La danza de los duendes || relato de terror [spanish][English]

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[Spanish]

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Había una vez un pequeño pueblo en lo profundo del bosque, donde la gente contaba historias sobre duendes que habitaban en las sombras. Se decía que estos seres diminutos eran traviesos y maliciosos, disfrutando de jugar con la gente y sembrar el caos en la comunidad.

Una noche oscura y neblinosa, un joven llamado Hansk decidió aventurarse en el bosque para cazar. Mientras se adentraba en la espesura, comenzó a escuchar risas siniestras y susurros provenientes de la maleza. Ignorando las advertencias de los lugareños sobre los duendes, continuó su camino, convencido de que eran solo cuentos para asustar a los niños.

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De repente, una figura diminuta y encapuchada emergió de entre los árboles. Los ojos brillantes del duende lo miraron fijamente, enviando escalofríos por la espalda de Hansk. El duende comenzó a reírse burlonamente mientras jugueteaba con una pequeña daga afilada.

Hansk intentó huir, pero se encontró rodeado por más duendes que surgían de la oscuridad. Comenzaron a lanzarle piedras y ramas, riendo y chasqueando sus dientes puntiagudos. El joven se vio obligado a retroceder, pero cada paso que daba lo llevaba más profundamente en el bosque, como si estuviera atrapado en un laberinto maldito.

Finalmente, exhausto y desorientado, Hanks se detuvo en un claro del bosque. Allí, rodeado por los duendes, presenció algo que lo llenó de terror: los diminutos seres comenzaron a danzar alrededor de una fogata improvisada, cantando en un idioma gutural y ominoso. Las llamas proyectaban sombras retorcidas sobre sus rostros grotescos, mientras sus ojos brillaban con una malicia insondable.

En un momento de desesperación, Hanks recordó una antigua leyenda sobre cómo los duendes temían el hierro. Sacó su cuchillo de caza, hecho de acero afilado, y lo blandió hacia los duendes. Al ver el brillo del metal, los seres se retiraron gruñendo y chillando, desapareciendo entre los árboles como si nunca hubieran estado allí.

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Hanks escapó del bosque esa noche, pero nunca olvidaría la mirada malévola de los duendes ni el sonido de sus risas siniestras. Desde entonces, advirtió a todos los que se aventuraban en el bosque sobre los peligros que acechaban en la oscuridad. Y aunque muchos desestimaron su historia como un cuento de miedo, aquellos que habían visto los ojos brillantes y escuchado las risas burlonas sabían que algo siniestro habitaba en las sombras del bosque.

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[English]

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Once upon a time, there was a small village deep in the forest, where people told stories about goblins that dwelled in the shadows. It was said that these diminutive beings were mischievous and malicious, enjoying playing with people and sowing chaos in the community.

On a dark and foggy night, a young man named Hanks decided to venture into the forest to hunt. As he ventured into the thicket, he began to hear sinister laughter and whispers coming from the underbrush. Ignoring the warnings of the locals about the goblins, he continued on his way, convinced that they were just tales to scare children.

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Suddenly, a diminutive hooded figure emerged from among the trees. The goblin's bright eyes stared at him, sending shivers down Lucas's spine. The goblin began to laugh mockingly as it toyed with a small, sharp dagger.

Hanks tried to flee, but found himself surrounded by more goblins emerging from the darkness. They began to throw stones and branches at him, laughing and chattering their sharp teeth. The young man was forced to retreat, but every step he took led him deeper into the forest, as if he were trapped in a cursed labyrinth.

Finally, exhausted and disoriented, Hanks stopped in a forest clearing. There, surrounded by goblins, he witnessed something that filled him with terror: the diminutive beings began to dance around an improvised bonfire, singing in a guttural and ominous language. The flames cast twisted shadows on their grotesque faces, while their eyes shone with unfathomable malice.

In a moment of desperation, Hanks remembered an ancient legend about how goblins feared iron. He drew his hunting knife, made of sharp steel, and brandished it toward the goblins. Seeing the gleam of the metal, the creatures withdrew grunting and squealing, disappearing into the trees as if they had never been there.

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Hanks escaped from the forest that night, but he would never forget the malevolent gaze of the goblins or the sound of their sinister laughter. From then on, he warned everyone who ventured into the forest about the dangers lurking in the darkness. And although many dismissed his story as a scary tale, those who had seen the bright eyes and heard the mocking laughter knew that something sinister dwelled in the shadows of the forest.

The end

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