Pero a los 42 minutos del segundo tiempo todos nos quedamos con la boca abierta cuando el puntero inquierdo (en ese entonces los llamábamos wing izquierdo y wing derecho como los ingleses) clavó un tiro libre desde lejos y puso el 2 a 1 para Estrella del Surd. Un gol de otro partido, pero gol al fin que hasta ese momento daba la victoria y el título a los visitantes.
Entonces si Nicanor Gómez, el árbitro, comenzó a pensar en su empleo y a todos los problemas que este resultado podía ocasionar en su vida personal.
Por eso cuando ya en tiempo de descuento Chávez, el delantero de Deportivo Belgrano que había entrado hacía pocos minutos se zambulló en el área no dudó un segundo en cobrar la pena máxima.
En esa época el lugar de ejecución del penal no estaba señalado con una línea blanca y elárbitro (referí le decíamos nosotros) debía contar doce pasos para señalar el punto exacto.
El árbitro ni siquiera llegó a recoger el balón cuando el Colorado Rivero uno de los defensores de Estrella del Sur lo durmió de un puñetazo en la nariz.
Hubo tanta pelea que llegó la noche y los hinchas seguían peleándose entre si y al árbitro no lo podían despertar. El comisario con la linterna encendida suspendió el partido y tuvo que ordenar a un agente disparar al aire para calmar los revoltosos. Fue dictado el estado de emergencia y un tren se llevó de vuelta a todos los simpatizantes y jugadores visitantes y a todo aquel que no tuviera cara de conocido en el pueblo.
Dos días más tarde en su habitual reunión el Tribunal de la Liga dictaminó que faltaban jugarse sólo veinte segundos desde la ejecución del penal. La ejecución del penal estaría a cargo del Chueco Garcìa de Deportivo Belgrano y el Gato Gauna debajo de los tres palos de Estrella del Sur e iba a tener lugar el próximo domingo a las cinco de la tarde en el mismo estadio, pero vacío vacío, a puertas cerradas.
De esta manera la ejecución del penal tardó una semana en concretarse. El más largo de la historia que yo recuerde.
El miércoles falté a la escuela. Fuera del estadio, vacío, había unas bardas, y en medio de ellas una cancha improvisada con muchas arena donde la gente hacía cola para patearle penales al arquero, el Gato Gauna, que volaba de una a otra parte del arco imaginario señalado por dos camperas tiradas en la tierra. Hasta que llegó el entrenador, un tipo con traje y anteojos oscuros y les dijo que esa no era la forma.
Después se fueron todos a la sede del club a jugar a las cartas y a hacer pasar el tempo. Hasta que Diaz, el presidente del club, con un escarbadientes en la boca mirando al Gato Gauna le dice:
Mirá que el Chueco García los tira todos los penales a la izquierda.
A lo que el Gato Gauna respondió:
Es verdad. El problema es que él sabe que yo lo sé, y por lo tanto, seguramente va a cambiar.
Y dicho esto se levantó y se fue a caminar.
- Lo vas a atajar verdad? sintió una voz atrás suyo. Y vio una figura que no recordaba. Y atrás otra. Y otra.
- Mirá que si lo atajás le ganamos el campeonato a esos maricones de Belgrano, dijo la otra voz.
- Y eso que cambia? respondió el Gato.
- Nos cambia la vida, eso nos cambia le respondieron a coro.
- A mi lo único que me cambiaría la vida sería que la Rubia Pereyra me quisiera.
respondió el arquero y con aire triste se fue caminando hacia la casa.
Al otro día el intendente entró a la mercería donde trabajaba la Rubia Pereyra con un mazo de flores.
- Te las manda el Gato Gauna. Dice si por esta semana lo podés acompañar y decir que sos su novia.
- Está bien dijo la Rubia mientras pensaba: pobre Gato.
Al otro día fueron al cine y el sábado con un par de bicicletas prestadas fueron hasta el río.
El domingo, el día del penal veinte camiones cargados de gente tuvieron que ser parados por la policía.
Improvisados relatores de fútbol subidos a los techos de las casas seguían el partido trasmitiendo con megáfonos.
A las cinco de la tarde los equipos entraron en un estadio vacio y los jugadores fueron directamente al punto del penal.
Hacía diez años que el Deportivo no perdía ni un campeonato, ni una copa, ni una final.
El Gato Gauna se había peinado a la gomina y la cabeza le brillaba como una cacerola de aluminio. La Rubia Pereyra le había prometido el baile y un beso si atajaba el penal.
El árbitro después de media hora logró despejar el perímetro del campo de juego de aficcionados, policía y extraños.
El Chueco García, flaco y musculoso, acomodó el balón en el punto penal. El árbitro se situó a mitad de camino entre el arco y la pelota y sopló el silbato con tanta fuerza que lo sintieron desde afuera del estadio.
