Desperté renovado, sintiéndome que podría comerme esta montaña en este preciso instante. Mis piernas estaban fuertes y mis heridas ya eran tejido cicatrizado, no había evidencia física del desgaste de aquella tormenta. Me sentía completamente listo para buscar nuevamente la senda hasta la cima.
Había dormido durante casi 2 dias y me levanté de la que pense que seria mi tumba antes del alba del tercero. Busque en mi bolso por algo de comer, había algunas latas de carne, las cual abrí y procedi a devorar sin reparo, mientras el sol asomaba sus rayos de luz por entre las nubes, desvaneciendo el frío y llegando a mi aquellos rayos de luz.
Me puse de pie, tome mi bolso y lo coloque en mi espalda, cambie mis medias, me coloque y sujete bien mis botas y comencé a buscar como subir. A mi derecha, a unos 50 metros una camino natural de piedras no tan escarpado sería la senda a seguir. Subía recordando que me había traido hasta aqui.
Pensé en todo lo que había pasado para llegar hasta aquí, recordé aquellas personas que dijeron que estaba loco, que era una pérdida de tiempo. Aquellos que me dijeron que nadie me estaba esperando que era un necio y un terco, aunque algo era seguro, en aquel entonces no podía quedarme quieto, al menos no sin ella.
¿Romántico, o psicópata? Hay una línea muy delgada que separa el romanticismo clásico de los psicópatas. Pero aquí estoy, atravesando esta montaña buscándola, pueden llamarme romántico o psicópata que mas da! Ya estoy casi a la mitad.
El sol estaba casi en lo más alto, indicando que era hora de almorzar. 2 km se logra ver lo que parece la cima de la montaña, en ella un gran árbol que me recuerda a los Samanes de mi ciudad. Me sorprende que hubiese logrado llegar tan rápido a la cima, estando abajo en la cueva parecía que llevaba una eternidad subiendo y aquella noche tormentosa sentí lo mismo.
Supongo que el sufrimiento, la agonía se vive con tanta intensidad que es eterna.
Decidí caminar hasta el Samán, y bajo su copa comer mi ración de alimento. Mientras caminaba bajo el sol mire mis manos, hace tan solo 2 dias estas estaban llenas de escoriaciones y raspaduras igual mis rodillas y mi espalda , ahora solo se lograba ver la diferencia de color del tejido cicatrizal, no había dolor en la mano, de igual manera inspeccione mis rodillas y básicamente no había ninguna marca ni cicatriz importante. Nada que pudiera ser considerado como una marca, un estigma que me hubiese dejado la montaña
Aun así el recuerdo de la cueva, de las piedras, del sonido del agua bajar, del viento agitar las copas de los árboles y de los truenos al caer siguen vivos en mi mente, infundiendo el miedo en mi corazón y en mi mente.
Como alguien se cura de eso, como alguien puede sacar esos recuerdos y el daño de manera quirúrgica. O formar una costra, cambiar de piel y poder seguir. No hay nada que pueda ver para recordar, siempre está allí acechando, esperando el momento preciso para saltar sobre mi cabeza y hacerme recordar.
Llegue al samán, y bajo sus hojas y grandes ramas que forman sobre mi cabeza una perfecta sombra, sentí otra vez el peso en mis hombros, las palpitaciones en mi pecho y pese a no tener marcas en mi cuerpo sentí un inmenso e inconmensurable dolor.
Solo me pude sentar a llorar.
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