Algunos cuentos inician con una historia de amor, algunas novelas inician con algo fantástico, algunas prosas con la idea de un sueño, algunas historias inician con una inspiración y otras con un dolor. Algunos personajes en la vida empiezan en un camino que no saben a donde los llevará, pero lo siguen, algunos en la vida se preguntan a donde los deparará lo que aún no han construido, algunas personas solo siguen un camino ajeno que lo perciben como suyo. ¿Quién en su sano juicio camina sin un norte fijo? Lamentablemente la mayoría. Ahora… ¿Dónde estoy yo en ese mar de adjetivos que etiquetan a las personas en quienes son, que hacen y a dónde van? ¿Dónde estoy yo en ese mundo extraño que te dice quién eres? ¿Dónde estoy en ese mundo inmenso que te pone mil caminos enfrente y te da la opción de elegir supuestamente lo que creas que es correcto para ti? ¿Acaso soy yo el que cree que la utopía del entendimiento propio y la introspección deben ser prioridad para conocer los gustos, ideales, creencias, fe, y saberes de mi súper yo? Todo aquello que no conozco de mí y como afectan a mi entorno y las personas que hacen un contacto conmigo son una clara muestra del efecto mariposa que conlleva. Entonces, si desfloras te alivias si la aguantas te ahogas y enloqueces. Preguntas sin respuestas, respuestas dan cabida a otra pregunta y así sucesivamente. Bueno… así nace esto, como una solución o una vacuna a alguien que medios alternos no le funcionan o los ve absurdos. Permíteme hacer una pausa y como decimos en Venezuela, déjame echarte un cuento…

En la más inhóspita de las ideas me imagine yo enamorado, si a eso que llegue a sentir se le puede dar ese término. Realmente porque no es que suelo compartir mucho y de niño era muy asocial ante los otros, y, bueno, acercarme o hablar con las niñas de ese entonces no era… Digamos… No se me daba. ¿Sabes? Bueno, en 3er año de la secundaria se me acerco una chica en el metro de mi ciudad que estudiaba en un liceo cercano de donde yo lo hacía. Fue algo muy peculiar ya que venía de tener un día de deportes en el liceo y estaba hecho un asco y ella era bonita, para alguien como yo en ese entonces con la autoestima tan baja no era muy común que eso sucediera. Ella me hablo e, irónicamente solo lo hizo para preguntarme sobre un compañero que conocía. Eso dio la oportunidad de conocernos y sin mucho preámbulo, ya sabes, el típico acercamiento de jóvenes curiosos y con hormonas que entablan una relación interpersonal y experimentar cosas que por apuro quieres hacer sin esperar. Sí, yo era la descripción perfecta de eso. El punto es, que en una de esas también típicas ocasiones donde las cosas iban mal, la relación estaba en un punto de no retorno, me encontré tan desolado y desdichado, como una gaviota en el desierto desamparado y alejado del mar que acostumbraba. Allí estaba yo, en una noche donde, si, estaba triste y por causalidades de la vida junto a mi estaba un cuaderno y un lápiz reposados en mi cama, como si algo hubiera querido que estuvieran ahí para presenciar ese momento y ser de utilidad. Como para desahogarme, solo escribí mis primeros versos rimados en mi vida en aquella ocasión y llené 4 cuatro hojas enteras de lo que sentía. Hablé con ella para encontrarnos y discutir lo sucedido, donde sin solución solo saqué el cuaderno donde había anotado el sentimiento y se lo leí. Al terminar de leer, me di cuenta que había echo 4 compases rítmicos que se repetían consecuentemente… Había escrito una canción o una especie de recital rimado. Ella en ese entonces muy sínicamente me dice que si no fuese estado molesta conmigo hubiera llorado, denotando su frialdad y apatía. Lo resaltante fue, que me dijo que tenía cierto parecido a un rapero venezolano con el alias de SCROP. Conocía la existencia de él y del género ya que tiempos pasados ya escuchaba canciones de esa índole, pocas, pero lo hacía. Por consiguiente, concluyo contándote, que el desenfreno de escribir fue provocado por el dolor de un despecho que la escritura intento aliviar, dando como su raíz, ese sentimiento inefable llamado amor. ¿Irónico?

Pasaron los días y cada emoción que se expandía en mis entrañas la fui expresando en ese mismo cuaderno que escribí aquella canción de rap. Por supuesto, no eran letras pulcras, las rimas no encajaban bien y la muletilla y repetitividad eran tan notables que no las volvía a leer por pena propia. Lo que me llevo a ir buscando formas de perfeccionar lo que escribía siendo autodidacta. Temas sobre el amor, el dolor, la soledad, el gobierno, el trabajo, las personas, lo bueno y lo malo, el cielo y el infierno, la religión y el conocimiento solían ser muy repetitivos. No es fácil conciliar el sueño cuando el insomnio duerme contigo, así que escribir hasta las 4 o 5 de la madrugada se me hizo normal. Combinando los pensamientos existenciales que pasan por la mente en el momento menos oportuno con ser disperso, entendí que ser rumiante es algo provocado inconscientemente y que es una tortura; de ahí la frase de “quiero dejar de pensar en que pienso todo el tiempo” … o eso solía y suelo decirme. Investigue luego que escribir y escribir no es malo cuando le das un caudal correcto y saludable, aunque soy muy malo en la disciplina propia de lo que es sano cuando escribir se trata. Por otro lado, escribir en noctambulismos y a oscuras en tu cuarto no es muy sano que se diga. ¿Esta es la razón? La más obvia, sí. Mi introspección me dice que hay algo más y estoy consciente que así es. No todo es como parece ya que he dejado de escribir por sucesos de la vida muy lamentables que han traído desahogos igual de lamentables. No obstante, escribo poesía, rimas, versos, pensamientos, historias y cualquier cosa que se me pueda ocurrir, y aunque no se puede decir que eso me hace feliz o me calma completamente, es una buena compañía con la cual me gusta tomarme un café y tener una conversación profunda sobre nosotros de vez en cuando, a veces deseando compartirlo con alguien más, o a veces solo siendo nosotros, pero sea como sea, nos tenemos.