La Sombra

¡Hola a todo el mundo!

Aquí les traigo el capítulo cinco de "La Sombra", escrito original de genero fantástico, que he ido actualizando mas o menos cada seis u ocho días y que consta de siete partes.

Al final del capítulo agregaré los enlaces para las partes ya publicadas y dejaré algunas aclaraciones/observaciones de tres personajes involucrados en la obra (con sus dibujos, hechos por mi), pero por los momentos... ¡Disfruta de la lectura! ¡Aquí vamos!

-Mi dama, tres kilómetros y avanzando río abajo, el ejercito de a pie se nos une en una hora, llevan banderas doradas. Informó el mensajero.

-¿Cuantas? Preguntó Niel Loreth sin mostrar emoción alguna, siempre serena.

-Nueve. Respondió.

«Nada mal... el muy desgraciado tenía razón» pensó Niel.

-Bien, informa al segundo de a bordo, Cazadora tocará tierra, el resto seguirá con la corriente hasta la primera muralla del circulo, y envía un halcón al Inquisidor Sao, quiero que llueva fuego sobre los herejes... y llama al nuevo capitán, que venga a mi.

-Mi Dama. Saludó el mensajero y salió corriendo del camarote.

Niel Loreth, sentada tras un escritorio de madera en medio del camarote, apoyó los codos y juntó las manos sobre él mientras examinaba el mapa de la región sur de Valleblanco. La habitación era moderadamente amplia, con un sin fin de compartimientos donde almacenaba pergaminos, documentos con información de guerra, aparatos de precisión y medición, armas, armaduras y muchas otras cosas de uso personal. Desvió la vista hacia un cofre sellado en el suelo a su derecha y frunció el entrecejo.

Una amplia ventana iluminaba la estancia, y aquella luz filtrada por el cristal le daba un aspecto aún más tenebroso al cofre. El sonido de la puerta dispersó los turbios pensamientos de Niel. Se colocó en pie y juntó las manos en su espalda.

-Adelante. Dijo con voz serena y fuerte.

Galahad Levanni entró a la habitación.

Llevaba el cabello y la barba recortada e iba vestido con armadura ligera de cuero endurecido y semi-flexible, con un carcaj lleno de flechas cruzado en la parte trasera de la cintura y un florete de guardia invertida envainado; su especialidad.

Galahad saludó con el acostumbrado brazo cruzado en señal de respeto, pero a Niel no le hizo gracia, creyéndolo una burla viniendo de él. Rechazó el gesto con una mueca.

-Sin formalidades, Galahad... ahora sé que no mentías en Esperanza.

-Te diría "yo no miento, Nily", pero tuve que engañarlos a todos para cumplir el propósito de la inquisición.

-Si. Me cuesta admitirlo, sabes que soy orgullosa... pero me equivoqué... yo...

-No hacen falta las disculpas, Niel. Te conozco desde que eras una pequeña mocosa, y a tu familia.

-Si, bien- Niel desvió la vista, no veía motivos para ocultar su vergüenza ante el hombre que prácticamente la había criado, al único que realmente respetaba, al que sentía, le había fallado por dudar de su palabra... al único amor que conocía. Aún así, recuperó su habitual semblante altivo en cuestión de segundos, suprimiendo el nudo en la garganta -Te he nombrado capitán del pelotón de vanguardia 42, tocaremos tierra en treinta minutos y nos uniremos al ejercito de a pie por el flanco derecho, abriéndonos camino a través de los demonios.

-¿Sabes específicamente a que tipo de demonios nos enfrentaremos?

-Maulares de todas las especies conocidas, Wagg, Caminavientos, Tejedoras y diablos... quizá encontremos algunos acólitos pero no estoy segura; sólo han levantado banderas doradas... y sólo nueve siguen izadas.

-Tal como te dije cuando volví, una suerte que no me atravesaras con una flecha al verme. Galahad desvió la mirada hacia el cofre, gesto que no pasó desapercibido a Niel.

-Pues de no haber traído "eso" contigo, lo hubiese hecho sin dudarlo.

