El cuaderno con los códigos

EL CUADERNO CON LOS CÓDIGOS

Dos semanas habían transcurrido después del funeral del acaudalado empresario Moisés Cohen, cuando sus familiares, sus amigos más allegados y algunos socios importantes de las empresas de su propiedad acudieron a la mansión Mezuzá en La Lagunita, El Hatillo, convocados por el albacea.

La convocatoria estaba fijada para el martes 13 de junio, a las tres de la tarde. La convocatoria rezaba expresamente que todos debían acudir a esta cita a la hora indicada, no antes ni después; porque no se le permitiría la entrada a la casona. De modo que todos, los 23 invitados, se presentaron a la hora indicada y, por supuesto, nadie pudo disimular su malestar y sorpresa, a la hora de los saludos de rigor y la emoción o la expectativa de algunos con relación al destino del legado del multimillonario, en presencia de 10 testigos conformados por los socios y allegados.

Los familiares directos: dos exesposas, tres hijos varones, nueve nietos, intercambiaron saludos, con todo y el nerviosismo de la ocasión; ya que no solían reunirse en esta casa desde hace mucho tiempo; de hecho el funeral e inhumación se realizaron en el Cementerio de La Guairita y el deceso del viejo empresario se produjo en la Clínica Metropolitana, después de tres semanas de hospitalización, a la cual acudieron de visita solo el mayor de sus nietos: Moisés y los empleados de la casa. El mayordomo, ayudado por las dos criadas y el chofer del magnate, condujeron a los invitados al salón principal donde ya se encontraba instalado el albacea, el abogado Abraham Friedman. Aquella reunión fue un acto de hipocresía; porque casi todos ocultaron sus verdaderos sentimientos y expresaron su desinterés por el asunto de la herencia que, obviamente no era sincero.
El albacea dio un saludo general a los asistentes, a los cuales se sumaron también los cuatro empleados de la casa; asunto éste que no fue del agrado de las exesposas ni de los hijos del difunto; particularmente por las dos mujeres que prestaban servicios al viejo Moisés desde hace más de dos décadas.

Después del saludo inicial, el abogado citó varios artículos legales en materia de sucesión y herencia y los derechos, tanto del que lega como el de los herederos. Con la explicación y lectura de algunos textos legales, lejos de informarse, los oyentes crecieron en expectativas y miraban de reojo a los otros asistentes, incluyendo a los empleados de la casa, quienes se veían muy serenos.

Finalmente, el albacea dio lectura a las disposiciones finales del difunto, redactadas de su puño y letra, 33 días antes de su muerte. Todos recibieron una asignación mensual, en dinero proveniente de un fideicomiso bancario, con una duración de siete años, a partir de la presente fecha y que llegaría a las cuentas bancarias de cada uno de los familiares y los empleados, registradas en un cuaderno con códigos. Una vez cumplido ese plazo, se consultarían otras disposiciones en el Cuaderno que pasaría a poder del joven Moisés, para su debida administración.

La sorpresa mayor fue el legar la vieja mansión, donde habitaron todos, al mayor de los nietos, el joven Moisés, designado como administrador de los bienes, quien contaba con 21 años de edad, con todos los bienes muebles, obras de arte y los vehículos del industrial más una jugosa asignación económica mensual para garantizar el mantenimiento de la casa y sus amplios jardines, el pago de los servicios y los sueldos de los empleados actuales los próximos siete años. Apenas el albacea concluyó la lectura, la mayoría abandonó el recinto, sin saludar ni despedirse. Solo quedaron, Aaron, padre del joven Moisés, el heredero de la mansión,los empleados de la casa y el albacea.

-Esto ha sido una sorpresa para mí, no esperaba nada de mi abuelo- Dijo el joven Moisés cuando los otros familiares se habían marchado.

-Tu abuelo te amaba realmente porque siempre has estado para él- Dijo el mayordomo- solo tú lo visitaste con frecuencia y lo acompañaste en sus últimos días en la clínica - ¿Cuándo te mudarás a esta casa? -Preguntó al final.

-Esta casa es muy grande para ti y aún no piensas en formar familia, aunque ya tienes una bella novia y apenas vas por mitad de carrera en la universidad; pero respetaré y apoyaré lo que decidas- Dijo el padre- Creo que tu madre Mara estaría de acuerdo; porque aquí tendrás mucho espacio para idear y desarrollar tus proyectos artísticos y el taller de dibujo y pintura que tanto anhelas.

