Mi Creacionismo Evolutivo

Después de más de un año de haber comenzado mis estudios de tercer nivel se produce en mí una confrontación con el pensamiento universitario, el cual debería ser abierto e universal, me encontraba con muchas dudas, las que considero nos pasa a la mayoría de los seres humanos, en donde no percibía la importancia o la relevancia de estudiar tanta matemática, física, química (las tres Marías) y otras ciencias puras en las que no entendía la razón de tanta profundización de su conocimiento y menos el estado de abstracción que debías generar para lograr comprender muchos teoremas, axiomas y teorías que las soportaban. En vez de dedicarle tiempo a su estudio, me dedicaba más tiempo a contemplar las ramas del árbol de Apamate que daba justo en la ventana del apartamento en donde estaba residenciado y las vivencia habituales de un joven de 19 años.

Cada tarde de regreso de las clases las dedicaba a contemplar ese árbol, que al principio me representaba un estorbo que imposibilitaba en un 70 por ciento mi visión del paisaje, como todo proceso de estoicismo tuve que resignarme a la pasión que ejercía el árbol sobre mi visión. Me acostumbre a contemplar la planta, el ver como caían sus hojas en cierta época del año dejando expuesta sus ramas, su continuo rosado florecer y el fascinante esparcimiento que hacía de sus semillas a través de una especie de helicópteros de papel que recorría muchos metros antes de llegar al suelo, muchos de esos extraños Origami naturales me los encontraba en la calzada y pavimento de camino a la universidad y surgía la pregunta, porque este árbol realizaba tantos esfuerzo en intentar hacer que sus semillas de papel llegaran a alguna tierra fértil que le permitiera crecer, lo curioso es que no recuerdo haber visto otro árbol de la misma especie cerca de donde estaba este. Esto me llevo a un continuo meditar el por qué este ser vivo dedicaba la mayor parte de su existencia en el procurar multiplicarse, no le bastaba solamente con ser admirablemente grande, frondoso y de amplia longevidad?, el imaginar todas las penurias y confrontaciones que tuvo que soportar, para él eso no era suficiente, entonces hay o tenía otro fin mayor para su presencia y comencé a replicar este pensamiento con otros seres vivos y con mi misma existencia.

En aquellos tiempos llego a mis manos un pequeño libro que tenía como título “El Principio era el Fin”, escrito por Oscar Kiss Maerth en el año 1969, y como lo sugiere algunas de las tradiciones de la filosofía Zen “el maestro aparece cuando el discípulo está listo”, no considero que estaba preparado, y mi encuentro no fue con un guía, mi fortuna fue la de toparme con este libro que me genero más preguntas sobre la naturaleza de nuestra existencia y no por el polémico argumento del autor, sino por el cuestionamiento que realiza tanto a la teoría Creacionista Católica como su interpretación de la teoría evolutiva.

Estos nuevos dilemas me llevaron a seguir un camino lleno de interrogantes y pocas respuestas, en el cual comencé a establecer mi pensamiento Creacionista Evolutivo y la cual espero poder seguir exponiendo si es de su agrado. Igualmente, escribiré sobre otras áreas de conocimiento que he desarrollado tanto empírico como académicamente.