¡Papá, déjame sentir…! | Dad, let me feel...! [ESP/ENG]

in Motherhood3 years ago

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Carlos tiene dos años. Una vez a la semana su padre, Rafael, lo lleva a un pequeño parque donde hay un área de arena especialmente reservada para los niños pequeños. La idea es que allí puedan jugar sin ningún tipo de peligros.

Invariablemente el niño se tropieza y cae al suelo, lo normal para su edad, todavía no tiene la fuerza suficiente como para mantenerse estable en superficies irregulares. Caer y comenzar a llorar son dos acciones simultáneas. Rafael desde su banco ha estado observando la escena y espera con esperanzas que esta vez el niño no llore. Pacientemente se levanta, toma con cariño a Carlos, le sacude los restos de arena, lo consuela pasándole la mano por la cabeza y le dice lo de siempre: -Ya papi, no fue para tanto. No tienes por qué llorar por una simple caída… A esa edad el pequeñín no entiende suficientemente lo que su padre le está diciendo. Pero en su mente infantil se va fijando una asociación, no está bien llorar por la caída. Rafael sin proponérselo le está enseñando a su hijo a esconder las emociones…

Manuel tiene tres años, todavía tiene mal dormir. Casi todas las noches se despierta sobresaltado. Se aferra a la baranda de la cuna y comienza a llamar a su mamá. Daniela, la madre, ha hecho un pacto con Luis, el padre. Una noche se levanta ella a consolar al niño y otra él. Es la forma que encontraron de por lo menos garantizar que aunque sea parcialmente ambos puedan descansar algo.

Esta noche le toca levantarse a Luis. Entre despierto y dormido escucha en la lejanía el llanto del niño. Se levanta, respira hondo para calmarse y se dirige al cuarto de enfrente donde Manuel duerme solo en su cuna de baranda alta. ¡Cónchale, Manuel…qué pasa, vale. ¿Por qué te despiertas así…? Aquí no hay nada, no tienes por qué tener miedo, vale. Vamos, acuéstate, anda… Mientras le habla de ese modo, Luis acuesta al niño boca abajo, le da unas cuantas palmaditas y al poco rato verifica que se haya dormido. A veces el niño se queda tranquilo el resto de la noche. Otras, no.

Pero al igual que Carlos, Manuel tampoco ha entendido muy bien lo que le ha dicho su padre. Y al igual que Carlos, Manuel también está recibiendo un mensaje subterráneo donde le dice su padre que no está bien llorar de noche. Manuel también está aprendiendo a esconder sus sentimientos.

A los padres nos corresponde la educación emocional de los hijos. Algo que por supuesto no es nada fácil y que a lo mejor no lo tenemos muy consciente. Por eso es importante que tratemos de prepararnos al respecto.

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Es importante saber que las emociones son un componente esencial de la persona humana. Todos tenemos emociones, todos sentimos miedo, tristeza, alegría, dolor, rabia…Y si lo sentimos lo normal y lo saludable es que lo expresemos, que lo exterioricemos y se lo dejemos saber a los demás. Sentir las emociones no tiene por qué ser motivo de vergüenza para nadie.

Lo más beneficioso para nuestros hijos es que aprendan a expresar sus emociones. Que las asuman como algo natural, que sepan que todas las personas las sienten y son una puerta importante que facilita la comunicación con los demás.

Hay que hacer un gran esfuerzo por no enviarles a los hijos mensajes donde sientan que se les está censurando la expresión de su emocionalidad.

En vez de minimizar lo que están sintiendo los niños, porque sencillamente no somos nosotros los que estamos en su lugar y quizá se nos olvidó lo que sentimos cuando teníamos esas edades, tratemos más bien de acompañarlos en su sentimiento. No es tan difícil decirles que nosotros también sentimos angustia, dolor y miedo. Que también nos hemos caído y a lo mejor más que de dolor lloramos porque nos sentimos avergonzados. Los hijos deben saber que los padres también son capaces de sentir las mismas emociones. Al igual que el resto de la humanidad.

Enseñar a tragarse las emociones va a traer como consecuencias la formación de adultos con dificultades para relacionarse, además de que probablemente van a ser personas más susceptibles de contraer enfermedades. Muchas enfermedades se derivan precisamente de haber estado reprimiendo las emociones por largo tiempo.