-Es una suerte que se lo hubiese quitado a Abaddon. La verdad es que no quería cargar ese objeto maldito.

-No importa. Sin esos corazones, el poder del destructor se reducirá a una vida. Cuando despierte sólo quedará un sitio al cual dirigirse... y le estaremos esperando.

Un fuerte ruido interrumpió la conversación entre los dos personajes, como el de una explosión de mil estrellas, que los puso en alerta, pues a juzgar por la intensidad, estuvo bastante cerca de su posición.

Niel y Galahad salieron del camarote a toda prisa, y ya en la cubierta, asomaron por la borda de estribor, ahí donde el humo de una enorme explosión ascendía hacia el cielo, mas allá de unas cuantas colinas a menos de quinientos metros de la orilla.

-¡Arriba! ¡Arriba! Gritaba un soldado con gran emoción.

-Sao. Afirmó Galahad con una sonrisa.

-¡Muy bien, soldados de la inquisición!- Gritó Niel, llamando la atención de todos -¡Tras esas colinas pelean nuestros hermanos! ¡Iremos a prestarles ayuda! ¡Enviaremos a los demonios de cuatro patas al abismo de donde han salido! ¡Por el rey! ¡Por la inquisición!

Todos gritaron, todos levantaron sus armas, Niel desenvainó y trotó hacia proa de Cazadora con ímpetu mientras el segundo de a bordo viraba el timón, dirigiendo la nave hacia la orilla, ahí donde las colinas ocultaban a los demonios que con fiereza luchaban por la tierra que bebía la sangre de los caídos bajo el sol del mediodía.

Sin importar hacia donde mirase, Lorak solo encontraba humo y destrucción. Había cabalgado sobre el maular muerto-viviente a través del bosque, pues sabía que los soldados de la inquisición no se atreverían a cruzarlo; eran innumerables los peligros que podrían encontrar. A pesar de ello, los estragos de la guerra si encontraron su camino entre los arboles.

Desde pequeños incendios hasta devastadoras explosiones habían mancillado la tierra que por innumerables años había florecido en paz. Los arboles estaban partidos y quemados, algunos animales silvestres yacían muertos y mutilados a causa de las explosiones y balas de cañón perdidas. Lorak sintió repugnancia hacia los humanos, deseando arrancar el corazón en su pecho por el simple hecho de pertenecer a aquella vil raza de destructores.

«Debo apresurarme... puedo evitar esto»

No era adivino, pero se hacía una idea de la condición en la que se encontraría el circulo. Al principio, pensaba tomar aquello que él guardaba en su interior, razón por la cual había contratado a La Sombra para que le ayudase... pero la guerra había cambiado las circunstancias.

«Me ha dado por muerto, es lógico. El contrato se ha terminado... pero si estoy en lo cierto, La Sombra está en camino al circulo... o tal vez ya dentro. Un asesino de Vigga jamás abandona su propósito»

Cubrió su rostro mientras cabalgaba a toda velocidad a través del humo y los arboles partidos, afirmó su postura y comenzó a reconstruir nuevamente el flujo de recuerdos almacenados en la carne que no era suya.

«Debo saberlo todo» fue el ultimo pensamiento propio, antes de sumergirse en los recuerdos del soldado sin nombre.

El Wagg yacía a sus pies, decapitado por un certero corte de su espada.

La sangre manchaba su armadura, oscura, terrible, dándole el aspecto de un fiero señor de la guerra. El guerrero sentía fluir la adrenalina a través de su cuerpo como si de electricidad se tratase, agudizando sus sentidos, ralentizando el tiempo. Las explosiones, aullidos, gritos de dolor y zumbido de flechas no importaban ahora; la batalla era lo único real para él.

-¡Arqueros, apunten y disparen! Escuchó gritar a lo lejos, seguido del sonido de un cuerno agudo, tres veces.

«Ahora la mejor parte» pensó con una sonrisa bajo el yelmo.

