Saludos, amigos de la comunidad Green zone, traigo un tema que encaja en todo lo justo, tal como les gusta.

—¿Qué hacer ante la adversidad?
—Hacer

He estado pensando que lo único que falta hacer es hacer. No es un juego de palabras es una necesidad. No hacer cuando se necesita se vuelve negligencia, abandono, dejadez.

A Homero Simpson le piden que se imagine que está viviendo el último día de su vida, esa tan trillada frase, y él se pone a llorar desgarradoramente con lamentos de que está muy joven aún; es que si a eso vamos, lo único que se puede hacer ante esa certeza es llorar, pero es usual que pase por la mente la convicción de que falta mucho por hacer aún.

Y sí, hay tanto por hacer que no se ha hecho, o que se piensa que se hizo ya y hay que volver a hacerlo; la idea de perder el tiempo en cosas repetitivas es también recurrente. A veces olvidamos que la vida es un ciclo, que todos los días se amanece y anochece igual, las plantas no olvidan florecer. Que terrible sería que los árboles pudieran sentir fastidio de tener que estar sacando frutos una y otra vez.

Tengo un cúmulo de divagaciones totalmente ociosas con respecto a este tema. Pienso que si cada uno hiciera lo que le corresponde, la vida sería más armoniosa en todas sus manifestaciones, solo eso, hacer lo que te toca sin compararte ni quejarte.

Se me ocurre pensar que el problema radica en que no hay emociones positivas en ese hacer que produzcan regocijo interior distinto al que todo el mundo ve. El trabajador consigue satisfacción cuando sabe que recibirá un pago por su trabajo, pero cómo hacer que ese pago sea también la alegría por lo realizado, por la satisfacción que produce en el otro.

El médico y la enfermera se emocionarian de ver la sonrisa del paciente, el panadero, con la escogencia del cliente; los docentes, al ver el cambio de sus alumnos; y así cada profesional, cada artesano, cada quien qqqqqque tenga un oficio y no es que no existan, los hay y son muchos cuyo pago va en esa satisfacción, pero y si fuera general, si fuesen todos.

Tengo una amiga, Shurleny se llama, que cada año hace ropa infantil para regalar a niños sin hogar en la época decembrina; desde antes de octubre comienza a seleccionar las telas y modelos, cada año le salen más piezas, ella no sabe cómo hace, pero recibe también ayuda de otras personas, tampoco sabe quiénes recibirán sus trajes, pero aún así su alegría es infinita. Al llegar diciembre me envía las fotografías y me comparte esa felicidad que siente que se deriva del hacer y el dar.

Gracias por tu amable lectura.

Mi contenido es original.
He utilizado el traductor de Google.
Imágenes propias editadas en Canva.

English Version

Greetings, friends of the Green zone community! I bring you a topic that fits perfectly, just the way you like it.

—What to do in the face of adversity?

—Do something.

I've been thinking that the only thing left to do is to do something. It's not a play on words; it's a necessity. Not doing something when it's needed becomes negligence, abandonment, carelessness.

Homer Simpson is asked to imagine he's living the last day of his life—that overused phrase—and he starts crying heartbreakingly, lamenting that he's still too young; If we're going to talk about that, the only thing one can do in the face of such certainty is cry, but it's common for the conviction that there's still so much to be done to cross one's mind.

And yes, there's so much to do that hasn't been done, or that we think has already been done and needs to be done again; the idea of wasting time on repetitive things is also recurrent. Sometimes we forget that life is a cycle, that every day dawns and dusk is the same, plants never forget to bloom. How terrible it would be if trees could grow weary of having to bear fruit again and again.

I have a host of completely idle musings on this subject. I think that if everyone did their part, life would be more harmonious in all its aspects; that's all—doing what you're supposed to do without comparing yourself to others or complaining.

It occurs to me that the problem lies in the fact that there are no positive emotions in this doing, no inner joy different from what everyone else sees. The worker finds satisfaction in knowing they will be paid for their work, but how can that payment also be the joy of what has been accomplished, the satisfaction it brings to others?

The doctor and the nurse would be thrilled to see the patient's smile, the baker with the customer's choice; the teachers, seeing the change in their students; and so on for every professional, every artisan, everyone who has a trade—and it's not that they don't exist, they do, and there are many whose reward lies in that satisfaction—but what if it were universal, if it were everyone?

I have a friend, Shurleny, who makes children's clothing every year to give to homeless children during the Christmas season; Before October, she begins selecting fabrics and designs. Each year, she makes more pieces; she doesn't know how she does it, but she also receives help from others. She doesn't know who will receive her dresses, but her joy is boundless. When December arrives, she sends me the photographs and shares the happiness she feels that comes from making and giving.