El propósito es eso que venimos a entregarle al mundo, pero no todos lo cumplen.
Esa es una certeza que me llegó hace poco y que hoy me atraviesa por completo.
No puedo decir exactamente cuándo comenzó mi búsqueda de propósito, pero fue hace mucho tiempo. Tengo recuerdos de muy niña preguntándome para qué vine al mundo, llorando porque me dolía la realidad que vivía. No es para nada secreto, y si me contrastaran con los entornos en los que crecí, dirían que soy la oveja negra o, como a mí me gusta decirle, la oveja multicolor. Pasé años de mi vida cuestionándome mi existencia, deseando por muchos momentos desaparecer y hasta llegué a intentarlo. 13 años tenía cuando decidí que era una buena opción dejar de vivir; el dolor que causó mi acción me alcanzó para saber que jamás quería volver a esa situación. El dolor que vi en los ojos de mi abuelo se me grabó para siempre.
Con el paso de los años se me fue haciendo cada vez más vital la necesidad de sentido, de entender cuál es mi contribución al mundo. Tanto así que comencé a buscar con más fuerzas y me caí en los posos más profundos de mi ser en búsqueda de ese sentido existencial, porque todo lo que podía ver hasta hace muy poco tiempo era vacío existencial, un vacío tan grande y profundo que nada lo saciaba. Sí, dije saciaba, porque eso ya cambió. Ahora tengo el diamante en bruto de mi propósito en las manos, en sentido literal y figurado.
Es tan grande mi deseo de comunión con Dios, que aprendí a verlo en todos lados, en todas sus formas, con todas sus caras. Es tan grande mi sed de espíritu que inevitablemente conecto con mi propósito.
Siento que Dios tiene la capacidad de presentarse en nuestra vida de muchas maneras, pero si no estás alineado con verlo, entonces es invisible para ti. Y es que es un estado de fe constante el que nos ayuda a construir la realidad de nuestros sueños, entonces cuando los sueños se cumplen vemos a Dios en ellos.
No se puede ver algo que no se está buscando.
Lo que me parece más interesante es esta concepción de serlo todos y todo al mismo tiempo, como creador es parte de la obra y uno no existe sin el otro, por lo tanto, podemos decir que somos un pedacito de Dios, lo que se traduce en que somos la conciencia divina experimentándose a sí misma.
Intervención Divina: mi comunión con Dios.
De alguna manera has estado presente toda mi vida. Donde haya fe, ahí te veré, ya no importa la creencia porque puedo identificar la esencia. Hemos caminado de la mano desde antes de nacer y al fin hoy puedo recordarlo. Mis dudas se van disipando paso a paso y las certezas comienzan a habitarme.
¡Gracias, Dios!
En mi vida he recibido instrucción divina desde antes de nacer; de alguna manera, mi pacto con Dios se materializó desde mi gestación.
Luego fui creciendo y el primer recuerdo que tengo de mi fe es recitando el Ángel de la Guarda con mamá. Tenía unos 2 o 3 años, vivíamos en Montevideo sobre la calle Bulevar Artigas, se podían ver los cuernos (brazos) de Batlle desde la casa que fue de mis bisabuelos maternos-maternos.
El Ángel de la Guarda me acompañó mucho tiempo, aún incluso hoy.
Con el paso de los años conocí otra cara de Dios, tenia unos 13 o 14 años y esta vez me la presentó la religión Africana Umbanda, en esas fiestas que para mí eran increíbles y a la vez me mostraron los primeros indicios de la Magia en mi vida. Pude sentir la energía recorriendo los círculos en los que me gustaba estar para jugar a percibir cómo compartíamos energía entre todos (eso lo sé hoy). Antes de eso, con unos 7 u 8 años, pasaba tiempo de mis tardes, las que vivía en Mercedes, con una vecina Evangélica debatiendo y aprendiendo sobre versículos de la Biblia, charlas apasionadas y algunas interrogantes sin resolver o poco satisfactoria la conclusión, pero esas charlas captaron mi atención hasta los 11 o 12 años.
Esa fue una cara muy linda de Dios.
A los 15 o 16 conocí a un par de misioneras Mormonas que amé y escuché hasta que quisieron bautizarme, ya estoy bautizada de nacimiento así que me pareció innecesario además de que no pensaba renunciar al café.
Esa cara de Dios me gustó, pero también me pareció rígida; en realidad, todas las caras de Dios que se encierran en instituciones me parecen rígidas, para mi gusto.
Recuerdo con 6 o 7 años pidiendo ir a catequesis porque mis compas de escuela iban y yo también quería ir. Recibí un rotundo No por respuesta y un discurso antiiglesia de mi padre.
Después de adolescente estuve enojada con Dios y me declaré no creyente, ni yo me lo creí.
Cuando comenzó mi camino de despertar espiritual, Dios se convirtió en el Universo y ahí me cerraron muchas más cosas.
Hace 1 año y medio conocí la Medicina Ancestral del pueblo Piaroa llamada Sagrada Ñúa, así comenzó un viaje que continúa hoy.
Volví a conocer otro rostro de Dios y aún sigo conociéndolo.
Me gusta creer que Dios me busca de todas las maneras que puede para enseñarme que la fe está en todas partes y que sus oídos también. Él tiene amor para todos sus hijos sin importar religión, raza o idioma. Dios no discrimina entre sus hijos e hijas porque todos son iguales y al mismo tiempo un trozo de él.
¿Cómo podría Dios discriminarse a sí mismo?
De alguna manera, todas las iniciaciones religiosas que transite me han llevado a creer más allá de los juicios del mundo y de mi mente. Mi corazón sabe que si hay amor, hay fe, si hay fe, te aseguro este Dios.
La sabiduría divina es tal, que, al ser en ausencia del ego, puede convertirse en la imagen que el hombre desee con tal de poder brindarle su misericordia; ese cálido abrazo en momentos de soledad.
Dice él "que nunca dude el hombre de que al primer llamado yo acudiré".
La fe mueve montañas, la fe es creación.
Como les comenté, llevo 5 años en la búsqueda de propósito, que digamos que son los que llevo consciente de que lo estoy buscando, muchos han sido los senderos por los que he caminado para llegar al hoy, me arme y desarme incontables veces, he tocado mis miserias más profundas. Me tocó aprender a sanar. Así que me volví mi propia curandera con la ayuda y guía de muchos seres que me han acompañado en este tiempo. Sanar se ha convertido en sinónimo de desapego, tuve que desapegarme de personas, situaciones, creencias, mandatos, estructuras, vínculos, relaciones, lugares y pertenencias.
Aprendo todos los días a despojarme; al principio me costó bastante entender que no me definen esos lazos que se fueron soltando, muchas veces queriendo y muchas otras sin querer. Despojarme me regala la posibilidad de que, cada vez más, las decisiones sean tomadas con el corazón.
Mi brújula interna, llamémosle mejor intuición, tiene como "Norte" al Propósito.
Dale propósito al alma, y crecerá tu espíritu. Me gusta creer que el alimento del alma es el propósito.
Fin, por hoy.
Por favor, querido lector, la única condición que pido es que tomes únicamente lo que te resuene y te sea de nutrición. Ante mis ojos no existe verdad absoluta, ante los tuyos tampoco.
¡Estaré escribiendo! Un gusto conocerlos.
¡Abrazossss!!!
Han Sarah. Propósito al alma.
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