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Guardianes de Arena
El día de playa iba perfecto, hasta que el castillo de arena empezó a responder.
Leo, con sus diez años y su aire de arquitecto experto, había dado el toque final a la torre más alta. Su hermana pequeña, Luna, de seis, aplaudía con las manitas llenas de arena, decorando la base con una línea de conchas marinas. El sol era una naranja de fuego suspendida en el cielo azul, y las olas murmuraban secretos al retirarse de la orilla. Era la fortaleza más magnífica que jamás habían construido, con sus murallas almenadas y su foso imaginario.
Bing IA
Fue entonces cuando una minúscula bandera, hecha con una pluma de gaviota que habían encontrado, se irguió sola en lo alto de la torre principal y ondeó con una dignidad impropia de un simple trozo de pluma. Leo y Luna se miraron, con los ojos como platos.
El castillo suspiró, un sonido como el de mil granos de arena deslizándose a la vez. El pequeño puente levadizo, hecho de palitos de helado, crujió y descendió lentamente sobre el foso. De la oscuridad del portón comenzaron a marchar figuras diminutas. Eran soldados, con armaduras que brillaban como el nácar pulido y escudos del color del coral. Se movían con una precisión marcial, formando filas en el patio de armas. De repente, desde una de las torres, el grito agudo de un cuerno de caracola resonó en el aire, un llamado a la batalla que les erizó la piel.
Antes de que pudieran reaccionar, una luz dorada y cálida emanó del castillo, envolviéndolos. Sintieron un tirón, como si la marea los arrastrara hacia un remolino invisible. El mundo se expandió a su alrededor o, más bien, ellos se encogieron, cayendo en un vórtice de arena y luz. Aterrizaron suavemente en el patio del castillo, ahora del tamaño de los soldados que los rodeaban.
Un capitán con un yelmo adornado con una pequeña alga seca se acercó. «¡Los Constructores! ¡Habéis llegado!», exclamó con una voz que sonaba como el roce de las piedras. «Las Sombras Marinas atacan al anochecer. ¡Debemos defender el Reino de la Orilla!».
Las Sombras Marinas, criaturas sombrías hechas de espuma oscura y algas retorcidas, emergían ya del mar, arrastrándose hacia ellos. A Leo le entregaron una pequeña espada afilada, hecha de un trozo de concha. A Luna, al ver su miedo, el capitán le dijo: «Tu corazón es la magia más fuerte, pequeña Constructora. Mantén firmes las murallas».
La batalla fue un caos de arena y agua. El clangor de las espadas de concha chocando contra los cuerpos de espuma llenaba el aire. Leo luchaba con una valentía que no sabía que poseía. Luna, aterrada, corrió hacia una muralla que empezaba a deshacerse por el embate de una ola y la tocó. Al instante, la arena se endureció, volviéndose tan sólida como la roca. Su toque era la argamasa mágica que el reino necesitaba.
Pero el enemigo era incansable. Una ola gigantesca, mucho más grande que las demás, se levantó en el horizonte, una monstruosa garra de agua coronada de espuma furiosa, lista para engullirlo todo. Los soldados de arena gritaron. Leo se preparó para el final. Luna cerró los ojos con fuerza y gritó.
—¡Mamá, mamá…!
El estruendo de la ola se convirtió en un silencio profundo, solo roto por sus propios sollozos. Abrió los ojos. No estaba en la playa. El olor a sal y la arena fría habían sido reemplazados por el aroma a suavizante de sus sábanas y la suave luz de la luna que se filtraba por la ventana de su habitación. La puerta se abrió y su madre entró, con el rostro lleno de preocupación.
—Luna, mi vida, ¿qué pasa? Tuviste una pesadilla.
La abrazó con fuerza, un refugio cálido y seguro. Luna se acurrucó contra ella, con el corazón aún latiendo a mil por hora.
—El castillo… las sombras… —murmuró.
—Tranquila, mi amor, solo fue un sueño —le susurró su madre, acariciándole el pelo—. Quizás porque estás muy emocionada. Venga, duerme otro poquito. En unas horas, cuando salga el sol, nos iremos a la playa.
Luna cerró los ojos, sintiendo el abrazo protector de su madre. Pero en la oscuridad, sonrió. No había sido una pesadilla. Había sido un ensayo. Miró sus manos pequeñas sobre la manta. Hoy, en la playa, construirían el mejor castillo de todos. Y ella y Leo estarían listos para defenderlo.
