Almas Gemelas por Mireya Romero (ES / EN)

Desde días antes, Jane se debatía entre la satisfacción que produce el éxito y las decisiones que debía tomar en el corto plazo. Esa tarde caminaba por las calles de Madrid; sentía algo de frio por la proximidad del invierno; pero no le importaba: Amaba la ciudad y le encantaba caminar por sus calles o recorrer los museos en su tiempo libre. En su mente, se mezclaban la nostalgia por su familia y la angustia por la fecha de su regreso que, en el fondo, no deseaba. Decidió caminar una vez más por El Retiro, el parque icónico de España.

Mientras caminaba pensaba cómo sería su vida al llegar a casa; ya que luego de haber culminado sus estudios en la universidad debía regresar a Venezuela para honrar los compromisos adquiridos por la beca que le permitió la estadía y sus estudios durante los últimos cinco años. De repente, una ráfaga de viento rozó su rostro, su cuerpo se estremeció y sintió que debía continuar por aquel camino lleno de árboles que ya han perdido sus hojas y las flores.

A un lado de la caminería, un violinista interpretaba Viva la Vida de Coldplay y, mientras caminaba, reflexionaba o recordaba lo vivido estos años en esta capital europea, las alegrías y tristezas del viaje, las dificultades que superó como estudiante extranjero y lo mucho que la querían sus familiares, amigos y su prometido. La extrañaban y la esperaban en su país natal de donde estuvo ausente los años de estudios de medicina.

-Mi deber es regresar- Pensó y lo repitió en un murmullo.

Se sentó en uno de los bancos, frente al lago para disfrutar de las melodiosas notas de aquel violín desgastado, no se percató al sentarse que en aquel mismo banco se encontraba otra persona, un hombre joven inmerso en sus pensamientos, que ni siquiera levantó su mirada cuando ella se sentó.

Jane observaba con admiración, las aves del lago, especialmente los hermosos cisnes. Su mente evocó algunos poemas y escritos sobre la simbología del cisne; por segundos perdió la noción del espacio y el tiempo y cerró sus ojos para la ensoñación. El cisne, símbolo de la pureza, la armonía, la sensualidad y la belleza, el poder divino…

Uno de los cisnes del lago voló hasta la baranda, frente al banco, e hizo que Jane, sorprendida y asustada por su fuerte graznido y aleteo, se levantara con prisa esquivando con los brazos un posible ataque por parte de esta ave inocente; inmediatamente el joven que estaba a su lado, se levantó y se interpuso entre el ave y la bella dama a quien sostuvo por los brazos para que no perdiera el equilibrio.

-No temas, nada te pasará- Dijo su salvador.

Entonces se vieron a los ojos; él la sostenía y ella no se opuso al contacto del hombre. Una chispa de calor se encendió en el pecho de Jane cuando vio sus brillantes ojos grises; sintió su mirada y el poder que emanaba de aquel cisne convertido en un apuesto chico que le sonreía. Sus miradas se cruzaron; el tiempo se congeló por un minuto que pareció un siglo, con las notas de fondo de un violinista, en una tarde de invierno que abrió la puerta del amor a dos almas gemelas.

For days before, Jane had been torn between the satisfaction of success and the decisions she had to make in the short term. That afternoon she was walking through the streets of Madrid; she felt a little cold because of the approaching winter; but she didn't care: she loved the city and loved walking through its streets or visiting museums in her free time. In his mind, nostalgia for his family and anguish for the date of his return, which, deep down, he did not want, were mixed. He decided to walk once more by El Retiro, the iconic park of Spain.

As he walked, he thought about what his life would be like when he got home; after finishing his studies at the university, he had to return to Venezuela to honor the commitments acquired by the scholarship that allowed him to stay and study for the last five years. Suddenly, a gust of wind brushed his face, his body shivered and he felt he had to continue along that road full of trees that had already lost their leaves and flowers.

On one side of the road, a violinist played Coldplay's Viva la Vida and while she walked she reflected or remembered what she had lived these years in this European capital, the joys and sorrows of the trip and how much her family, friends and fiancé loved her. They missed her and were waiting for her in her native country from where she was absent during her years of medical studies.

-My duty is to return," she thought and repeated it in a whisper.

She sat down on one of the benches, facing the lake to enjoy the melodious notes of that worn violin, she did not notice when she sat down that on that same bench there was another person, a young man immersed in his thoughts, who did not even look up when she sat down.

Jane watched the birds on the lake with admiration, especially the beautiful swans. Her mind evoked some poems and writings about the symbolism of the swan; for seconds she lost track of space and time and closed her eyes for reverie. The swan, symbol of purity, harmony, sensuality and beauty, divine power?

One of the swans of the lake flew to the railing, in front of the bench, and made Jane, surprised and frightened by its loud squawking and flapping, get up in a hurry, dodging with her arms a possible attack by this innocent bird; immediately the young man who was next to her, got up and interposed himself between the bird and the beautiful lady, whom he held by the arms so that she would not lose her balance.

-Don't be afraid, nothing will happen to you," said her savior.

Then they looked into each other's eyes; he held her and she did not oppose his touch. A spark of warmth ignited in Jane's chest when she saw his shining gray eyes; she felt his gaze and the power emanating from that swan turned handsome boy smiling at her. Their gazes met; time froze for a minute that seemed like a century, with the background notes of a violinist, on a winter afternoon that opened the door of love to two soul mates.