(Eng-Esp) Getting to Know Simba / Conociendo a Simba

Special people come into our lives, those who, with their mere presence, mark a before and after, transforming the way we see the world. However, unique beings also arrive—silent companions capable of filling everyday moments with their mischief, making them indispensable to our emotional well-being.

This little one came into our world during a particularly tough time: the COVID pandemic. It was a period when isolation confined us within four walls, and daily stress seemed to crush us with its invisible weight. Amid that uncertainty, his arrival was like an unexpected ray of light, a reminder that life, even in its simplest forms, always finds a way to surprise and heal us.

My daughter, with that spontaneous creativity children possess, decided to name him Simba in honor of the brave cub from The Lion King. She wasn’t wrong in choosing that name, for with just 28 days of life, this little one already proved to be a tireless fighter, facing the world with an energy that filled us with awe and tenderness.

Little by little, Simba earned the love and respect of every member of our family. It wasn’t sudden but rather a sweet and natural process, woven with moments of connection and laughter. Thus, he became an essential part of our home, someone whose absence we could no longer imagine. Each day, without us planning or expecting it, he made a profound difference in our lives, showing us that the strongest bonds don’t need words to solidify.
Simba doesn’t have a special breed or a pedigree to back him up, but he doesn’t need one. His worth isn’t in labels or appearances but in his authenticity. With his overflowing charm and playful nature, he has taught us that true love transcends all barriers: it knows no geographical borders, racial differences, cultural traditions, or, least of all, species. Through every antic, every curious glance, or every gesture of affection, this little one has transformed our existence in ways we never anticipated.

His influence goes beyond the superficial. Simba has managed to lift the self-esteem of every family member in moments of doubt or sadness, reminding us with his simple presence that happiness can be found in the smallest things. He has shown us how vital these beings can be in our lives—not just as companions, but as silent teachers guiding us toward a kinder, more resilient version of ourselves. In a world full of complications, Simba is a constant reminder that love, in its purest form, always has the power to heal and unite.

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Versión en Español

A nuestra vida llegan esas personas especiales que, con su sola presencia, marcan un antes y un después, transformando nuestra manera de ver el mundo. Sin embargo, también llegan seres únicos, compañeros silenciosos capaces de llenar con sus travesuras esos momentos cotidianos que los convierten en imprescindibles para nuestro bienestar emocional.

Este pequeño ser apareció en nuestro mundo en un momento particularmente difícil: durante la pandemia de la covid. Fue una época en la que el aislamiento nos encerraba entre cuatro paredes, y el estrés cotidiano parecía aplastarnos con su peso invisible. En medio de esa incertidumbre, su llegada fue como un rayo de luz inesperado, un recordatorio de que la vida, incluso en sus formas más simples, siempre encuentra la manera de sorprendernos y sanarnos.

Mi hija, con esa creatividad espontánea que tienen los niños, decidió llamarlo Simba en honor al valiente cachorro de El Rey León. Y no se equivocó al elegir ese nombre, pues, con apenas 28 días de vida, este pequeño ya demostraba ser un luchador incansable, enfrentándose al mundo con una energía que nos llenaba de asombro y ternura.
Poco a poco, Simba se fue ganando el amor y el respeto de cada integrante de nuestra familia. No fue algo repentino, sino un proceso dulce y natural, tejido con instantes de complicidad y risas. Así, se convirtió en una parte esencial de nuestro hogar, alguien cuya ausencia ahora nos resultaría inimaginable. Cada día, sin que lo planeáramos ni lo esperáramos, marcó una diferencia profunda en nuestras vidas, demostrándonos que los lazos más fuertes no necesitan palabras para consolidarse.
Simba no tiene una raza especial ni un pedigrí que lo respalde, pero tampoco lo necesita. Su valor no reside en etiquetas o apariencias, sino en su autenticidad. Con su simpatía desbordante y su carácter juguetón, nos ha enseñado que el amor verdadero trasciende cualquier barrera: no conoce fronteras geográficas, diferencias de raza, tradiciones culturales ni, mucho menos, especies. A través de cada travesura, cada mirada curiosa o cada gesto de cariño, este pequeño ha transformado nuestra existencia de una manera que nunca hubiéramos anticipado.

Su influencia va más allá de lo superficial. Simba ha logrado levantar la autoestima de cada miembro de la familia en momentos de duda o tristeza, recordándonos con su simple presencia que la felicidad puede encontrarse en las cosas más pequeñas. Nos ha mostrado lo importante que pueden llegar a ser estos seres en nuestras vidas: no solo como compañía, sino como maestros silenciosos que nos guían hacia una versión más amable y resiliente de nosotros mismos. En un mundo lleno de complicaciones, Simba es un recordatorio constante de que el amor, en su forma más pura, siempre tiene el poder de sanar y unir.

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• Spanish is my native language, so I used the Google translator to bring this post into English.
• Photos by me.