-Aquí no te faltará nada mi niño bendito; nosotros te atenderemos y cuidaremos como siempre, desde que eras pequeñito; somos parte de tu familia y creo que ese era el deseo de tu abuelo: mantener esta casa y eso solo se logrará con alguien que nació aquí y solo tú naciste aquí- Dijo Isabela la cocinera-Todos los hijos del señor y los nietos nacieron en clínicas; tú eres el nieto mayor, hijo de la única hija del señor, que Dios la tenga en la gloria.
Un silencio se hizo por varios minutos, al recordar que la madre de Moisés Jr., Mara Cohen, murió durante el parto, en su habitación y el niño Moisés fue criado prácticamente por las dos trabajadoras, la cocinera y la aseadora; porque su padre se entregó a la bebida por el dolor. Moisés supo de su madre lo que su abuelo le contó escuetamente y los que le confiaban las dos criadas; por ellas supo que su madre era pintora y tocaba el piano.

-Muy bien, les agradezco todo lo que hicieron por mi abuelo; los términos del testamento prácticamente me obligan a aceptar el mandato de mi abuelo y, ciertamente, aquí sobra espacio para mis proyectos; me gustaría mudarme aquí con mi padre. Y cuento con que todos ustedes continúen viviendo y trabajando aquí como se dispuso en el testamento.

Antes de despedirse, el albacea entregó al joven el cuaderno con los códigos y copia del testamento.
-Casi todo lo que debes saber de los negocios de tu abuelo, está aquí en este cuaderno que el señor recibió de su padre, como heredero único. No solo son cifras, también hay mandatos de orden moral, reglas de la vida que lo convirtieron en un hombre, en una persona muy especial y muy respetada por muchos. Cuando quieras momentos de paz y tranquilidad, ve a su despacho privado donde solías jugar y siéntate en su sillón de cuero y lee, lee y reflexiona y la verdad relucirá y se adueñará de tu corazón y tu conciencia-Dijo el abogado y se marchó.

Tres semanas después, Moisés se mudó a la lujosa casona de su abuelo. Los empleados lo recibieron con júbilo y se esmeraron en atenciones. No vino solo, lo acompañaba su joven esposa Elsa. La joven pareja se instaló en una de las espaciosas habitaciones de la planta alta, muy cerca del Despacho del abuelo. Moisés organizó rápidamente un recorrido por toda la casa para mostrársela a la hermosa Elsa con la debida explicación de la historia de cada aposento y cada rincón. La joven estaba maravillada con las comodidades de su nueva residencia y particularmente de la belleza y el valor artístico de esculturas y pinturas que decoraban la mansión.

La primera noche, un poco más de las 11; Moisés creyó escuchar conversaciones en el Despacho del abuelo; al principio pensó que podía ser el mayordomo o una de las criadas; pero por lo reiterado de los sonidos, decidió ir al Despacho. Una vez frente a la puerta, escuchó una conversación, entre un hombre y una mujer; abrió inmediatamente la puerta y su sorpresa mayor era que la habitación estaba vacía y en penumbras; la débil luz de una vela derretida, apenas mostraba la portada del cuaderno con códigos sobre el escritorio. No recordaba haber entrado antes al Despacho y, mucho menos, colocar el Cuaderno sobre el escritorio. Los sonidos y ruidos desaparecieron por completo apenas entró. Entonces se sentó en el sillón y se dispuso a abrir la tapa de cuero del cuaderno; la luz de la vela se intensificó para sorpresa del joven y entonces pudo leer con toda claridad, en la primera página, los 10 Mandamientos de Dios.

Tomada de Pixabay

ENGLISH VERSION

Two weeks had passed after the funeral of the wealthy businessman Moises Cohen, when his relatives, his closest friends and some important partners of the companies he owned went to the Mezuzah mansion of the deceased in La Lagunita, El Hatillo, summoned by the executor.

The summons was set for Tuesday, June 13, at three o'clock in the afternoon. The summons expressly stated that everyone should come to this appointment at the indicated time, not before or after, because they would not be allowed to enter the house. So all 23 guests showed up at the appointed time and, of course, no one could hide their discomfort and surprise, at the time of the usual greetings and the excitement or expectation of some regarding the fate of the multimillionaire's legacy, in the presence of 10 witnesses made up of partners and relatives.

The direct relatives: two ex-wives, three sons, nine grandchildren, exchanged greetings, with all the nervousness of the occasion; since they did not use to meet in this house for a long time; in fact the funeral and burial took place in the Cemetery of La Guairita and the death of the old businessman took place in the Metropolitan Clinic, after three weeks of hospitalization, to which only the oldest of his grandchildren: Moises and the employees of the house came to visit. The butler, assisted by the two maids and the magnate's chauffeur, led the guests to the main hall where the executor, lawyer Abraham Friedman, was already installed. That meeting was an act of hypocrisy; because almost everyone hid their true feelings and expressed their disinterest in the matter of the inheritance, which was obviously not sincere.

