Hola amigos, nada mejor que un café para comenzar la mañana. Si es recién molido y recién colado, mucho mejor. Tomarlo en la intimidad de tu casa, en el silencio de la mañana y en tu propia compañía… es como hacer una terapia de reconocimiento subjetivo y ponerte al día, ¿con quién?, contigo.
Son paréntesis que hacen tanta falta como cualquier otra actividad que hagas como ir al trabajar, dormir o comer. La tranquilidad y hacer espacio en la rutina diaria es lo que brinda el oxígeno necesario para que podamos conectarnos con gusto y gratitud a todo lo que nos rodea. Lo bueno y lo que no es tan bueno.
Con el tiempo he aprendido a escuchar el discurso de las horas. Lo que está bajo la influencia de mis decisiones y lo que no, así ahorro energías, evito estrés y frustraciones. Aprender a identificar los anillos de los acontecimientos que puedo influir y la libertad que tienen las otras personas de hacer su voluntad, es una dialéctica que cuando la comprendes y la respetas, sencillamente vives en mejor equilibrio.
Tras una taza de café pueden esconderse grandes tesoros. Los recuerdos de mi infancia tienen ese aroma. La infancia la recuerdo entre familia en una casa que grande, llena de voces, plantas, miedos, apegos, abandono, magia, juegos, cuentos y mucha nostalgia que acompañan esos primeros recuerdos …cada taza de café me ayuda a reconciliar lo que fue con lo que es.
Agradezco infinitamente a mis abuelos maternos, quienes me enseñaron el significado del amor. Eso fue definitivo, el velo protector que me acompaña para no protegerme de nada y degustar todos los momentos que me sirven los días.
Definitivamente mi fortuna se mide en gratitud y sabiduría...y una taza de café
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