Una nueva cocina para trabajar y para consentir a mi familia

¡Hola, amigos de Hive!

Quizá se llegaron a dar cuenta en las fotos de mis publicaciones del estado de deterioro en que estaba mi cocina, después de 34 años de servirme de manera fiel la pobre se cae a pedazos. Hace unos 7 quizá 8 años la cocina explotó mientras usábamos el horno. Gracias a Dios en ese incidente solo se nos quemaron, a mi esposo y a mi, un poco los vellos de los brazos y unos mechoncitos de cabello. La piel se nos irritó, pero no llegó a quemarse.

Luego de esa explosión deshabilitamos la cocina y empezamos las reparaciones. Durante varios meses la cocina estuvo desarmada para cambiarle quemadores, reparar las válvulas y llaves y volver a colocarle la fibra interna al horno. A lo largo de los años en algunos momentos hubo ratones y fueron sacando esa fibra que le conservaba el calor al horno.

Las reparaciones se hicieron en familia y aprovechando diversos materiales; unos que había en casa, otros que se compraron nuevos y algunos de segunda mano. Al cabo de un año más o menos, no sabría decirles con precisión, volvimos instalar la cocina. Claro, ya no estaba al 100% de sus capacidades con decirles que hasta le sujetabamos la puerta del horno con un palo para que no se abriera, pero estaba funcionando y todavía hace unas semanas era el lugar para preparar nuestros alimentos.

Aunque les estoy contando que aún funcionaba ya estaba fallando y se apagaban las hornillas mientras estaba cocinando, aún peor es que tenía pequeñas fugas; no era segura, pero la necesidad nos hacía cocinar allí.

Mi hijo sabía que la cocina se caía a pedazos, él está en otro país pero siempre estamos en contacto y le mando fotos de las cosas que cocino y aunque yo trato de mandarle las fotos más bonitas siempre se veía el deterioro. Además que cuando él se fue ya la cocina estaba bastante deteriorada. Hace un poco más de una semana me compró una cocina. Su hermana que fue su cómplice para hacer las diligencias ya que él está lejos. Una cocina preciosa que les muestro en las fotos.

La alegría y la nostalgia se apoderaron de mí. Sí, era algo que necesitábamos, pero también me hincha de orgullo saber que mi hijo es un buen hombre que cuida de su familia aunque esté lejos y que gracias a Dios él está bien y aunque lo extraño sé que está haciendo su vida por allá con un bienestar que aquí en Venezuela es muy difícil de alcanzar.

Mi hija me contó que él no quería comprarme cualquier cocina, sino una que tuviera un horno grande para que yo pueda hacer mis ponquésitos, pizzas y todo lo que me gusta preparar para consentirlos o para vender, porque esa cocina no solo es una necesidad sino una valiosa herramienta de trabajo.

Cuando la cocina llegó nos pusimos manos a las obras para instalarla, pero primero debíamos limpiar y restaurar un poco. Mi yerno, mi hija, mi esposo y yo trabajamos todo el día en las labores de mantenimiento. Limpieza y pintura fueron necesarias para quitar la grasa que se acumula con el tiempo en las paredes y todo al rededor. final del día estaba instalada y todos estábamos cansados, pero felices.

La diferencia al cocinar es grandísima, la comida se hace más rápido y queda más bonita. El horno funciona estupendo gracias a Dios, y las recetas que antes demoraban hasta 35-40 minutos ahora están en apenas 15-20 minutos.

Antes las cosas las fabricaban para durar muchísimo y mi vieja cocina es una prueba de ello, más de 34 años sirviendonos y acompañándonos, incluso ahora funcionando a pesar de estarse cayendo a pedazos.

Estoy agradecida con Dios y con mi hijo por este regalo de niño Jesús adelantado, jamás pensé que tendría una cocina nueva y menos tan bonita.

Ya les iré contando de los platillos que prepare.

Todas las fotografías son de mi propiedad.