Siempre, siempre, está bien sentir las emociones…

Gracias por tu tiempo.

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Carlos is two years old. Once a week his father, Rafael, takes him to a small park where there is a sandy area specially reserved for small children. The idea is that they can play there without any dangers.

Invariably the child stumbles and falls to the ground, which is normal for his age, he is not yet strong enough to be stable on uneven surfaces. Falling and starting to cry are two simultaneous actions. Rafael has been watching the scene from his bench and hopes that this time the child will not cry. Patiently he gets up, takes Carlos with affection, shakes off the sand, comforts him by passing his hand over his head and tells him the usual: -Ya daddy, it wasn't that bad. You don't have to cry over a simple fall... At that age the little one doesn't understand enough what his father is telling him. But in his childish mind an association is being fixed: it is not right to cry over a fall. Rafael is unwittingly teaching his son to hide his emotions...

Manuel is three years old, he still doesn't sleep well. Almost every night he wakes up with a start. He clings to the crib rail and starts calling for his mother. Daniela, the mother, has made a pact with Luis, the father. One night she gets up to comfort the child and another night he does. It is the way they have found to at least guarantee that at least partially they can both get some rest.

Tonight it is Luis' turn to get up. Between waking and sleeping he hears the child crying in the distance. He gets up, takes a deep breath to calm down and goes to the room across the hall where Manuel sleeps alone in his crib with its high railing. Conchale, Manuel...what's going on, okay. Why are you waking up like that...? There's nothing here, you don't have to be afraid, okay. Come on, lie down, go on... While talking to him in this way, Luis lays the child on his stomach, pats him a few times and after a while checks that he has fallen asleep. Sometimes the child stays quiet for the rest of the night. Other times, he doesn't.

But like Carlos, Manuel hasn't quite understood what his father has told him either. And like Carlos, Manuel is also getting a subway message from his father that it's not okay to cry at night. Manuel is also learning to hide his feelings.

It is up to us parents to educate our children emotionally. Something that of course is not at all easy and that we may not be very aware of. That is why it is important that we try to prepare ourselves in this respect.

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It is important to know that emotions are an essential component of the human person. We all have emotions, we all feel fear, sadness, joy, pain, anger... And if we feel it, it is normal and healthy to express it, to externalize it and let others know it. Feeling emotions does not have to be a reason for shame for anyone.

The most beneficial thing for our children is that they learn to express their emotions. Let them assume them as something natural, let them know that everyone feels them and that they are an important door that facilitates communication with others.

We must make a great effort not to send messages to our children where they feel that they are being censored from expressing their emotions.

Instead of minimizing what children are feeling, because we are simply not in their place and perhaps we have forgotten what we felt when we were that age, let us try to accompany them in their feelings. It is not so difficult to tell them that we also feel anguish, pain and fear. That we have also fallen and maybe we cry because we feel ashamed, rather than because of pain. Children should know that parents are also capable of feeling the same emotions. Just like the rest of humanity.

Teaching them to swallow their emotions will result in the formation of adults with difficulties in relating to others, besides the fact that they will probably be more susceptible to contracting diseases. Many diseases derive precisely from having been repressing emotions for a long time.

It is always, always, good to feel emotions...

Thank you for your time.

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Saludos amigo @irvin eso es muy cierto debemos dejar que los niños muestren sus emociones porque esto más adelante los puede afectar cuando sean adolescentes o adultos que no demuestren sus emociones, es muy normal que los niños en las noches sientan miedo porque puede ser que tengan pesadillas y se asusten, esto me recuerda cuando mi hijo algunas veces llora porque se sufrió alguna caida y mi cuñada le dice no llore que usted es un hombre y mi esposa le dice que no "si desea llorar que llore" porque los hombres también lloran y tienen sentimientos.

 3 years ago  

El machismo hace que los padres actuen asi, los hombres no deben llorar, y por ahi se van creando hombres sin sentimientos e incapaces de amar, y de mantener una relación duadera y si lo logran son infiles. Solo porque tienen que ser machos y los sentimientos no importan.
Un abrazo amigo @irvinc .