Por @latino.romano
Me encontraba sentado frente a mi escritorio, leyendo un tratado sobre aplicaciones matemáticas en la economía urbana… bueno analizaba las imágenes interpretando los gráficos… bueno solo miraba las imágenes porque me parecían curiosas.
De pronto sentí unas ganas enormes de tomar café… la cuarta taza del día… bueno la décima. El asunto es que busqué en toda la alacena y no encontré nada del valioso grano aromático.
Mi reloj marcaba las 3:00 pm así que la tienda de víveres ya estaba cerrada por la cuarentena. Comencé a comerme las uñas, algo inquieto por no poder beber mi acostumbrada taza. Me asomé por la ventana y me di cuenta que el restaurante de la cuadra estaba aún abierto.
Rápidamente salte sobre mi sofá y tomé mi camisa de mangas largas, mi gorra de beisbol, mis gafas oscuras y mi cubre bocas casero que yo mismo fabriqué con una sábana vieja.
Salí muy rápido para llegar a tiempo al restaurante, asumía que muy pronto estaría cerrado igual que todo comercio donde vivo. Pero me sorprendió que su horario de trabajo no terminara a las 5:00 pm como ordenó el gobierno, sino a las 7:30 pm.
Respiré aliviado por encontrar un lugar donde satisfacer mi necesidad de cafeína y sin dilatarme le indiqué al vendedor que me sirviera un café del tamaño más grande que tuvieran disponible.
—Con mucho gusto señor —me dijo enseguida y comenzó a prepararlo.
Yo me senté en una de las mesas y el me indicó que solo servía café o comida para llevar. Entendí el porqué de las sillas vacías afuera de su negocio. Me pareció bien llevarme a casa mi pedido, así evitaba el contagio por el virus.
—Voy a servírselo en este envase de sopa —me señaló mostrándome una taza metálica reciclada. Entendí que no había forma de conseguir envases plásticos desechables debido a que la industria estaba cerrada por la cuarentena.
Como el envase estaba limpio, acepté la idea del vendedor.
—No tenemos azúcar, está escasa por la cuarentena —dijo finalmente llenado la taza de sopa.
Me pareció que podía agregarle azúcar en mi casa, así que no me quejé por ello.
—¿Cuánto le debo? —pregunté sacando unas monedas de mi bolsillo.
—Son 150 mil bolívares —respondió sin sentir dolor alguno.
—¡150 mil bolívares! ¡Esto es un robo! —repliqué enfadado y sintiéndome engañado.
—Es debido a la inflación, usted sabe… por la cuarentena.
Pagué mi café y me fui corriendo a mi casa, no dejaba de murmurar molesto por lo costoso de un café mal servido y sin azúcar. Me propuse jamás volver a ese miserable restaurante, y mientras me acercaba a la entrada de mi modesto hogar, alcancé a ver una patrulla de policía que venía en mi dirección. Di un vistazo rápido a mi reloj y noté que ya había comenzado hace media hora el toque de queda obligatorio. Así que corrí lo más que pude para llegar a mi puerta y abrirla antes que la policía me alcanzara. Fue entonces cuando me tropecé y derrame todo mi café.
La policía no me detuvo, supongo que les dio lastima verme en el suelo empapado del líquido oscuro. Entré a mi hogar, me di un baño para desinfectarme, y estando a punto de explotar de rabia por lo ocurrido, encendí mi televisor para distraer mi mente. Justo en ese momento transmitían un comercial que decía: “Quédate en casa, mantente a salvo, disfruta tomando un buen café”. No podía creer la ironía de la vida…
Esta historia es ficticia, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Gheyzer J. Villegas (@latino.romano) es un escritor hispano de relatos y poemas, miembro del mundialmente reconocido grupo Freewrite House para quien escribe estos textos inéditos…
English version
I was sitting in front of my desk, reading a treatise on mathematical applications in urban economy... well I was analyzing the images interpreting the graphics... well I was just looking at the images because I found them curious.
Suddenly I felt like having coffee... the fourth cup of the day... well the tenth. The thing is that I looked all over the cupboard and found nothing of the valuable aromatic bean.
My clock was ticking at 3:00 pm so the grocery store was already closed for the quarantine. I started biting my nails, a bit anxious about not being able to drink my usual cup. I looked out the window and realized that the restaurant on the block was still open.
I quickly jumped on my couch and grabbed my long-sleeved shirt, my baseball cap, my dark glasses, and my homemade mouthpiece that I had made from an old sheet.
I left very quickly to get to the restaurant in time, assuming that it would soon be closed like every shop where I live. But I was surprised that their work schedule did not end at 5:00 pm as the government ordered, but at 7:30 pm.
I breathed a sigh of relief that I had found a place to satisfy my need for caffeine, and without delay I instructed the vendor to serve me the largest size coffee they had available.
-With pleasure, sir," he said at once, and began to brew it.
I sat down at one of the tables and he indicated that he only served coffee or take-out. I understood why there were empty chairs outside his shop. I thought it would be good to take my order home, so I could avoid getting the virus.
-I'm going to serve it to him in this soup container," he said, showing me a recycled metal cup. I understood that there was no way to get disposable plastic containers because the industry was closed by quarantine.
Since the container was clean, I accepted the vendor's idea.
-We have no sugar, it is scarce because of the quarantine," he finally said, filling the cup with soup.
I thought I could add sugar to it at home, so I didn't complain about it.
-How much do I owe you? -I asked, taking some coins out of my pocket.
-It's 150,000 bolivars," he replied without feeling any pain.
-150 thousand bolivars! -This is a robbery! -I replied angrily, feeling cheated.
-It's because of inflation, you know... because of the quarantine.
I paid for my coffee and ran home, I kept muttering in annoyance about the cost of a badly served coffee without sugar. I set out never to return to that miserable restaurant, and as I approached the entrance to my modest home, I caught sight of a police car coming in my direction. I took a quick look at my watch and noticed that the mandatory curfew had already begun half an hour ago. So I ran as fast as I could to get to my door and open it before the police reached me. That's when I tripped and spilled all my coffee.
The police didn't stop me, I guess they were sorry to see me on the floor soaked in the dark liquid. I entered my home, took a bath to disinfect myself, and as I was about to explode with rage over what had happened, I turned on my TV to distract my mind. Just at that moment they were broadcasting a commercial that said: "Stay home, stay safe, enjoy a good cup of coffee". I couldn't believe the irony of life...
Bwahahahhaaaa! Did they mean enjoy it like, drink it, or enjoy it all over you :P🤣
Como diría nuestro amigo español JOER
El café es como el cigarro
que te falte la tinta,
se te seque el tintero,
los papeles se te arruguen,
pero que no te falte
el café.