Ya no encontraba ni dónde esconderme, esa niña me seguía a todas partes, pero si no fuera por la propuesta de su padre, no sé qué haría. En dos meses cumpliría los 58 años, ya todas mis habilidades y destrezas estaban más que obsoletas, además mi vista ya no era la de antes, había intentado de todo. Ir a las iglesias a tomar fotografías en las quinceañeras y bautizos, arreglar abanicos descompuestos y hasta hacer bocetos a mano. Todo era en vano, ya nadie necesitaba todo eso. Pero entonces llegó ese viejo desdichado de Don Artemio con su ridícula propuesta. -Cásate con mi hija y yo te mantengo hasta los 60 años cuando puedas jubilarte- no teniendo más le tuve que decir que sí, pero siempre me encontraba deprimido por el recuerdo de mi esposa, sentía como que el corazón se me vaciaba de sangre. Entonces Margarita se acercó y me hizo otra propuesta.
-Se muy bien que todavía ama a su esposa, pero ya sabe cómo es mi padre de antiguo. Se enteró de mi embarazo, quiso correrme de la casa, pero no sé hacer nada. En la hacienda todo lo hacen por mí, y además con una criatura, qué iba a hacer de mí. De cierta forma Estamos iguales. No le parece?-
-Supongo que si, para tu padre solo importan las apariencias-
-Apariencias, interesante. Que le parece si solo fingimos-
-Que quieres decir-
-Si, nos casamos y nos vamos a vivir juntos a San Benito, ahí tenemos una finca que no usamos-
La boda se realizó con toda gala. Ese 28 de marzo, Martin Felipe de cincuenta y ocho años contrajo Matrimonio con Margarita, la hija de Don Artemio, quien solo tenía diecinueve.
Las críticas no se hicieron esperar. Todo mundo decía que era un matrimonio muy desigual, que seguramente ella se casaba solo por el dinero. Lo que no sabían es que Martín Felipe no tenía ni un quinto y que era su padre el que la obligaba a casarse. Se veía nervioso y hasta pálido, sin embargo Margarita se veía tan feliz que parecía que estaba realmente enamorada del que ahora sería su esposo. Solo Dios sabía cuáles eran las extrañas razones para que esta boda se celebraba...
Historia corta y fotografía
"Las apariencias engañan...", pero debemos aprende a convivir con ellas...
Por eso no hay que juzgar, en ocasiones, las cosas no son lo que parecen