Saludos, amigos de Hive.
Retomo mi espacio por estos lares después de largos meses de ausencia. Hoy les dejo un texto que espero sea del agrado de todos.
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El ángel de Diana
Para mi amigo Peter Marval,
por haberme contado esta historia
Un día de febrero de 1982, cuando en Venezuela no existía todavía la telefonía móvil, Peter salió de la función del cine casi a las 7 de la noche. Una muchacha llamó su atención halándolo ligeramente por la manga de la camisa. Señor, discúlpeme, tengo un problema. Necesito dinero, le dijo casi mascullando. La observó y rápidamente se dio cuenta de que no era de las mujeres que deambulaban en la noche por la plaza jugándose la vida. Por eso detuvo el paso para escucharla.
Se llamaba Diana, era estudiante universitaria. Había llegado al mediodía a la isla en el ferry de Cumaná. Cuando quiso pagar el autobús que la llevó desde Punta de Piedras hasta Porlamar, se dio cuenta de que no llevaba su monedero consigo. Buscó dentro de su bolso y su morral pero no encontró nada de dinero. El chofer la insultó feamente, no escuchó su explicación. La robaron dentro del ferry pues allí había comprado un café. Un pasajero que venía en el bus se condolió de su llanto y le pagó el pasaje.
Caminó hasta la plaza Bolívar buscando una cara conocida de su pueblo para que la auxiliara pero no encontró a nadie. Se le fue la tarde y se estaba haciendo de noche. Diana no tenía dónde quedarse. Para ella sería muy difícil lo que iba a hacer, era su última esperanza pues no pasaría la noche en el peligro de la plaza.
Se paró frente a la salida del cine. Dejó pasar a varias personas hasta que se fijó en Peter porque le pareció una buena persona. Le pidió dinero prestado para pagar una carrera hasta Juangriego, donde la esperaba su familia. Prometió devolverle el dinero. Él, algo desconfiado, sintió pena por la chica. Le dijo su nombre y le propuso llevarla hasta la parada de taxis. Ella aceptó. La metió dentro del taxi, le pagó al chofer el costo de la carrera. Luego se despidió de ella diciéndole: Llámame a la casa cuando llegues que estaré pendiente. Diana entendió que esas palabras eran para despistar al chofer, quien arrancó sin darles tiempo de intercambiar sus números de habitación.
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Eso sucedió un sábado antes de carnaval. El jueves siguiente, Peter fue a ver el desfile de carrozas en la avenida 4 de mayo de Porlamar, donde había una multitud de isleños y visitantes disfrutando de la tarde carnavalesca. Estaba distraído viendo a las garotas cuando de pronto escuchó a varias personas gritar, en medio del bullicio: ¡Peter, Peter! Sobre el capó de un carro estaban montados un señor, una señora, dos muchachos y una muchacha. A ella la reconoció de inmediato.
Diana corrió hacia él, lo abrazó y se quedó pegada a Peter durante unos minutos, llorando. Le preguntó si la recordaba. Él, todavía asombrado, respondió afirmativamente. Ella le presentó a su familia diciéndoles que ese era el héroe, su salvador de la noche del sábado. El señor también lo abrazó y enseguida los demás igualmente lo hicieron.
Llorando, el padre de la chica le agradeció haber cuidado a su hija. Luego, le extendió un sobre con mucho dinero, mucho más de lo que había pagado por la carrera del taxi. Peter se negó a tomarlo. El señor insistió: Le debo la vida de mi hija, buen hombre. Desde el domingo hemos venido todos los días buscándolo entre la multitud para devolverle su dinero. Al no encontrarlo, yo la oí decir: “Que no se me olvide la cara de mi héroe”. Peter sonrió. Con lo feo que soy jamás se le olvidará mi cara, dijo y todos soltaron las carcajadas. Desde entonces son amigos del alma.
Destino me ha traido por acá. Una historia que marca y recuerda que hay personas humildes, caritativas y muy solidarias. Un ¡a la viva, viva! por toda esa gente que lleva un Peter dentro de sí.
¡@gythanobonfak querido! ¡Qué bueno es Destino, traerte para acá para que me comentaras mi texto! Sí, así es, Hay mucha gente como mi compadre Peter, que sigue siendo un alma caritativa, y yo apuesto por ellas. Te abrazo, corazón. Espero leer algo tuyo pronto.
Una linda historia, hay que confiar porque existe mucha gente buena @alidamaria, ¡un fuerte abrazo!
Hola, mi querida @evagavilan2. ¡Claro que sí: hay muchísima gente de alma generosa! Yo conozco una muy buena que es cumanesa y ahora vive en Barcelona, España, a la que también le mando un abrazo.
Hola @alidamaria , Linda historia, un ángel entre nosotros sin alas ni aureolas.
Todos podemos serlo y hacer el mundo mas amable y mejor.
Hasta pronto.
Saludos, querido @felizmarranz. Gracias por su comentario. Cuando escribía el texto pensé en tantas veces que esos ángeles sin aureolas movieron sus alas por mí y eso hizo que yo siempre intentaré ayudar a alguien más. Fue un extraordinario aprendizaje. Hasta pronto. Le mando un gran abrazo.