El mundo me mira con desprecio, cualquier forma de romance fue inútil. No hubo amor que pudiera, en cambio el odio fue distinto: no un odio por odiar, un odio por mí mismo. Así fue como me sumergí en el fingimiento de los rostros pálidos y de las pasiones más bajas de mi cuerpo. Fui un animal, perdí todo lo humano, todo de mí. Este mundo, aunque sea concreto, sigue siendo una selva, lo primitivo lo será hasta el final.
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