En los análisis clásicos de los economistas indican que cuando se buscan las señales de que un país tiene una economía enferma una de ellas es el surgimiento de los juegos de invite y azar. Ante la escasez de dinero y la falta de trabajo productivo los habitantes de un país mal gobernado ponen su esperanza y su sueño en la lotería. En una época no muy lejana, hace unos años atrás en nuestro país, prácticamente la principal actividad comercial llego a ser los juegos de triple y animalitos. En la ciudad en la cual vivo, en un momento dado se llegó a contabilizarse más de 700 establecimientos solo en el centro. La gente hacia cola para comprar el número, y se llegó a realizar más de siete sorteos al día.
Esta creciente industria trajo el surgimiento de nuevos emprendimientos. Las estaciones de radios se llenaron de espacios dedicados a predecir los resultados. Los locutores se convirtieron en brujos y adivinos. Surgieron expertos en lectura e interpretación de sueños. si usted soñaba con arpas no era que tenía hambre sino que era el cero- cero, si soñaba con su esposa era la cuaima y en el sueño aparecía la suegra, bueno mejor era que no jugará nada. También otros brujos eran expertos en leer la borra de café, las hojas de plantas, las nubes etcétera usted podía acceder a sus presagios por una módica suma.
Una segunda señal de la grave crisis que atravesábamos fue el surgimiento del negocio de recarga telefónica. Ante la imposibilidad de tener tarjetas de crédito a la cual se le cargará el consumo de tu teléfono cómo se hace en todas partes del mundo; aquí en Venezuela se inventó eso recarga de saldo en estos establecimientos. Al comienzo fue un negocio rentable para los dueños del establecimiento ya que se quedaba con un porcentaje del dinero que recargaran los usuarios luego las empresas telefónicas fueron disminuyendo y avanzando hacia otras modalidades de pago.
Estas dos modalidades combinadas en un solo local le trajo más de un inconveniente y dolor de cabeza a muchas personas que lograban ahorrar el dinero para la recarga telefónica pero que bajo la influencia de la riqueza rápida y la creencia de haber tenido algún sueño al mediodía preferían invertir el dinero en el animalito o el número soñado. En épocas de crisis la esperanza del pueblo es como un animal salvaje, entre más lo persigue más corre y se hace esquivo.
Aún no hemos logrado salir de la crisis, aún tenemos una economía con unas grandes distorsiones, solo que ya no es negocio la venta de lotería. Es necesario que volvamos a tener empresas sólidas y fuertes que generen un empleo digno para todos los venezolanos.