or silver color.
On the other hand, his wife insists on buying a plot in the countryside where he can have a garden and some animals, because according to her, all that junk is not eaten and sooner or later they will return to the village, where they do not give them a hard time with the expenses.
But in the village you have to wash in the river and carry water, cut wood and there is no wifi to watch the football match.
Nothing, in the end he fell asleep dreaming of a ranch full of cows, a house surrounded by trees and in the meadow, the helicopter.