La belleza de la libertad de expresión

Este post es un aporte a una de las últimas iniciativas de la comunidad de humanitas. Me refiero con convicción a la belleza de ser y sentirnos libres para expresarnos por las siguientes razones: En primer lugar, es una manera de poder hacer presente una visión personal u opinión sobre determinado tema, lo cual es una forma de manifestar quiénes somos y qué buscamos o queremos de la vida; en segundo lugar, hoy en día es muy necesario que resaltemos que el hecho de tener una libertad individual no nos da derecho alguno de pisotear a los demás, pues así como reclamamos libertad también hay que respetarla y reconocerla en los otros.

Sobre el primer punto tengo que decir que la experiencia que he tenido es que, en general, nos falta más valentía para expresarnos, lo cual es paradójico porque pedimos libertad de expresión y cuando nos la otorgan, nos volvemos mudos. Ciertamente, detrás de esta acción existen varias razones que, aunque no justifican, explican hechos que al contrario parecerían inauditos. Ahora bien, más allá de esto, la propuesta que quisiera dejar aquí es que nos valoremos más, porque lo que nosotros podemos aportar es único, ya que procede de nuestro análisis y reflexión personal.

Al respecto, también puedo decir que la satisfacción que se tiene luego de uno expresarse es indescriptible, lo puedo comparar, aunque evidentemente no tengo experiencia directa alguna, a dar a luz un bebé, pues, es el proceso de salida de un pensamiento o una idea al exterior, por ello, más o menos cada persona es cuidadosa de hacer una exposición clara y precisa, ya que no se trata de poder decir cualquier cosa, sino que se entienda adecuadamente lo expresado. En este sentido, la tarea de escritura por medio de blogs, por ejemplo, es espectacular porque es un medio que permite una y otra vez transmitir algunas ideas fuertes que mueven nuestro existir.

Sobre el segundo punto, reconocer la libertad de expresión de los demás, también me quiero detener, puesto que es de una belleza inigualable el conseguirse con personas que, siendo libres en la expresión de lo que piensan, están dispuestas a escuchar los puntos de vista de los demás. No es quizá lo más común (ya que la mayoría queremos que nos escuchen, no escuchar) pero es un imperativo, porque seremos respetados en nuestros derechos, siempre y cuando también nosotros hagamos lo mismo con el derecho de los demás.

Finalmente, no quiero terminar esta reflexión sin referirme a cómo este tema ha afectado últimamente al pueblo de Venezuela, sumido en una indefensión total respecto a este derecho humano fundamental, al cual algunos han tenido que renunciar para evitar pasar por terribles consecuencias. Esta es la razón por la cual una máxima de la Iglesia Católica en Latinoamérica resulta más actual que nunca, "Estamos llamados a ser voz de los que no la tienen", es la misión del profetismo que todos los cristianos tenemos y a la cual no debemos ni podemos renunciar, porque es uno de los sellos distintivos de nuestro ser Iglesia.

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