Surprise for afternoon tea || Sorpresa para el té de la Tarde [ENG/ESP]

in Proof of Brain6 months ago
Authored by @Agustinaka

It was a sunny Sunday afternoon and Clara decided to surprise her family with a special snack. I had been thinking all week about something different, something that was not only delicious, but also comforting. It was then that he remembered the ham and cheese croissants that he used to enjoy in his childhood.

With a smile, Clara headed to the kitchen. First, she gathered all the ingredients: puff pastry, sliced ​​ham, sliced ​​cheese, an egg, and some melted butter. He turned on the oven to preheat it to 180 degrees Celsius while he started working on the dough.

He carefully spread the puff pastry on the counter, making sure it was as thin as possible. With a knife, he cut it into triangles, remembering the technique his grandmother had taught him. Each triangle would be a perfect crescent, filled with ham and cheese.

He placed a slice of ham and a piece of cheese at the base of each triangle, rolling them from the base to the tip to form croissants. When finished, she placed each one on a baking sheet, making sure to leave enough space between them so they could expand without sticking.

Clara took the egg, beat it and, with a brush, painted each crescent with the beaten egg so that they acquired a golden and appetizing color in the oven. Finally, he put them in the oven and set the timer for 20 minutes.

While the croissants were baking, the aroma of puff pastry and melting cheese began to fill the kitchen, invading the entire house. Her children, attracted by the delicious smell, came running to the kitchen with curiosity and enthusiasm. Clara smiled at them and asked them for patience.

Finally, the timer rang. Clara opened the oven and removed the tray, revealing crispy, golden croissants. He let them cool for a few minutes before placing them on a large plate. Then, he carried the plate to the dining table, where he had already arranged cups of tea and coffee.

The family sat around the table, and everyone's eyes shone when they saw the delicious snack that Clara had prepared. Between laughter and conversation, everyone enjoyed the ham and cheese croissants, savoring each bite and creating new memories around that table.

That sunny afternoon, with the aroma of puff pastry in the air and the sound of family laughter, became one of those unforgettable afternoons, where the simplicity of a homemade recipe was transformed into a moment of love and family unity.

Era una tarde soleada de domingo y Clara decidió sorprender a su familia con una merienda especial. Había estado pensando durante toda la semana en algo diferente, algo que no solo fuera delicioso, sino también reconfortante. Fue entonces cuando recordó las medialunas de jamón y queso que solía disfrutar en su infancia.

Con una sonrisa, Clara se dirigió a la cocina. Primero, reunió todos los ingredientes: masa de hojaldre, lonchas de jamón, queso en rebanadas, un huevo y un poco de mantequilla derretida. Encendió el horno para precalentarlo a 180 grados Celsius mientras comenzaba a trabajar en la masa.

Extendió cuidadosamente la masa de hojaldre sobre la encimera, asegurándose de que quedara lo más fina posible. Con un cuchillo, la cortó en triángulos, recordando la técnica que su abuela le había enseñado. Cada triángulo sería una medialuna perfecta, rellena de jamón y queso.

Colocó una loncha de jamón y un trozo de queso en la base de cada triángulo, enrollándolos desde la base hasta la punta para formar las medialunas. Al terminar, colocó cada una en una bandeja para hornear, asegurándose de dejar suficiente espacio entre ellas para que pudieran expandirse sin pegarse.

Clara tomó el huevo, lo batió y, con una brocha, pintó cada medialuna con el huevo batido para que adquirieran un color dorado y apetitoso en el horno. Finalmente, las metió al horno y puso el temporizador para 20 minutos.

Mientras las medialunas se horneaban, el aroma del hojaldre y el queso fundiéndose comenzó a llenar la cocina, invadiendo toda la casa. Sus hijos, atraídos por el delicioso olor, llegaron corriendo a la cocina con curiosidad y entusiasmo. Clara les sonrió y les pidió paciencia.

Finalmente, el temporizador sonó. Clara abrió el horno y sacó la bandeja, revelando unas medialunas doradas y crujientes. Las dejó enfriar unos minutos antes de colocarlas en un plato grande. Luego, llevó el plato a la mesa del comedor, donde ya había dispuesto tazas de té y café.

La familia se sentó alrededor de la mesa, y los ojos de todos brillaron al ver la deliciosa merienda que Clara había preparado. Entre risas y conversación, todos disfrutaron de las medialunas de jamón y queso, saboreando cada bocado y creando nuevos recuerdos alrededor de esa mesa.

Esa tarde soleada, con el aroma de hojaldre en el aire y el sonido de las risas familiares, se convirtió en una de esas tardes inolvidables, donde la simplicidad de una receta casera se transformó en un momento de amor y unión familiar.