Hay una hora mágica en el día, un paréntesis de quietud entre el bullicio de la mañana y el ajetreo de la tarde: el mediodía. Y hay un lugar que, a esa hora precisa, se convierte en el escenario perfecto para una de las terapias más simples y profundas: la caminata conscientente. Este es el relato de lo que encontré en el Bulevar a las doce del día, que transformó un simple paseo en una lección de serenidad.
A diferencia de la urgencia de la mañana o la energía frenética de la noche, el mediodía en el Bulevar respira a un ritmo distinto. El sol se encuentra en su cenit, bañando todo con una luz clara y honesta que no permite sombras largas ni misterios artificiales. Todo es exactamente lo que es. Y en esa aparente simpleza es donde reside su encanto.
Hermosas fotografías, que retratan ese momento de quietud entre la mañana y la tarde. Las caminatas contemplativas son excelentes, no solo para tomar fotos, sino también para hacer el ejercicio de ver con calma aquello que usualmente pasamos por alto.
Hermosas fotografías, que retratan ese momento de quietud entre la mañana y la tarde. Las caminatas contemplativas son excelentes, no solo para tomar fotos, sino también para hacer el ejercicio de ver con calma aquello que usualmente pasamos por alto.