Tal era la tensión que Nicanor Gómez el árbitro que, como ya dijimos en la primera parte de este relato, era epiléptico, comenzó a sufrir convulsiones y cayó a tierra con la espuma en la boca.
El Gato se había tirado a la izquierda. El Chueco le había pegado a la derecha. Pero el balón había ido hacia el medio del arco y le había permitido a Gauna rechazar con los pies. La pelota quedó picando en el área hasta que llegó un defensor y la mandó al corner.
Todos corrieron a abrazar al arquero, el héroe del partido. Estaban tan entusiasmados con el festejo que no sintieron ni vieron al juez de línea que agitando la bandera venía corriendo y gritando: "No vale, no vale"!
En el festejo general Nicanor Gómez se recuperó del ataque de epilepsia y preguntó: - Que pasó?
Cuando le contaron lo ocurrido dijo que él no había visto nada, que en ese momento estaba en otro mundo, en otra dimensión. Y había que tirar el penal de nuevo.
El Gato Gauna, enfervorizado por su actuación y pensando que estaba en juego el baile y el beso de la Rubia Pereyra, se acercó solemnemente al juez del partido, apartó a los compañeros que le querían pagar y dijo solemnemente: - Apurémosnos que esta noche tengo una cita. Y se colocó de nuevo debajo de los tres palos.
El Chueco García había perdido la seguridad anterior y le ofreció a sus compañeros el remate. Ninguno aceptó.
Le dió fuerte a la izquierda. Y esta vez el Gato Gauna con una elegancia descomunal fue hacia el mismo lado y atrapó el balón sin siquiera dar rebote.
Dos años más tarde cuando yo ya había dejado de ser un jovencito y el Gato Gauna era una ruina, me lo encontré en un partido otra vez a doce pasos de distancia y lo vi inmenso, agazapado, en puntas de pie, con la mano abierta y los dedos largos donde llevaba un anillo de matrimonio, que no era el de la Rubia Pereyra.
Evité mirarlo a los ojos, cambié de pierna y le pegué de zurda, abajo, sabiendo que no iba a llegar porque estaba muy duro y le pesaba la gloria.
Cuando fui a buscar la pelota dentro del arco estaba levantándose como un perro apaleado y mirándome directamente a los ojos me dijo:
- Bien pibe, algún día vas a andar por ahí contándole a la gente que le metiste un gol al Gato Gauna.. Pero nadie te lo va a creer.
But at 42 minutes of the second half we were all left with our mouths open when the left wing (at that time we called them left wing and right wing like the English) scored a free kick from far away and made it 2-1 for Estrella del Surd. A goal from another game, but a goal at last that gave the victory and the title to the visitors.
Then Nicanor Gomez, the referee, began to think about his job and all the problems that this result could cause in his personal life.
That is why when in stoppage time Chávez, the Deportivo Belgrano striker who had entered the field a few minutes before, dived into the area, he did not hesitate for a second to award the penalty.
At that time the place where the penalty was to be taken was not marked with a white line and the referee (we called him referee) had to count twelve steps to indicate the exact spot.
The referee did not even get to pick up the ball when Colorado Rivero was punched in the nose by one of the Estrella del Sur defenders.
There was so much fighting that night came and the fans were still fighting among themselves and the referee could not be woken up. The commissioner, with a flashlight on, suspended the match and had to order an agent to shoot in the air to calm the rioters. A state of emergency was declared and a train took back all the visiting supporters and players and anyone who did not have a familiar face in town.
Two days later in its usual meeting the League Court ruled that there were only twenty seconds left to play from the penalty kick. The execution of the penalty in charge of Chueco Garcìa of Deportivo Belgrano and Gato Gauna under the three sticks of Estrella del Sur was going to take place next Sunday at five o'clock in the afternoon in the same stadium, pro empty, behind closed doors.
In this way the execution of the penalty took a week to take place. The longest in history that I can remember.
On Wednesday I missed school. Outside the stadium, empty, there were some fences, and in the middle of them an improvised field with lots of sand where people were lining up to kick penalties to the goalkeeper, Gato Gauna, who was flying from one side of the imaginary goal to the other, marked by two jackets lying on the ground. Until the coach, a guy in a suit and dark glasses, arrived and told them that this was not the way to do it.
Then they all went to the clubhouse to play cards and pass the time. Until Diaz, the president of the club, with a toothpick in his mouth looking at Gato Gauna said: look at that Chueco García shoots all the penalties to the left. To which Gato Gauna replied: *that's true. The problem is that he knows that I know it, and therefore, he is surely going to change. And having said that, he got up and went for a walk.
- He felt a voice behind him. And he saw a figure he didn't remember. And behind him another. And another.
- Look, if you save it we'll win the championship against those faggots from Belgrano, said the other voice.
