Tradición navideña y familiar guardada desde el pasado, al presente y a un posible futuro

in #spanish7 years ago (edited)

Inicio este, mi primer post, con algo de melancolía. Es navidad, una época hermosísima, la más especial del año, llena de detalles, de colores, de luz, de música, de olores y sabores característicos de esta época. Toda ella es especial.

Es una época, en muchos casos como por ejemplo en mi país, en donde se siente desde antes del primero de diciembre y dura hasta la conmemoración de la visita que los tres Reyes Magos le hicieran al Niño Dios.


Recuerdo en mi niñez, sentir que la navidad duraba muchísimo, era un tiempo muy especial porque además mi mamá cumple años el 13 de diciembre y ya para esa fecha la casa toda estaba completamente decorada de navidad: listo el arbolito, el pesebre, los regalos, las hallacas!

¡Hacer las hallacas era toda una tradición! Cada quien tenía una tarea y cada uno sabía cuál era. Por ejemplo: mi abuela materna guardaba con su alma la receta de toda la preparación de las hallacas. Digo guardaba porque, como buena abuela, su sazón es inigualable (la de mi abuela paterna también, pero es una sazón distinta, con sabores bolivianos). Siempre ha tenido sus recetarios como sus tesoros y al llegar a ser adulta, entendí que las hallacas le quedan muy sabrosas porque descubrió que combinando varias recetas y experiencias, más los años de ir probando y modificando, le dieron su propia receta especial con su sello personal. ¡No hay igual! Ella conoce desde los ingredientes del guiso hasta lo específico de la textura de la masa, a lo que siempre es rigurosa y detallista.


Por otro lado, con las acostumbradas gaitas, mi mamá se encargaba de, una vez realizado el guiso el día anterior, armar las hallacas, colocando cada cosa en su lugar año tras año (y por supuesto aprendí al pie de la letra): se coloca la hoja de plátano, se le coloca un poco de la preparación del aceite con onoto, se extiende la masa: -“Aprende Daniela, ni tan gruesa porque lo que comemos es masa, ni tan delgada porque se sale todo”. Se pone una cucharada del guiso y luego se van agregando los ingredientes que decoran, complementan y dan color a la hallaca: cuatro pasitas, dos lajas de pimentón, dos pedacitos de pollo, dos aceitunas u una cebollita pequeña. Finalmente se cierra la hallaca con sus pliegues particulares y vueltas de hoja, para pasar así al siguiente paso a cargo de mi abuelo.

Mi abuelo materno era el encargado de, previo a iniciar toda la preparación, buscar en el mercado un paquete de hojas de plátano adecuado a la cantidad de hallacas que íbamos a hacer, es por ello que con detalle las observaba. Luego en casa, él mismo las limpiaba con mucho cuidado, para luego de armada la hallaca, él la recibe para amarrarlas adecuadamente: -“Dani, cortas el pabilo con esta distancia, luego lo extiendes, colocas la hallaca en la mesa. Luego le das una vuelta así, otra así, cruzas los pabilos y amarras bien para que no se desarme cuando la estén hirviendo.

Es así como las hallacas volvían a mi abuela, quien ya tenía preparada la olla para ponerlas a hervir, una cantidad exacta y un tiempo preciso, ni más ni menos, para que se cocinaran adecuadamente.

Recuerdo que al pasar los años, mi hermana y yo fuimos aprendiendo, primero a amarrar, luego a seleccionar las hojas y finalmente a armar las hallacas con mi mamá, hasta que un buen día nos tocó hacerlas desde el inicio: buscar las recetas de mi abuela para así ayudarla a comprar los ingredientes, picarlos, etc.


Todos estos flashbacks que tuve al inicio de la navidad es debido a que ya desde hace algunos años, una tradición tan arraigada en mi familia, son muy diferentes a lo que de niña imaginé que serían: ya mi hermana no está en el país, y a pesar de la distancia, ella misma ha hecho de ésta su propia tradición realizando las hallacas, pan de jamón y dulces navideños con su esposo y amigos en Australia, mis primas en ocasiones pasan a colaborar, aunque más bien vienen a aplicar el “control de calidad”.

Este año ha sido mucho más lejano a lo que viví en ese pasado lleno de recuerdos: mi abuelita de 84 años decidió que este año ya no participaría en la elaboración de las hallacas, sino que sólo supervisaría la elaboración, nos dio las recetas y nuestro apoyo moral. Mi abuelo por su parte me acompañó al mercado y me ayudó a elegir las hojas. Muy delicadamente las limpió (como en años anteriores) y las amarró con una sonrisa que siempre voy a recordar. Mi mamá y yo hicimos el resto. ¡Fue un gran trabajo¡ pero valió la pena.


Esto me hace pensar en que realmente esos recuerdos no volverán jamás. Solo serán recuerdos que vivirán en mí y que un buen día contaré con emoción a mis hijos y espero poder compartir con ellos muchas otras experiencias, entre esas la de guardar con recelo la receta de nuestras propias hallacas con mi vida.

Sort:  

que historia tan linda, mucho calor familiar, saludos Dany feliz navidad para ti y tu familia.

Muchas gracias! Si, la verdad es que tengo bonitos recuerdos. Feliz navidad para ustedes también

De verdad nada como nuestras tradiciones! Y pasarlas en familia, lo máximo! Me hiciste recordar cuando hacía hallacas en Guatire con mi familia! Muy lindo tu Post!

Bueno, bien es el dicho: Recordar es vivir! y se revive a través de los lindos recuerdos! Algún día podremos contar estas y muchas otras historias a nuestros hijos para que continúen con lo que una vez aprendimos nosotros. Saludos muchachos!

Gracias por compartir esa tradición navideña. Los años pasan y solo van quedando los recuerdos. Saludos...

Si...por eso lo importante de vivir el presente, disfrutar, abrazar, decir un te quiero...sobre todo en navidad. Saludos!