La linea de defensa comenzó a dividirse en grupos, cerrándose alrededor de unos quince piqueros por grupo, formando una especie de circulo de escudos desde los cuales asomaban las puntas de las picas como letales cuchillos. La formación se cerraba por todos los flancos, incluida la parte superior, formando así un perfecto caparazón con afiladas picas sobresalientes entre los escudos. Los grupos acorazados estaban separados uno del otro por cortas distancias de tres metros, entre las cuales los demonios intentaban cruzar mientras eran cortados por las picas o acribillados a flechas por los arqueros en lo alto de las colinas.

Aquellos que lograban cruzar, enfrentaban a la vanguardia de ataque.

El guerrero divisó un maular, que veloz, esquivó algunas flechas. Vino hacia él de frente, fauces abiertas y garras afuera.

Con las dos espadas desenvainadas, danzó hacia la derecha en una finta fríamente calculada y trazó un certero tajo con ambas manos, rebanando una pata delantera de la bestia, que cayó un metro hacia atrás entre gruñidos de dolor para morir, al final, acribillado por los arqueros.

Los círculos acorazados comenzaron a avanzar lentamente, deteniéndose a cada tres metros, pasando por encima de los innumerables cadáveres.

-¡Vienen tejedoras! ¡Fuego sobre ellas! ¡Arqueros, fuego sobre ellas!

El aire se tornó pegajoso y desagradable, cosa que al guerrero no le hizo gracia. Miró hacia su derecha, hacia la bandera dorada de otra compañía muy a lo lejos, que temblaba de forma extraña.

«Caerán primero... los vengaremos, hermanos. La Dama ya debe venir en camino»

Una criatura arácnida de tres metros trepó sobre uno de los grupos acorazados. El guerrero se estremeció.

-¡Matenla! ¡Arqueros, maten a la tejedora! ¡Rápido!

La criatura comenzó a excretar una sustancia viscosa de color ámbar que al contacto con los escudos levantados humeaba y chisporroteaba como el agua al entrar en contacto con aceite hirviendo.

Las flechas silbaban, pero la criatura resistía entre chillidos.

«¡Maldita sea!» pensó el guerrero, mientras señalaba hacia la criatura y gritaba -¡Los matarán! ¡Por la inquisición, siganme antes de que sea demasiado tarde!

No esperó respuesta, aunque muchos en la vanguardia de ataque le entendieron y avanzaron tras sus pasos. El guerrero lanzó su espada con fuerza hacia la tejedora, cercenando una de sus patas. La criatura chilló y se tambaleó de lado pero no cayó al suelo. Alguien dentro debió darse cuenta de las intenciones del guerrero, porque justo frente a él, las picas fueron retiradas y uno de los enormes escudos fue colocado en diagonal, brindándole un puente para que subiese sobre el grupo.

El guerrero no perdió tiempo, y saltó hacia la tejedora cortando otra de sus patas. Esta vez, la criatura hizo un violento movimiento y cayó patas arriba a tierra, ocasión que aprovecharon los arqueros para ponerle fin a su vida, sin embargo, el guerrero recibió un fuerte chorro de liquido corrosivo de lleno en el brazo izquierdo.

Ciego de dolor, cayó a tierra entre gritos y maldiciones... pero la ira fue más fuerte, y le confirió aquella fuerza que ignora todo sufrimiento y pensamiento racional. El mundo se tornó rojo. Sabía que moriría en cuestión de horas. Se puso en pié.

«Dioses... fuerza...»

El guerrero, espada en mano, avanzó entre la abertura que dejaban los grupos acorazados. Estaba sobre una colina de pendiente suave. Los caparazones de escudos comenzaban a descender con lentitud, imparables. El guerrero se adelantó.

Las bestias gruñían a su alrededor, lanzándose hacia los escudos y las picas en un intento de romper su formación; era inútil. Un maular puso sus terribles ojos sobre el guerrero y sin perder tiempo, se lanzó hacia él, pero el hombre, sabedor de que su hora estaba cerca hizo una ultima jugada: lanzó un golpe con el brazo izquierdo lleno de liquido corrosivo directamente hacia las fauces abiertas de la bestia.

