Ese resto que nos queda (ejercicio en prosa dedicado al poeta Edgar Lee Masters)

Hace 75 años murió el poeta estadounidense Edgar Lee Masters, por cuya obra fundamental –Antología de Spoon River– siento un gran aprecio. A ella dediqué un post en esta plataforma, que si quisieran leer pueden entrar al siguiente enlace. Espero volver escribir pronto sobre esa extraordinaria obra.

Para recordarlo, se me ocurrió escribir un ejercicio en prosa, con cierta aspiración poética, que entrego a continuación.

Desde este cerro de la Cumaná olvidada, apartada, como a sus espaldas
—“Pan de azúcar”, lo bautizó alguien, no sé por qué; quizás algo de la caliza erosionada de sus rocas, un osario marino y humano ancestral—,
se puede ver el viejo cementerio de la ciudad
—allá, distante, como la ciudad muchas veces, también enterrada—.
¿Será este un arquetipo de las ciudades o de la vida (o de la muerte)?

Desde la colina, la voz memoriosa de Spoon River ve sus muertos:
sus vidas descoyuntadas, los recuerdos de lo que fueron o quisieron ser,
ahí reposan debajo de sus lápidas, o del lugar que ocuparon luego de ser robadas por los pillos de hoy y del pasado.

Podemos visitar a nuestros muertos, a los que nos pertenecen, como también a los ajenos y desconocidos, que siguen ahí, en sus harapos, sus óseos restos, o en el polvo confundido en el polvo.

¿Por qué escribo esto?, me pregunto.
Quizás, precisamente hoy, “Miércoles de ceniza”, para revolver ese polvo que somos —aunque “polvo enamorado”, diría Quevedo—, esa ceniza que el fuego de la vida nos dejó, ese resto de vida (o de muerte) que nos queda.

Gracias por su lectura.

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