La casa triste…

Después de muchas horas de viajar, de dormir en salas de aeropuertos, la familia de José al fin llego a su destino. Durante esos momentos de incertidumbre y tristeza por haber dejado su casa, su país, se dedicaba a contarles cuentos a sus dos pequeñas hijas, de lo maravilloso que sería su nuevo hogar. Afortunadamente los chiquillos estaban en una edad que no comprenden la caótica situación que es el emigrar. Con la ilusión de vivir en una casa nueva y tener una mascota era suficiente para sonreír mientras corrían por los pasillos del aeropuerto.

José había buscado por las redes sociales un hostal dónde quedarse, acorde a su presupuesto y además que aceptase una familia con niños. Una casa colonial, una belleza sin igual, un patio central adornada con una fuente era símbolo de belleza y de historia. Su esposa maravillada por el lugar, apenas dijo: ¡Al menos es igual a las fotos que publican en su Instagram!. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Una tranquilidad inquietante era una mala señal.

Una vez instalados en su habitación, dos camas viejas, modelo de los años cincuenta, un viejo closet sin puerta, una lámpara en forma de farol colgante apenas iluminaba la habitación. Una cortina blanca cubría una gran puerta, la curiosidad de las niñas las llevo a abrirla. Un pequeño balcón, ese espacio dibujo una sonrisa en el rostro de ellas, al fin un lugar que le parecía conocido, pensaron en el balcón de su hermoso apartamento. Desde allí contemplaron el patio central.

– Mira papi un patio y una fuente que alegría allí podremos jugar cuando tengamos nuestra mascota, expresaron con una mezcla de entusiasmo e inocencia. José, salió al balcón, la fuente apagada y un ambiente de soledad le dio una mala sensación. Algo pasaba en esa gran casa colonial, falta alegría. Ante la algarabía de sus hijas solo dijo: - Vamos, bajemos todos a ver a la fuente…

Las niñas corrían desenfrenadamente, ven mami vamos a la fuente, allí vamos llevar a nuestra mascota que nos va regalar papi… La esposa le pregunta a José ¿por qué esa tristeza…? ¿el responde algo no está bien…

Al llegar al frente de la fuente, paralizados quedaron los padres, un tétrico cartel cortaba como un cuchillo filoso la emoción que sentían por haber llegado a tan hermosa casa. En total silencio, ambos se miraban y volvían a levantar la vista hacia aquel infame cartel: Prohibido Mascotas…

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English

The sad house...

After many hours of traveling and sleeping in airport lounges, José's family finally arrived at their destination. During those moments of uncertainty and sadness at having left their home and their country, he devoted himself to telling his two young daughters stories about how wonderful their new home would be. Fortunately, the children were at an age where they did not understand the chaotic situation of emigrating. The excitement of living in a new house and having a pet was enough to make them smile as they ran through the airport corridors.

José had searched social media for a hostel to stay in that was within his budget and would accept a family with children. A colonial house, a beauty without equal, a central courtyard adorned with a fountain was a symbol of beauty and history. His wife, amazed by the place, simply said, “At least it's the same as the photos they post on Instagram!” However, not all that glitters is gold. An unsettling tranquility was a bad sign.

Once settled in their room, two old beds from the 1950s, an old closet without a door, and a hanging lantern-shaped lamp barely illuminated the room. A white curtain covered a large door, and the girls' curiosity led them to open it. A small balcony, that space brought a smile to their faces, finally a place that seemed familiar to them, they thought of the balcony of their beautiful apartment. From there they contemplated the central courtyard.

“Look, Daddy, a courtyard and a fountain, how wonderful, we can play there when we have our pet,” they said with a mixture of enthusiasm and innocence. José went out onto the balcony. The fountain was turned off, and the atmosphere of loneliness gave him a bad feeling. Something was wrong in that big colonial house; it lacked joy. Faced with his daughters' excitement, he simply said: “Come on, let's all go down and see the fountain...”

The girls ran wildly. “Look, Mommy, let's go to the fountain. We'll take our pet there, the one Daddy is going to give us...” His wife asked José, “Why are you so sad?” He replied, “Something's not right...”

When they reached the fountain, the parents froze. A grim sign cut through the excitement they felt at having arrived at such a beautiful house like a sharp knife. In total silence, they looked at each other and then back up at that infamous sign: No Pets Allowed...

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Es miparticpacion para el concurso #Observa #Piensa #Escribe de #TopFamily

La imagem es de @lanzjoseg