Debo confesar que nunca había dado crédito a la Depresión basándome en mi propia experiencia, ya que he pasado situaciones de mucha tensión, decepción, cambios radicales y profundos, pérdidas, etc y siempre he estado en control de mis emociones, siempre digo que hay que llorar un poco para desahogarse, pero rápido hay que levantarse, sacudirse el polvo y seguir. Nunca entendí porque las personas necesitan que otros les diga que deben seguir, sobre todo si no se trata de situaciones extremas como la pérdida de un hijo o padre.

Sin embargo, fue mi hijo grande con 20 años quien me contaba historias de sus amigos, y me pasaba información de internet, de profesionales hablando del tema, y por supuesto las noticias sobre personas que llegan incluso al suicidio, que me hizo entender sobre la Depresión.

Después de los 45 años, como siempre yo fuerte y estable con mis emociones (o eso creía yo) resultó que de tanto tragarme las emociones, de no hablar y atender mis tristezas, de no sanar ni prestarle atención a mi estado de ánimo por seguir adelante manteniendo a mi familia sin importar lo que siento, resulta que me dio una Neuralgia del Trigémino, corrientazos fuertísimos que me daban como latigazos en la cara, una enfermedad del sistema nervioso. Así es como mi cuerpo dijo ya no puedo aguantar más lo que quiero sentir.

Ya estoy mejor, superé eso y aprendí de eso. Cada uno es diferente, algunos aguantamos más, pero finalmente si hay que prestarle atención a nuestras emociones, no reprimir lo que sentimos y buscar ayuda profesional.