Bienvenidos a esta iniciativa. Aprovecho para invitarlos a participar. Es muy fácil y divertido. ¡Únanse! @chironga67, @atreyuserver y @tiffanny.
[Concurso de Escritura] Completa el Cuento. Historia #18
El día de playa iba perfecto, hasta que el castillo de arena empezó a responder.
Portada de la iniciativa.
Dedicated to all those writers who contribute, day by day, to making our planet a better world.
Sand Guardians
The beach day was going perfectly—until the sandcastle started talking back.
Leo, at ten years old and with the air of a master architect, was adding the final touch to the tallest tower. His little sister, Luna, who was six, clapped her sand-filled little hands, decorating the base with a line of seashells. The sun was a fiery orange suspended in the blue sky, and the waves whispered secrets as they retreated from the shore. It was the most magnificent fortress they had ever built, with its crenellated walls and imaginary moat.
Bing AI
It was then that a minuscule flag, made from a seagull feather they had found, stood tall on its own atop the main tower and fluttered with a dignity unbefitting a mere scrap of feather. Leo and Luna looked at each other, their eyes as wide as saucers.
The castle sighed, a sound like a thousand grains of sand sliding at once. The small drawbridge, made of popsicle sticks, creaked and slowly lowered over the moat. From the darkness of the gateway, tiny figures began to march out. They were soldiers, with armor that shone like polished mother-of-pearl and shields the color of coral. They moved with martial precision, forming ranks in the courtyard. Suddenly, from one of the towers, the sharp cry of a conch horn echoed through the air, a call to battle that gave them goosebumps.
Before they could react, a warm, golden light emanated from the castle, enveloping them. They felt a pull, as if the tide were dragging them into an invisible whirlpool. The world expanded around them, or rather, they shrank, falling into a vortex of sand and light. They landed softly in the castle courtyard, now the same size as the soldiers surrounding them.
A captain with a helmet adorned with a small, dried piece of seaweed approached. "The Builders! You have arrived!" he exclaimed, his voice sounding like the grating of stones. "The Sea Shadows attack at dusk. We must defend the Kingdom of the Shore!"
The Sea Shadows, murky creatures made of dark foam and twisted seaweed, were already emerging from the sea, crawling toward them. Leo was handed a sharp little sword, made from a piece of a shell. Seeing Luna's fear, the captain told her, "Your heart is the strongest magic, little Builder. Keep the walls steady."
The battle was a chaos of sand and water. The clang of shell-swords clashing against foamy bodies filled the air. Leo fought with a courage he never knew he had. Luna, terrified, ran to a wall that was beginning to crumble under the blow of a wave and touched it. Instantly, the sand hardened, becoming as solid as rock. Her touch was the magical mortar the kingdom needed.
But the enemy was relentless. A gigantic wave, much larger than the others, rose on the horizon—a monstrous claw of water crowned with furious foam, ready to swallow everything whole. The sand soldiers screamed. Leo braced himself for the end. Luna squeezed her eyes shut and cried out.
"Mama, Mama…!"
The roar of the wave turned into a deep silence, broken only by her own sobs. She opened her eyes. She wasn't on the beach. The smell of salt and the feel of cold sand had been replaced by the scent of fabric softener from her sheets and the soft moonlight filtering through her bedroom window. The door opened and her mother came in, her face full of concern.
"Luna, sweetheart, what's wrong? You had a nightmare."
She hugged her tightly, a warm and safe refuge. Luna snuggled against her, her heart still pounding a mile a minute.
"The castle… the shadows…" she murmured.
"Shhh, my love, it was just a dream," her mother whispered, stroking her hair. "Maybe it's because you're so excited. Come on, get a little more sleep. In a few hours, when the sun comes up, we'll go to the beach."
Luna closed her eyes, feeling her mother's protective embrace. But in the darkness, she smiled. It hadn't been a nightmare. It had been a rehearsal. She looked at her small hands on the blanket. Today, at the beach, they would build the best castle ever. And she and Leo would be ready to defend it.
Welcome to this initiative, this is my first participation in it. I would like to take this opportunity to invite you to participate, it's very easy and fun, come and join in!: @cirangela, @issymarie2, and @sacra97.
[Writing Contest] Finish the Tale. Story #18
Cover of the initiative.
"The beach day was going perfectly—until the sandcastle started talking back"
Dedicated to all those writers who contribute, day by day, to making our planet a better world.
What brave kids!