El ímpetu de la embestida no dio tiempo al maular de esquivarlo. Cayeron colina abajo, y entre giros y golpes, el guerrero clavó su espada en un costado de la bestia, hundiéndola hasta la empuñadura. La bestia cerró sus fauces, arrancando el brazo atorado en su garganta y el guerrero, libre de ataduras, cayó unos metros mas allá.

Todo a su alrededor comenzaba a tornarse negro, sentía frío, estaba muriendo, pero con regocijo lanzó una ultima mirada.

El maular sufría con el brazo en la garganta y la herida en su costado. El guerrero empuñaba aquella ensangrentada espada con orgullo, pero le falló la fuerza y el arma se deslizó de sus dedos.

Una enorme explosión sacudió el suelo, y una lluvia de y piedras pequeñas y tierra ardiente calló sobre ellos. Alcanzó a ver una sombra en el cielo, muy a lo lejos, desde la cual unas estelas de humo blanco marcaban la trayectoria recta de las balas de cañón hacia el campo de batalla; el guerrero sonrió.

«Hemos ganado... Sao está aquí» fue el ultimo pensamiento del hombre, antes de sumirse en la oscuridad del descanso eterno.

Y hasta aquí por ahora.

Espero que la lectura haya sido de su agrado y como siempre, les invito a leer los capítulos publicados hasta la fecha dando click en los enlaces de abajo y a dejar sus comentarios, impresiones, criticas y recomendaciones.

En esta publicación he querido agregar algo extra. Son los dibujos (hechos por mi) de algunos personajes principales. Si, ya se... no están muy bonitos xD, me he esforzado un montón ya que no sé dibujar bien (pasé como dos o tres horas dibujándolos a todos), pero quería que tuviesen una idea más clara de cómo son los personajes en "La Sombra".

Espero que disfruten de la pequeña galería y lean los capítulos anteriores de la historia.

¡Nos vemos! ¡Muchísimas gracias por leer!

Llamada "La Dama", ostenta el título de Gran Cazadora de la Inquisición, sirviendo así como general supremo en la división de cazadores de la inquisición. Su misión principal es encontrar y exterminar todo indicio y practica de herejía dentro del territorio del Gran Reino de Loreth.

Niel es la segunda hija natural de Amadriel Loreth, antiguo Tercer Inquisidor y hermano del rey Othar Loreth. Fue entregada bajo tutela al famoso cazador de brujos Galahad Levanni al cumplir cinco años de edad, el cual la entrenó como un arma letal.

Cayó en desgracia luego de un enfrentamiento directo con "La Sombra", siendo el único sobreviviente a la masacre de las colinas dentadas adyacentes a la desembocadura del río esperanza en la frontera con Garoth. Ostentaba el título de Gran Explorador de la Inquisición, sirviendo como su nombre lo indica, de rastreador y punta de lanza para las futuras Cosechas.

También fue conocido como "el purificador", ya que entre sus muchos logros y acciones, destaca la cacería de brujos(as) y su participación en la caída de la torre de Lorak, lo que marcó el fin de las actividades herejes dentro de las fronteras del reino de Loreth.

Actualmente sirve bajo las ordenes de su antigua pupila, Niel Loreth, como capitán del pelotón de vanguardia 42, como recompensa por detener (de momento) al infame Abaddon, protagonista de la profecía que traerá la desgracia al mundo.

Asesino especializado en fotoquinesis (manipulación de la luz) y medianamente adepto para la resonancia (capacidad de manipular y armonizar el movimiento de las moléculas que conforman la materia). De orígenes desconocidos, corren rumores de que por sus venas hay sangre de los antiguos de'va, seres demonizados por la inquisición de los cuales se cree que descienden, en mayor o menor medida, todo ser viviente con capacidades mágicas.

Se alió con Lorak, llamado "El Brujo", para entrar al circulo de magos en Valleblanco presto a cumplir un encargo directo del rey.