The executor gave a general greeting to the attendees, who were also joined by the four employees of the house; a matter that was not to the liking of the ex-wives and children of the deceased, particularly the two women who had been providing services to old Moses for more than two decades. After the initial greeting, the lawyer quoted several legal articles on succession and inheritance and the rights of both the one who bequeaths and the heirs. With the explanation and reading of some legal texts, far from being informed, the listeners grew in expectations and looked sideways at the other attendees, including the employees of the house, who looked very serene.

Finally, the executor read the deceased's final dispositions, written in his own handwriting 33 days before his death. They all received a monthly monetary allowance, in money from a bank trust, for a period of seven years from the present date, which would be paid into the bank accounts of each of the family members and employees, recorded in a notebook with codes. Once this term had expired, other dispositions would be consulted in the Notebook, which would pass to the young Moises for his administration.

The biggest surprise was to bequeath the old mansion, where they all lived, to the eldest of the grandchildren, the young Moisés, who was 21 years old, with all the personal property, works of art and the industrialist's three vehicles, plus a monthly financial allowance to guarantee the maintenance of the house and its extensive gardens, the payment of utilities and the salaries of the current employees for the next seven years. As soon as the executor concluded the reading, the majority left the room, without greeting or saying goodbye. Only Aaron, father of young Moses, the heir to the mansion, and his younger sister, Eliette, the employees of the house and the executor remained.

-This has been a surprise for me, I didn't expect anything from my grandfather," said young Benito when the other relatives had left.
-Your grandfather really loved you because you have always been there for him- Said the butler- only you visited him frequently and accompanied him in his last days in the clinic -When will you move to this house? -he asked at the end.

-This house is too big for you and you are not thinking of starting a family yet, although you already have a beautiful girlfriend and you are only half way through your college career; but I will respect and support whatever you decide- Said the father- I think your mother Mara would agree; because here you will have plenty of space to think and develop your artistic projects and the drawing and painting workshop you are longing for.

-We are part of your family and I believe that was your grandfather's wish: to keep this house and that can only be achieved with someone who was born here and only you were born here," said Isabela the cook. "All the children of the Lord and the grandchildren were born in clinics; you are the eldest grandson, son of the only daughter of the Lord, may God rest her soul.

A silence fell for several minutes, remembering that Moses Jr.'s mother, Mara Cohen, died during childbirth, in her room, and the child Moses was practically raised by the two workers, the cook and the maid; because his father gave himself to drink because of the pain. Moses knew about his mother what his grandfather told him briefly and what the two maids confided to him; from them he learned that his mother was a painter and played the piano.

-Very well, I thank you for everything you did for my grandfather; the terms of the will practically oblige me to accept my grandfather's mandate and, certainly, there is plenty of room here for my projects; I would like to move here with my father and my sister. And I am counting on all of you to continue to live and work here as provided for in the will.

Before saying goodbye, the executor handed the young man the notebook with the codes and a copy of the will.

-Almost everything you need to know about your grandfather's business is here in this notebook, which he received from his father as sole heir. There are not only figures, there are also mandates of moral order, rules of life that made him a man, a very special person and very respected by many. When you want moments of peace and tranquility, go to his private office where you used to play and sit in his leather armchair and read, read and reflect and the truth will shine and take over your heart and your conscience," said the lawyer and left.

Three weeks later, Moses moved into his grandfather's luxurious mansion. The employees greeted him with joy and lavished him with attention. He did not come alone, he was accompanied by his young wife Elsa. The young couple settled into one of the spacious rooms on the top floor, very close to his grandfather's office. Moses quickly organized a tour of the entire house to show it to the beautiful Elsa with the proper explanation of the history of each room and each corner. The young lady was amazed by the comforts of her new residence and particularly by the beauty and artistic value of the sculptures and paintings that decorated the mansion.

The first night, a little after 11 o'clock; Moses thought he heard footsteps and conversations in the grandfather's office; at first he thought it could be the butler or one of the maids; but because of the repeated sounds, he decided to go to the office. Once in front of the door, he heard a somewhat heated conversation between a man and a woman; he immediately opened the door and his biggest surprise was that the room was empty and in darkness; the faint light of a melted candle barely showed the cover of the notebook with codes on the desk. He had no recollection of entering the office before, let alone placing the notebook on the desk. The sounds and noises disappeared completely as soon as he entered. Then he sat down in the armchair and prepared to open the leather cover of the notebook; the light of the candle intensified to the young man's surprise and then he could read very clearly, on the first page, the Commandments of God.