-* And what does that change? answered the Gato.*
- It changes our lives, it changes our lives, they answered in chorus.
- The only thing that would change my life would be that Blonde Pereyra would love me, answered the goalkeeper and with a sad air he left walking towards the house.
The next day the mayor entered the haberdashery where Rubia Pereyra worked with a bunch of flowers.
- Gato Gauna sent them to you. He asked if you could accompany him for this week and say that you are his girlfriend.
- All right, said the Blonde while she was thinking: poor Gato.
The next day they went to the movies and on Saturday with a couple of borrowed bicycles they went to the river.
On Sunday, the day of the penalty twenty truckloads of people had to be stopped by the police.
Improvised soccer reporters climbed on the roofs of the houses and followed the game with megaphones.
At five o'clock in the afternoon the teams entered an empty stadium and the players went directly to the penalty spot.
It had been ten years since Deportivo had lost a championship, a cup or a final.
Gato Gauna had combed his hair with hair gel and his head shone like an aluminum pan. La Rubia Pereyra had promised him a dance and a kiss if he saved the penalty.
After half an hour the referee managed to clear the perimeter of the field of fans, police and strangers.
Chueco García, skinny and muscular, placed the ball on the penalty spot. The referee stood halfway between the goal and the ball and blew the whistle so loudly that it was felt from outside the stadium.
Such was the tension that Nicanor Gómez, the referee who, as we said in the first part of this story, was epileptic, began to suffer convulsions and fell to the ground with foam at the mouth.
Gato had thrown himself to the left. Chueco had hit it to the right. But the ball had gone towards the middle of the goal and had allowed Gauna to deny with his feet. The ball was left hanging in the area until a defender arrived and sent it to the corner.
Everyone ran to embrace the goalkeeper, the hero of the match. They were so enthusiastic with the celebration that they did not feel or see the linesman who was waving the flag and shouting: *"No vale, no vale"!
During the general celebration Nicanor Gómez recovered from his epileptic seizure and asked: "What happened?
When they told him what happened, he said that he had not seen anything, that at that moment he was in another world, in another dimension. And he had to take the penalty again.
Gato Gauna, excited by his performance and thinking that the dance and the kiss of Blonde Pereyra were at stake, solemnly approached the judge of the match, pushed aside the teammates who wanted to pay him and solemnly said: - Let's hurry up, tonight I have an appointment. And he placed himself again under the three posts.
Chueco García had lost the previous security and offered his teammates the shot. None of them accepted.
He hit it hard to the left. And this time Gato Gauna with a huge elegance went to the same side and caught the ball without even giving a rebound.
Two years later when I was no longer a youngster and Gato Gauna was a wreck, I met him again at a game twelve steps away and saw him immense, crouched, on his toes, with his hand open and long fingers where he wore a wedding ring, which was not the one of Rubia Pereyra.
I avoided looking him in the eyes, changed legs and hit it left-handed, low, knowing that it was not going to reach him because he was too hard and the glory was weighing him down.
When I went to look for the ball inside the goal he was standing up like a beaten dog and looking me straight in the eyes he told me:
- Well, kid, someday you will go around telling people that you scored a goal against Gato Gauna. But nobody will believe it.
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PD: los banners animados y separadores de párrafos (estos últimos modificados por mi) han sido descargados por gentil concesión de sus autores: @carlos-cabeza y @torrewill. La imagen del pergamino -modificada por mi- ha sido descargada libremente del sitio YoPriceVille Gallery.
He leído por allí que así como no existen las "Flexiones de pecho" porque el mismo no se flexiona sino los codos de los brazos al hacer el movimiento, tampoco existe los penales como palabra para designar la falta cometida, el termino correcto sería entonces: "lanzamientos desde el tiro penal" aunque parezca fastidioso tener que decir mas palabras esta sería la forma correcta. Espero haber contribuido al tema con mi comentario querido @hugo1954
No soy un experto en disquisiciones lenguísticas mi estimada @yusmi relativas al mundo del fútbol. Soy un aficcionado como tantos al que de vez en cuando le gusta escribir sobre algunos temas deportivos.
Mi interpretación gramatical (y no deportiva) es que penal es la falta cometida (estática) y lanzamiento desde el tiro penal es la acción que ejecuta la falta (dinámica).
Por ejemplo en España se aplica el término "tiro penalti" contemplada en la regla número 14 de dicho deporte.
En Italia, en cambio, se usan dos palabras distintas: "rigore" para denominar la falta y "calcio di rigore" para ejemplificar la acción.
Creo que la acepción más correcta sería "tiro penal", pero como puedes ver hay varias interpretaciones.
Gracias por contribuir al contenido del artículo con un comentario de calidad.
Saludos.
Excelente relato, entre verdad y fantasia.